Por aquel entonces, mares y océanos fueron
desapareciendo.
Al
principio, ocurrió de la noche a la mañana. La sorpresa, como corresponde a su
naturaleza, solo se produjo esa primera vez.
La
capa epipelágica se esfumó dejando a la vista la mesopelágica. Fauna y
vegetación se adaptaron para
sobrevivir a doscientos metros más de profundidad.
Muchos lo lograron a pesar de la escasa luz solar y la baja temperatura del
agua. Otros, como los peces azules, amantes de
aguas agitadas, desaparecieron. Científicos de todo el planeta se
reunieron para estudiar la situación. Líderes políticos convocaron cumbres de
urgencia tratando de tranquilizar a la población. Mediterranean Shipping
Company, Cosco Shopping, o Maersk Line, amarraron sus flotas en espera de soluciones,
mientras las pequeñas navieras terminaron agonizando en dique seco. El Harmony
of the Seas de la Royal Caribbean, o el Seven Seas Explorer de la Regent Seven
Seas Cruises, cancelaron las reservas vacacionales a sus cruceristas que
terminaron colapsando las compañías aéreas, desbordadas por la demanda, aunque
recompensadas en sus dividendos.
Como
venía sucediendo desde el albor de los tiempos, la vida se ajustó al nuevo orden y recobró su pulso. Los barcos se
adaptaron para surcar nuevas aguas, los pesqueros faenaban con dificultad
capturando animales desconocidos hasta entonces, que solo eran degustados en
mesas opulentas, y los bañistas
disfrutaban cada vez menos de un mar que se volvía extraño.
Asociaciones
ecologistas advertían del peligro de
sucesivas pérdidas de capas marinas, pero esas voces que sacudían la nueva
estabilidad fueron silenciadas y olvidadas.
Y
sucedió.
Mares y océanos dejaron al descubierto la zona
batial. Los focos bioluminiscentes de esponjas y estrellas de mar, salpicaban
de intermitencias la negrura del agua. Sólo algún cachalote se atrevía a
descender a esas profundidades en busca
de alimento.
La
preocupación recorrió las calles cuando las regiones de costa se asomaron a un
precipicio que mostraba una masa gélida y oscura, y desató el pánico cuando sólo quedó al descubierto la zona
abisal.
Nadie se atrevía a poner un pie en agua salada. Las flotas navales
disminuyeron en cantidad y aumentaron en volumen para transportar mayores cargas
a la vez que se ampliaron los pasillos aéreos que apenas podían satisfacer las
apremiantes necesidades.
Las sociedades vivieron crisis y reestructuraciones,
propias de toda metamorfosis, poniendo a prueba la capacidad de adaptación del
ser humano que una vez más sorprendió a la nueva era. Los expertos advertían
del fin del ciclo hidrológico, pero aún quedaba mar para andar preocupándose.
La siguiente fue la definitiva.
Desaparecida
también la zona abisal, el enorme hueco se perdía hacia la nada. El planeta
borró el azul.
La
zona hadal, que sólo podía verse en la
fosa de las Marianas en la costa de Japón, se desvaneció dejando sin vida en un
fondo estéril, a los extraños seres que aún nadaban en esas profundidades.
Miles de pecios reposaban en un espeluznante cementerio de hierro y acero,
acompañando a los que dormían su naufragio desde siglos atrás.
Los
gobiernos invirtieron ingentes partidas económicas en limpiar toda aquella
basura, pero a cambio obtuvieron grandes beneficios cuando lograron transformar aquella inmensa
superficie de montañas, volcanes y valles en una enorme red de autopistas
que unió continentes e islas. Barcos legendarios como el Titanic, el
Lusitania, el Bismarck o el Wilhelm Gusloff, formaron parte del decorado de un
gran parque temático.
La
riqueza cambió de manos una y otra vez hasta que las empresas químicas coparon
el mercado al conseguir elaborar ingentes cantidades de agua artificial,
estabilizando el peligro que generaba la descarga de energía necesaria para
unir dos átomos de hidrógeno con uno de oxígeno. Al principio esa producción se
utilizó para la venta de lagos y fuentes
que se repartieron por todo el mundo. Años después, al añadir los minerales
necesarios para el consumo, surgió el mercado negro de agua potable.
_ ¿Alguna duda?
La
sirena dio el aviso y el reproductor de realidad virtual dejó de emitir. Del
fondo de la sala alguien hizo otra pregunta.
_
¿Mañana nos explicará por qué vivimos ahora en Marte?
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