Pintura de Mustafa Yüce |
Los alumnos y las alumnas
salieron cabizbajos, en una apretada fila, del gran edificio escolar en
dirección al autobús que aguardaba en la puerta exterior. Cruzaban el patio
tensos, esforzándose por disimular su miedo e inquietud. A algunos se les
secaba la boca, si bien aparentaban un ánimo sosegado, manteniendo la mirada
fija en un punto lejano; otros, por el contrario, temblaban de forma
involuntaria pero perceptible.
El profesor de matemáticas,
Arístides Gamboa, cruzados los brazos en actitud desafiante, escupió
ruidosamente en el suelo al paso del grupo. El de filosofía, el señor Krupp,
con una brillante chupa de cuero negro que contrastaba con la enfermiza palidez
de su rostro, blandía una cadena de grandes dimensiones con la que golpeaba la
sucia pared, ennegrecida por la persistente humedad... Horacio Manuel, el
maestro de letras latinas, con un cigarrillo mal envuelto en los labios y aquella gran cicatriz cruzándole el rostro,
arrojó contra el frontal de una papelera la lata de cerveza formando un gran
alboroto. Un sonoro eructo salió de su garganta encallecida por el tabaco y el
alcohol barato. Junto a él, con ojos desquiciados y enrojecidos, la profesora
de música, Eileen Moldova, rio con una estridente carcajada, más parecida al
graznido de un cuervo atrapado en una zarza que al sonido emitido por una garganta humana.
La fila de chicos y chicas,
todos uniformados, llegó por fin al autobús. No podían dejarse llevar por las
provocaciones...
Carla, la delegada de su
clase, sin levantar la vista, tomó asiento detrás del conductor. Éste, con
expresión entre preocupada e irónica, sentenció: ─Todos
los viernes igual; en cuanto terminan las clases... No sé cómo los soportáis.
Pobres muchachos.
Carla sonrió y dijo en voz
baja, más para sí, que para él: ─Bueno, una se
acostumbra a todo. En el fondo no son peligrosos…
Mientras
pronunciaba estas palabras, Carla acariciaba el colt 45 que llevaba oculto en
la mochila: todo un clásico que le habían regalado sus padres en su último
cumpleaños.
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