Alejandro Pedregosa, (Granada, 1974) es novelista, poeta y profesor de escritura creativa. Entre sus novelas destacan los títulos Un extraño lugar para morir (Ediciones B, 2010), Un mal paso (Ediciones B, 2011), A pleno Sol (Temas de Hoy, 2013) y Hotel Mediterráneo (Planeta, 2015). Ha escrito también libros de poemas como Los labios celestes (Pre-textos, 2008), El tiempo de los bárbaros (Tragacanto, 2013, Pequeña biografía de la luz (Esdrújula, 2019) y Barro (Sonámbulos, 2021). En 2017 publicó el libro de relatos O (Cuadernos del Vigía). Ha obtenido, entre otros, el Premio José Saramago de novela y el Arcipreste de Hita de poesía. Colabora semanalmente en IDEAL.
Alejandro, gracias por atender
nuestra entrevista.
¿Cómo fue su aproximación al
mundo de la literatura?
Me interesó la literatura desde
muy pequeño y llegué a ella por una doble vía. En primer lugar, la escuela, yo
sentía que la asignatura de Lengua y Literatura era la que más se acercaba a mi
forma de ser. Me interesaba la vida de los escritores, lo que contaban, los
poemas que leíamos en el libro. Por otro lado, en mi casa, aunque mis padres no
eran unos grandes lectores (no tenían tiempo, el trabajo consumía casi todas
sus horas), sí tuvieron la conciencia de que los libros eran un bien que había
que atesorar, y compraron libros para que nosotros, sus hijos, los leyéramos.
Esa pequeña biblioteca familiar fue para mí un verdadero regalo de vida; la
invisible puerta de entrada a todo lo que vendría después.
Es un autor galardonado en
distintas ocasiones ¿Qué han supuesto para usted estos premios?
Los premios son estímulos para
seguir adelante. Algo que te alienta para continuar en este curioso (y a ratos
tortuoso) camino de la literatura. Más allá de eso los premios te ofrecen
cierta visibilidad momentánea. Una manera de levantar la mano en medio de la
vorágine de noticias y decirle a tu pequeño mundo: “Eh, sigo aquí, sigo
creando”. Pero aparte de eso, no hay mucho más. Los premios ayudan, pero es más
importante pensar en tu obra de un modo más amplio y general. ¿Qué quieres
hacer con tus libros, hacia dónde te diriges?
¿Dónde se siente más cómodo, en
el lenguaje poético o en la prosa? ¿Por qué?
Cómodo, cómodo no me siento en
ningún género, porque necesito de esa incomodidad, esa complejidad para
conseguir el mejor libro posible. Mis cimientos están en la poesía, eso lo
tengo claro, por ahí empecé y es en los versos donde me reencuentro con el
asombro de la palabra necesaria; esa que alumbra un espacio que no se puede
iluminar de otra manera. Las novelas me sirven para intentar comprender el
mundo, los libros de poemas para explicarme a mí.
Cuéntenos con cuál de sus libros
se lo ha pasado mejor escribiendo.
Siempre con el último, en este
caso “Barro”, un libro de poemas que acaba de salir en la editorial Sonámbulos.
Es un libro de luto por la muerte de mi padre, pero también es un libro de amor
por todo lo que me legó. Parece paradójico, pero no lo es. Escribiendo Barro he
llorado mucho, pero al mismo tiempo lo he pasado muy bien. La poesía te permite
ese tipo de imposibles, hablar con los muertos y reencontrarte con tus palabras
en sus recuerdos.
¿Cuál es su opinión acerca de las
expresiones “literatura escrita por mujeres” o “literatura queer”?
Pues la verdad es que no tengo
opinión formada al respecto. Supongo que la “literatura escrita por mujeres” y
la “literatura queer” tendrán unas características más o menos significativas
que los críticos y sociólogos de la literatura habrán sabido distinguir. De lo
único de lo que estoy seguro es de que en ambos nichos literarios habrá libros
magníficos que justifiquen esa etiqueta y otros muy mediocres que la desvirtúen.
La literatura nutricia (la que más me interesa) florece en todos sitios, más
allá del lugar que posteriormente ocupe en los anaqueles de una biblioteca.
¿Cuáles son sus autores
favoritos?
Muchos y todavía estoy seguro que
me quedan muchos más por descubrir. No sé, voy a decirte nombres a voleo, según
me van viniendo: Cervantes, Ana maría Matute, J.M Coetzee, Sor Juana Inés de la
Cruz, Antonio Machado, Eugenio de Andrade, Pero Olov Enquist, Álvaro Mutis…
¿Qué opina del mundo de la
crítica?
La crítica literaria
“profesional” ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y se ha convertido en
un oficio casi residual. Internet ha propiciado, entre otras cosas, una
explosión de páginas y blogs donde muchos lectores, a título particular, emiten
sus opiniones sobre los libros que van leyendo. En ese sentido todo es ahora un
poco más complicado, ahora hay que saber discriminar, hacer una labor de
búsqueda para quedarte con las voces que te interesan. Antes era más sencillo,
te bastaba con leer los tres o cuatro suplementos principales y ya estabas
informado. La ampliación del fenómeno crítico ha abierto el panorama. A veces
me encuentro blogs desde donde supuesto críticos pontifican sin el más mínimo criterio,
pero también grandes lectores “anónimos” que ejercen la crítica con magníficos
fundamentos. En fin, que todo se ha vuelto más complejo.
¿Qué opina del mundo editorial?
Pues con el mundo editorial pasa
más o menos lo mismo. Las facilidades tecnológicas han propiciado una explosión
de nuevas editoriales pequeñas que buscan su hueco. Mientras, los dos grandes
bloques del sector (Planeta y Penguin) siguen a los suyo, mantienen sellos
tanto generalistas como literarios para abarcar el mayor espectro posible del
mercado. Se trata de un mundo muy complejo, donde nunca nada se puede dar por
descontado. Yo he visto libros con grandes promociones fracasar y modestas
propuestas de sellos independientes arrasar en librerías. Mi opinión es que un
autor debería preocuparse por escribir el mejor libro posible porque luego, los
caminos de la edición, son imprevisibles.
Gracias por su tiempo y su
amabilidad.
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