Aprendimos que vivir era aceptar
que todo lo presente quedaría
difuminado,
condenado a los márgenes.
Aprendimos a fundir las ideas,
a apretar las costillas,
a coronar la perplejidad como arma,
como un paralelismo ilícito entre lo
que es
y lo que no será.
Por eso me reconozco en el poder del
disparo,
por eso estoy obligada a enumerar las
virtudes
de la imagen congelada,
a centrar mis objetivos,
a reajustar el zoom hasta captar la
esencia
que se encubre tras cada instantánea.
La perspectiva es mi trinchera.
El tiempo está tejido alrededor del
polvo,
de este negativo borroso que arrojamos
al olvido.
Aprendimos a enfocar y desenfocar
con la angustia del que niega
alguna eternidad rotunda.
Precioso, que talento tan grande en alguien tan joven...te admiro!!
ResponderEliminarSigue asi