La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

miércoles, 14 de septiembre de 2016

La lluvia ausente, por MERCHE HAYDÉE MARÍN TORICES


(“…de la sequía que en mi conciencia y en mi espíritu existió durante aquella larga época…” (La Dama del Viento Sur, Javier García Sánchez)



Puede que haya sequías que asolen nuestros campos. Puede que nuestro paisaje sea árido y marchito. Puede que el estío dure más cada año y las cosechas sean insuficientes. Y no es que esto no sea importante. Comer es el motor de la vida, para crecer, para reír, para soñar, para ser felices.
Pero esto tiene mejor arreglo que otra clase de sequía a la que yo llamo “sequía emocional”. ¡Qué bien lo describe Javier García en el encabezado de este artículo y de su maravillosa novela!
Atrás quedaron las tardes de lluvia tan serenas, tan llenas de misterio, tan buenas y benditas para el campo. El cambio climático nos está complicando un poco la vida, ¿o somos nosotros los que hemos complicado dicho cambio? Seguramente, con nuestra tozudez.
Pero no tiréis los paraguas, no, nos hacen cada vez más falta. En un mundo sin sentido donde nos pueden apedrear por cualquier motivo, donde no se respetan creencias ni valores, donde ya no se valora el mérito, la lealtad, la emoción de una nueva y maravillosa amistad.
Hasta en la última campaña televisiva de Ikea han tomado nota y venden más vajillas y mesas y sillas de comedor a costa de la inexistente relación entre los miembros de una familia. Promocionan las cenas en familia que en España se perdieron hace mucho… como tantas cosas que nos están obligando a perder ahora.
Es como si un ente invisible nos hubiera programado para crear una cápsula del tiempo en la que hemos metido no lo que es habitual en estos casos: recuerdos, cartas, un mechón de pelo, una cinta, una foto… No, hemos metido el amor, la alegría, la sensatez, la generosidad, la nobleza, la pasión, la ternura, la voluntad, la grandeza, el desinterés, el altruismo, la franqueza, el valor, la prudencia, la reflexión, la sabiduría, el equilibrio, hasta los recuerdos y la nostalgia. Hasta la hermosura y la galantería. Y, por si fuera poco la hemos clavado a martillo implacable para que la pobre Pandora no la abra jamás. Hemos cavado la tumba de nuestro peculiar estuche para sepultarnos nosotros también, ya de paso… 
Y vivimos en plena, peligrosa y feroz sequía emocional. Como hemos enterrado nuestra cápsula del tiempo en los confines de quien sabe qué bosque, pues sólo tenemos la vileza, la cobardía, la envidia, la mezquindad, el interés malsano, el egoísmo, la indiferencia, la sordidez, la necedad y la precipitación (y no en forma de pequeñas esferitas de agua limpia y clara que a veces cae del cielo). Vegetamos junto al olvido, el abandono, la ligereza y el atolondramiento. ¡Qué ingratos y despreciables somos! Pensando, erróneamente, que eso nos hará perdurables, ¿se puede ser más necio? ¿Dónde quedaron nuestros talentos?
Y es que podrá haber lluvia de estrellas, noche de perseidas, lágrimas de San Lorenzo; podrá haber lluvia de ideas en cualquier competitivo despacho de marketing; pero ya no hay lluvia de besos, de abrazos, de solidaridad, de alegría o de agua limpia.
¿Por qué digo todo esto? Porque me cansé de ser indulgente con quien no lo merece:
Porque no nos dejan expresarnos libremente.
Porque no son capaces los que se hacen llamar “nuestros gobernantes” de anteponer nuestros intereses a los suyos…
Porque la miseria atrapa cada esquina de cada ciudad…
Porque no dejan de ocurrir catástrofes que en pleno siglo XXI ya deberían estar controladas…
Porque estamos destruyendo un planeta y un universo impresionante…
Porque dejó de asustarnos lo sobrenatural…
Porque la belleza se ha convertido en una guerra sin tregua de blogueras sin estilo ni elegancia, que se hacen hueco en cualquier programa de televisión…
Porque las reyertas, cada vez más frecuentes, entre padres separados, dan lugar a hijos infelices…
Porque vivimos aislados en el bucólico paraje de nuestro hogar (los que tenemos la suerte de tenerlo) para que no nos hagan daño…
Porque la emoción de antaño es la insensibilidad de hoy…
Pero no teman, para esta lluvia ausente, existe un paraguas poderosísimo, raro es que no lo hayan inventado los chinos sino la psicología occidental, pero ya verán cuando se enteren, lo patentan, lo hacen irrompible y vuelta a empezar.
Este paraguas es muy especial y está presente en muchos momentos de nuestra vida, logró escapar de la terrible cápsula del tiempo. Está hecho de un material tan poderoso que ríete tú de la capa de Águila Roja. Crea felicidad dentro de cada uno de nosotros, nos hace tener un pensamiento positivo, nos ayuda a no buscar la aprobación, a sentirnos seguros de nosotros mismos y a aceptar con deportividad el fracaso; hace que asumamos nuestras responsabilidades, que pensemos que siempre hay una solución, nos enseña a sonreír, a relajarnos, a saborear un rico helado, un recién horneado bizcocho; nos dice como abrazar desde el corazón y nos hace fuertes y serenos ante los cambios. Si lo hubieran sabido en Star Treck… Un escudo así no lo ha tenido jamás un superhéroe.
Y ahora dirán, ¿dónde lo compro? Yo quiero ser feliz. Pues ese es el problema, no se vende, cada cual tiene que fabricar el suyo. Pero les aseguro que el tiempo invertido en ello, el esfuerzo y la constancia y poder contemplar nuestro paraguas terminado merece la pena. El mío además está decorado con mariposas, le he puesto olor a galán de noche y unos flecos muy bonitos con bolitas que me avisan cuando se acerca el viento… o las tempestades. Y lo llevo siempre conmigo. Para que no se me olviden las cosas importantes. Si lo abro y miro hacia arriba veo el mundo color de rosa. ¡Ánimo, a hacer paraguas anti-sequía emocional! ¡No más lluvia ausente!
Y ahora, antes de concluir esta reflexión, permítanme dos licencias:
Una, escuchar a Silvio Rodríguez (lo escondí bien para que no lo metieran en la cápsula del tiempo), necesito emborracharme de cantautores, de letras con sentido. También he sacado a Alex Ubago, a Jose Luis Perales, a Búmbury, por qué no, a Serrat, a Sabina, a Jeannette y a Mari Trini, que me emocionan, a Mocedades, Ismael Serrano, Marwan, Pedro Guerra, Rosana, Pablo Milanés, Taylor Swift, Missy Elliot y hasta ¡Kurt Cobain! (mañana resaca, pero de las buenas, de las que se curan con un suculento “brunch”, una gran dormida y la garganta aguerrida de cantar con ellos).
Otra:
Transcribirles aquí, porque no soy capaz de sesgarlo, el poema de Federico García Lorca “La Lluvia”, ni uno sólo de sus versos es capaz de no despertar en mí esas cosas que hace mi paraguas:
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje! 
Esto sí es amor, ¡all you need is love!, feliz septiembre.



6 comentarios:

  1. Muchas felicitaciones, este artículo me emociono en sobremanera, las reflexiones para el lector son sutiles , la lectura es sencilla para cualquier persona que ama la buena lectura, y hacerla en un lugar cómodo de casa ambientada con un hermoso nocturno de Chopin.
    Muchos exitos futuros.

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    1. Muchas gracias Paty Patricia, eres muy amable, y me alegro que te haya sentido sentir tanto...comparto contigo ese nocturno de Chopin, gracias por tus buenos deseos, Un fuerte abrazo!!! Merche Haydée

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  2. He querido decir "te haya hecho sentir tanto...", y gracias Federico, siempre grandiosa fuente de emociones...

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  3. Muchas gracias Carmen, me alegro que te haya gustado, viniendo de ti todo un halago querida Directora, un beso enorme!!! Merche Haydée

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