Era de esos que
declaraba su amor
donde
le pillaba de paso; a mí, en la gasolinera.
¿Qué obcecado amor rezuma en tus rodillas,
que sólo al contacto liviano de tu vaquero negro,
deseara ser el polvo que descansa en tus zapatos?
La mota de lana nacida al roce de tus calcetines,
el bajo gastado del pantalón, la rodillera sacada
por su uso, la cintura y el cinturón,
tu camisa malva o cualquiera de tus camisas,
o sus botones, el de arriba,
desabrochado cerca de tus labios.
¡Que obcecado amor en esta gasolinera!
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