Pintura de Salvador Dalí. |
Aunque antes hubo otros
tú fuiste el primero que sentí,
como elección, como orgullo de dueño
y como fruto del sudor de mi esfuerzo,
con tu foto en un catálogo te espere
y llegaste el primer abril del milenio
con tu cuerpo gris plateado
y un corazón azul eléctrico,
desde entonces y hasta la fatídica mañana
de este octubre de vísperas y urgencias,
en que te subieron aquella grúa grasa y cruel,
fuiste testigo, cómplice y compañero…
Tu trajiste a mis hijas a su hogar
desde aquel hospital de La Paz mal llamado,
y fuiste tú el que las llevó a la Escuela
día tras día desde la vez primera,
en tu interior tantas veces refugio
casi no cabía mi madre y su peineta,
con su condición de madrina a estrenar
y yo a la búsqueda de mi libro de familia,
tú nos llevaste la primera noche
al hogar que juntos construimos
con el estado civil casi impoluto
y con aquella fe en el ser humano.
¡Tanta ilusión
transportaste ! ,
¡ tanta rutina condujiste !,
¡ tantos sueños y decepciones !
que el tiempo te fue resquebrajando,
hoy que yaces como chatarra
y perteneces al cielo de los recuerdos
te presto el alma por un momento
para que sientan tus ajados huesos,
que en mi imaginario grabo la imagen
de tus cuatro números y tus tres letras,
como una vida que ya no existe
y un pasado que se me aleja.
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