Para Inés
El aire perfumado con olor
a flores
saltaba la tapia del
cementerio,
los vivos hablaban con los
difuntos,
las almas se mezclaban en
recuerdos.
Para entonces, los Santos ya
no comían huesos,
las calabazas sonreían
victoriosas,
mi ansiedad hacía truco o trato
y tachaba los días de mi
calendario.
Las hojas que el otoño
mataba
alfombraban tu entrada a
la vida,
amarillas , naranjas y
ocres
vestían al mes de sus
colores.
Castañas semillas
fecundadas
en tierra húmeda como
vientre,
dormitaban como tú
esperando
la lluvia de marzo y el
sol ardiente.
Con la certeza de tu
alumbramiento
el tiempo parecía
detenerse,
frío para despertar, abrir
tus ojos,
y calor en mis brazos
impacientes.
El día quinto, sábado de
noviembre
tu llanto recio me llamo
padre,
y entre árboles desnudos
y aroma a nieve
sólo tu mirada azul
celeste.
Munich, 19 de Octubre 2015
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