La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

miércoles, 14 de junio de 2017

Eva, por ANTONIO PELÁEZ TORRES.


   
Cuando nació a la adolescencia Eva no sentía el pudor de su desnudez porque nadie le dijo lo que era malo y lo que era bueno ya que el mundo carecía de lenguaje. Se alimentaba de lo que encontraba en el campo y estaba siempre expuesta a ser devorada por alguna fiera. Tenía diez mil años o muchísimos más. Bebió la sangre y comió la carne de los animales que cazaba junto con su hermano Adán.
   El Paraíso, donde vivía, era un lugar tan poco poblado que las miles de frutas que sobraban servían para fertilizar la tierra, y muchos animales morían de viejos. Por los cocodrilos, se bañaba con precaución en los bajíos del Tigris y Éufrates cuyas aguas cristalinas le purificaban el cuerpo y ponían una nota de inocente bullicio a la orilla. Tuvo millones de hijos con su hermano que se multiplicaron y se expandieron buscando nuevos Paraísos para que la caza y las frutas no sufrieran el agotamiento.
   Cuando llevado por la avaricia o por la soberbia, uno de sus hijos, Caín, mató a Abel se hizo necesario inventar el lenguaje para justificar semejante atrocidad.
   Las palabras entonces empezaron a rebotar en la piel desnuda de Eva y notó que unas le provocaban frío y otras, calor. Instintivamente se cubrió las partes más delicadas. Su hermano Adán no solo la imitó sino que la culpó de ser la causante de este castigo que los obligaba a la turbación y a la vergüenza.
   Eva, de carácter bondadoso y pacífico, aceptó ante los furiosos dientes de su hermano la cruel acusación.

   Eva no puede morir pero su corazón, como una manzana, sigue atravesado por aquellas palabras envenenadas de su hermano.

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