XXIV
el rey Acrísio al Oráculo se acerca,
para que esta duda, mude a certeza,
y saber si sonríe esta suerte terca.
El Oráculo aclama con firmeza,
que su heredero ya está cerca.
Mas la alegría en tristeza se torna,
con su sangre el
nuevo rey, el reino adorna.
XXV
entre un gris fulgurante el cielo truena.
Su alma repite: “¡La muerte llega!”
y un nudo en el pecho le apena.
Acrísio libertad a su hija niega,
a no ver la luz del sol, la condena.
A Danae en una cámara encierra,
y un gemido, oscurece la tierra.
XXVI
seis muros severos, como una espada.
Seis para que las pasiones no ardan,
y la suave hendidura esté callada.
Seis indiferentes que nada aguardan,
seis crueldades, que no ordenan nada.
Mas estos seis no esconden el alma,
y Zeus entre grietas rompe la calma.
XXVII
el alto cielo usó por camino.
Cayó en el vientre que estaba dormido:
hermosa suerte, hermoso destino.
Danae a su amante ha cedido,
tomado el castillo se cumple el sino.
Radiante como el Sol, nace un niño,
rubios cabellos, piel de armiño.
XXVIII
Zeus entre nubes en silencio estalla.
El cielo llora, el viento brama,
y Danae temerosa: mira y calla.
A los dos repudia, así lo proclama,
maldice esta suerte: cruel y canalla.
En un cofre negro, a los dos guarda,
y el mar compasivo triste
aguarda.
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