Fue construida con la única finalidad de
garantizar la supervivencia sobre la tierra de la raza humana. Pero de hecho es
una ciudad-máquina sobredimensionada cuyo teclado biónico de acero y asfalto
custodia los mayores avances de la ciencia, pero también oculta la mayor
organización financiera, criminal y delictiva del mundo.
Town Machine es conocida como la ciudad de los
autómatas: híbridos humanos que tras su apariencia, casi perfecta, de piel humana, se esconden preciados descubrimientos
y raros componentes orgánicos. Y humanos, que voluntariamente fueron sometidos
al quimérico experimento de la inmortalidad. Hombres y mujeres carentes de toda
emoción auténtica y espontánea, pues cada una de sus emociones son
cibernéticamente inducidas.
Soy conocido entre mis colegas como el
funambulista, pues me gusta realizar equilibrios, caminar sobre la cuerda que
sujeto entre torre y torre de Town Machine. Pero realmente no soy más que un
modesto científico desequilibrado al que sus colegas toman por loco y tal vez
lo sea.
Uno de los ejes de mi investigación es la
relación entre lo inerte y lo vivo, mantengo la tesis de que el movimiento de
lo inerte se trasmite al cuerpo que lo refleja, impulsando así una verdadera
dinámica, impulsando así una verdadera dinámica, parece algo baladí, pero tras
el misterio de la vida hay siempre algo que se nos escapa.
El hombre lleva su historia y sus deseos hasta
el final de sus fuerzas y de esa voz misteriosa y silenciosa del inconsciente.
Hemos interrogado a la materia, al átomo, al universo, a la fe y a la ciencia,
pero el ser humano sigue prisionero de sus miedos, no alcanza a ver con nitidez
la mano gigantesca que lo manipula.
¿Dónde está el origen de su carencia o deseo? A
pesar de todo, llevamos en nosotros una especie de memoria de todas las
experiencias vividas, todo ello queda grabado en algún lugar. El ser humano no
puede expresar todo lo que sabe, porque está tanto en el continente como en el
contenido.
Aún esta ciudad que fue construida a base de
energía solar, habitada por criaturas perfectas y casi inmortales, la
experiencia necesaria nos corroe. No sé de qué se trata exactamente, tal vez
tenga que ver con la soledad que siente todo ser humano, con la posibilidad de
vernos en un espejo como unos monstruos demiurgos creados de híbridos, de
organismos provistos de medios mecánicos para emular la vida. La esperanza que
nos lanza una y otra vez contra el vacío que no logramos superar.
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