Hay versos sembrados en el mar
que crecen regados de sal y dominio,
alimentados por la
fuerza del viento.
Versos altos como olas,
peligrosos como huracanes.
Tan secretos
que solo los conocen los delfines.
Tan delicados
que se rasgan al toque de la actinia.
Imposibles líneas de palabras
que marcan los caminos purpúreos
del mar homérico,
los rumbos del holandés errante,
la impiedad de las islas huidizas.
Y la plenitud del buzo
que sorprende
la canción de las
ballenas.
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