La
ciudad que no asfixia
no
es ciudad, no es madre
entrañable
que acariciar
viendo
sus ojos en tus ojos.
La
ciudad eres tú
y todo
lo que aprendiste
con
sabor a contratiempo,
sabor
metálico de enfermedad,
y ruidos
tóxicos.
EL esqueleto
que mantiene,
idéntico
a una madre.
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