Llego sin
avisar, como llegan las tormentas de verano, con una furia inusitada, anulando
todo lo existido hasta el momento, añadiendo dolor y desconcierto.
Desde ese
instante, construir mentalmente cada año de olvido, cada mes señalado, cada día
de sol, cada noche de luna, cada hora infinita de horror. Se deshizo el
hechizo.
La espiral
de demencia había comenzado, la prueba más dura nos hundió en la indigna
incomprensión.
En los
últimos segundos de existencia, cabalgaron su delirio en la más absoluta
soledad,
sin
respuesta sin un porqué, y nada, nada nos consoló.
Fue todo un
despropósito, un mal sueño, una realidad tan real, que mareaba,
¿Qué queda
de una vida cuando se acaba?
¿En qué
momento paro el tiempo para ellos?
¿En qué
sueño sus sueños olvidaron?
¿Cuándo y cómo
sus huellas dijeron basta?
Se
abandonaron en un amor mal entendido, se arrastraron el uno al otro a la
desidia o quizás, les supero la vida, que también les llego sin avisar.
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