Se abalanza hasta la
alfombra
del estudio. Mantiene enclavijada
su mandíbula todavía, cuando
araña con su rayo el mapamundi
en la pared, como un felino.
Madagascar deja de ser
una naturaleza muerta.
Un rectángulo enciende un vendaval
en las orillas de Maputo.
Tan solo él penetra en el bastión
que arman el sofá con los cojines.
La luz decide el lomo
entre las baldas.
Los versos se suceden sin tener
destinatario. Tejen su coherencia
la lucidez de las imágenes,
punzando el interior de las metáforas.
Se amortigua el ruido en los tabiques.
La vida se apagó del otro lado.
La vida es un semáforo, cuyas
variables van intercalando
a la deriva frente a nuestro oído.
El volcán se encuentra intentando comerte.
Las llagas, esperando que todo arrecie,
que las señales se diluyan en el tiempo,
y en el corazón, que todo lo sufre.
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