El azar
caprichoso
puso frente
a sus ojos
aquella
vieja carta
sembrada de
palabras,
promesas
de futuros
y amores
imposibles.
Leyó en
silencio y se fue
a buscar
ecos de ayer
en el viejo
callejón,
e imaginó
presentes
y otros
mares posibles
por donde
navegaran
barcos que
no supieran
de
naufragios o nubes
henchidas de
tormentas.
Miró a la
noche blanca,
guardó en su
alma cálida
esa voz del
pasado
y, rompiendo
el secreto,
cerró los
ojos, abrió
sus labios y,
al fin, gritó
al pálido
silencio:
¡Cuántas
palabras de ayer
duermen su
sueño eterno
en un rincón
perdido,
como
testigos mudos
de una
historia truncada
que un día
soñó con ser
algo más que
palabras...!
Hermoso poema, me encanta pasar y deleitarme
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Felicitaciones!!!
Gracias de parte de la Oruga Azul, querida lectora.
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