Camino por calles oscuras
que tienen baldosas levantadas
guardan desprecio a las calles del centro
hasta que al fin octubre trae las lluvias.
Huelo la suciedad
debe estar cerca un basurero
podrido de niños ricos
con sus chaquetas azules empañadas de mugre.
Han dormido al raso
pero no se dieron cuenta
estaban tan borrachos que no sintieron frio.
Algunos no duermen.
De esos tengo miedo.
Bajan sus pantalones delante de un colegio
para ver como las niñas huyen despavoridas
A la vuelta de unos años serán sus violadores.
Una ciudad lo ilumina todo.
Los grandes escaparates han fundido en negro.
Entro en una cabina y me recibe
un vómito y una jeringuilla de los años noventa.
No ha pasado tanto tiempo.
La nausea me impide llamar a la policía
aunque quise antes llamar a mi madre.
Donde está el cuerpo está el peligro
se oía a cientos de kilómetros.
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