SUMARIO
ARTÍCULOS DE OPINIÓN:
Karma, de José Luis Raya Pérez.
SUMARIO
ARTÍCULOS DE OPINIÓN:
Karma, de José Luis Raya Pérez.
Háblanos un poco de ti como escritora.
Desde la infancia mantengo la costumbre de observar a mi
alrededor, lo que sucede y lo que no sucede. No constituye un mérito especial,
mi timidez y mi deficiente adaptación al medio me han llevado desde siempre a
la introversión, al deseo de ocultación de mi persona para mirar desde
cualquier rincón. He sufrido por mi manera de ser, todavía me cuesta aceptarme;
si no hubiera sido por la literatura, y otras artes, no habría sobrevivido.
Para escribir preciso soledad, pero, a la vez, me ayuda a
vencer a la soledad, a salir de mí misma y comunicarme con el exterior, con
personas conocidas o desconocidas.
Trabajar buscando la belleza, la expresión justa, la palabra
huida, supone un privilegio que agradezco cada día, a la Vida, a ese Dios en el
que no creo, al Azar.
¿Qué podemos encontrar en este libro?
Cuentos desobedientes seguidos de Malabarismos comprende
en su primera parte, un conjunto de cuarenta y nueve narraciones de extensión
varia y carácter heterogéneo, con dos rasgos comunes: el afán de encarnar en
seres y circunstancias diferentes, y una prosa cuidada, adaptada al asunto.
En la segunda parte, “Malabarismos”, despliego un abanico de
textos muy breves nacidos de mi gusto por lo lúdico. Con el nombre de
“Aventurismos” designo a aquellos compuestos con palabras que reúnen las cinco
vocales, como el propio término “Aventurismo”. En “Rescates”, ayudándome del
diccionario de la RAE y el María Moliner, recupero palabras en peligro de
extinción, o tristemente extinguidas, para formar pequeñas historias.
¿Por qué elegiste ese título?
En primer lugar, elegí calificarlos como “Desobedientes”
porque prescindo de normas coercitivas a la hora de escribir relatos,
microrrelatos o narraciones de cualquier tipo. Miro en Internet y encuentro
innumerables decálogos: me niego a su aplicación. Las normas son útiles para el
principiante, pero no para quien, como yo, cuenta con un largo rodaje en el
campo de la narrativa.
En suma, son desobedientes porque los he escrito a mi
antojo, tomando en cuenta únicamente la eficacia expresiva, el ritmo y la
adecuación al motivo imaginado.
En cuanto a los “Aventurismos”, son puro juego, trabajo de
ingenio, pero también algo más: descubrimiento, recuperación, humor.
¿Qué aporta la literatura al mundo?
La literatura aporta verdad y ficción, testimonio y
fantasía. Y viajes en el tiempo; por ejemplo, leer el Conde Lucanor es la mejor
manera de visitar el siglo XIV.
Medios para expandir la personalidad, y para reducirla si la
tenemos demasiado crecida.
Compañía. Juego. Locura. Sensatez.
¿Si tuvieras que elegir un título para este texto, cómo lo llamarías?
Llegué sin reserva porque para eso
soy cliente habitual, pero no quisieron darme la única habitación que les
quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se ofrecieron a buscarme una
suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy cansado y subí sin hacerles
caso.
La decoración no era la misma de
las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos
apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en
la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y
junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué
has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que
venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Le pondría el título: Cliente fijo.
Háblanos un poco de ti
como escritora:
Aunque escribo desde que tengo uso de razón, nunca pretendí ser
escritora. Me dediqué a la música hasta los treinta y dos años, ocho de ellos
viviendo en Barcelona, y solo cuando se disolvió el grupo en el que cantaba me
planteé volver a Granada y retomar la tesis doctoral que en su momento había
abandonado. Al mismo tiempo, empecé a escribir poesía y armé mi primer libro, La
vida en los ramajes, que ganó el Premio Miguel Hernández. Eso ocurrió en
2013 y desde entonces la escritura se ha convertido en mi sostén económico y,
por tanto, en mi profesión. Me gusta decirlo porque los adalides de la pureza
estética se llevan las manos a la cabeza ante quienes nos consideramos obreras
de la literatura, trabajadoras de la cultura que, efectivamente, amamos nuestro
oficio, pero también dependemos de él para comer. Llevo doce años entregada a
los muchos trabajos que bordean lo literario (talleres, correcciones,
conferencias, artículos, prejurados, recitales…) y utilizando el dinero de los
premios que gano para seguir escribiendo.
Pero, al margen de
esto, hay una necesidad de escribir. Y una razón para hacerlo. En mi caso, principalmente escribo
para hacer del dolor algo soportable, pero, sobre todo, para colectivizarlo,
para convertirlo en algo que me conecta con las otras. Escribo para tocar con
mi dolor el dolor ajeno o, mejor, para entender que no existen un dolor propio
y otro ajeno, que nuestro grito es siempre el grito de muchas. En el momento en
que comprendes que no estás sola en el daño, ese dolor se politiza (se
convierte, por tanto, en una herramienta de transformación, revolucionaria,
capaz, efectivamente, de salvarnos). La escritura es para mí una forma de
interrogar a eso roto que somos y de denunciar las estructuras de poder de las
que esa herida colectiva surge. Me inscribe en el mundo y me hace entender que
no estoy sola en él. Me permite abrazar a las otras. En cierto modo, vuelve lo
inhóspito habitable.
Creo en la escritura como tejido sin
principio ni fin. Como decía Blanchot, estamos constantemente escribiendo el
mismo libro, un libro que siempre está por venir. Mirando mi escritura en
perspectiva, creo que hay unas preocupaciones teóricas, ideológicas y éticas
que atraviesan toda mi obra y la convierten en un único libro que no deja de
ampliarse, que crece sin voluntad de clausura.
¿Qué podemos encontrar en
este libro?
Mañana habla de dos mujeres que, en el borde del lenguaje y de la vida, buscan el modo de contar su historia. Virginia, antes profesora de Literatura en la Universidad de Barcelona, huye de su ciudad y de su propia lengua tras la muerte de su hija Moira para marcharse a China. Tras unos meses viviendo en Pekín, acaba instalándose en una cabaña cerca de los bancales de arroz de Yuanyang. De día, trabaja como jornalera y guarda escrupulosamente silencio. De noche, emprende la escritura de un diario para intentar salvarse. En ese texto aparecerán por igual el tiempo compartido con su hija Moira, su vida en China y sus reflexiones sobre el lenguaje, el dolor, la literatura, con las que Virginia trata de entender su propia herida. En paralelo, Sùyīn vive en la aldea en la que ha nacido y trabaja en los bancales de arroz a los que ha llegado esa extranjera silenciosa de la que nadie sabe nada. Está casada con un hombre al que odia y trata de sobrevivir a la violencia de su marido aferrándose a la caligrafía, la amistad y la figura fantasmática de la recién llegada. Cuando las voces y los cuerpos de ambas mujeres se mezclen comenzarán un proceso de reconstrucción, y el amor, como una chispa pequeña, prenderá en ellas, transformándolas.
Bordeando los límites entre la poesía, el ensayo y la narrativa, esta novela es, sobre todo, una indagación en el dolor y en la pérdida, en lo torcido del ser, en la insuficiencia o la impotencia del lenguaje para afrontarlos, en la búsqueda de lenguajes distintos (los del cuerpo, los del deseo, los del amor) donde sean posibles el encuentro, la reconciliación, la redención: esa astilla de paz a la que aspiramos todas.
¿Por qué elegiste ese título?
La clave de ese
título está en el propio texto. Mañana (míngtiān en chino) es la
palabra que usan las protagonistas para despedirse. Ellas evitan decirse adiós
cada vez que se separan y conciben esa palabra como una promesa de futuro,
depositan en ella su fe en el reencuentro. Así lo explica Sùyīn en el texto:
«Nos decimos míngtiān porque en el adiós siempre hay una muerte pequeña,
un duelo diminuto que no queremos hacer. Intentamos mantener lejos ese cadáver,
pues ya hemos llorado suficiente».
¿Qué aporta la literatura al mundo?
Pues depende de qué literatura. Lo literario es una institución de saber/poder más y no puede entenderse ingenuamente como un todo indistinto ni abordarse desde un pretendido idealismo humanista que a menudo da a luz una mirada acrítica y acomodaticia con respecto al mundo que habitamos. Siempre que alguien hace una loa a la literatura aferrándose a los valores ilustrados (poniéndola incluso por encima de la vida, tal y como ha pasado, por ejemplo, con quienes defendían la publicación de El odio estas semanas), le recuerdo que Mi lucha de Hitler es también literatura, como lo son La Biblia o los tratados médicos que durante siglos justificaron con pretendidos argumentos científicos la inferioridad de las mujeres o defendieron la animalidad de las personas racializadas.
El concepto de
literatura, como nos enseñó Juan Carlos Rodríguez, es un concepto blanco,
patriarcal y burgués que surgió en la Modernidad y que demasiadas veces ha
actuado como correa de transmisión de la ideología del poder, sirviendo para
apuntalar los sistemas de opresión/explotación en torno a los que el mundo se
levanta. Es una noción histórica, lejana a la universalidad con la que han
pretendido revestirla. Por tanto, no hay una literatura sino infinitas
literaturas, tantas como textos, que apuntan hacia espacios éticos, estéticos e
ideológicos muy distintos.
A mí la literatura que
me interesa es la que, lejos de invisibilizar esa huella de la explotación
capitalista, colonialista y patriarcal, la saca a la luz. La literatura que me
ayuda a entender el mundo en toda su complejidad, señalando las trampas del
poder y apuntando hacia otros mundos posibles. Como marxista, me interesa la
literatura que es de un modo u otro revolucionaria. Esa literatura no ha de
tematizar forzosamente lo político, pero sin duda está atravesada por ello (un
poemario de Anne Carson o de Chantal Maillard me parecen en ese sentido igual
de iluminadores que el teatro de Bertolt Brecht o un ensayo de Angela Davis).
¿Si tuviera que elegir un título para este texto cómo lo llamarías?
Llegué sin reserva porque para eso
soy cliente habitual, pero no quisieron darme la única habitación que les
quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se ofrecieron a buscarme una
suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy cansado y subí sin hacerles
caso.
La decoración no era la misma de
las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos
apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en
la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y
junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué
has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que
venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Lo llamaría "La habitación"
Háblanos un poco de ti como
escritor.
¿Qué podemos encontrar en este
libro?
En Los últimos pieles rojas,
recopilo una sucesión de poemas que he ido escribiendo a lo largo de quince
años, en distintos momentos, pero que reflejan un estado de ánimo, tan personal
como colectivo, creo. Se trata de un compedio de emociones en torno a este
momento histórico, más allá de las distintas generaciones que conviven en él,
en torno a esta encrucijada en la que creemos haber perdido la utopía, ya sea
desde la ideología política o desde la fe religiosa o sentimental. Sin embargo,
sueño con que no sea así.
¿Por qué elegiste ese título?
¿Qué aporta la literatura al
mundo?
¿Si tuvieras que elegir un título
para este texto, cómo lo llamarías?
La decoración no era la misma de
las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos
apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en
la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y
junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué
has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que
venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Se me antojan muchos, pero quizá
el título más sutil fuere el de “La habitación vacante”.
Háblanos un poco de ti.
Yo siempre he escrito un poco,
desde chico, pasando por la adolescencia y su lírica atormentada, claro, pero
en serio no he escrito hasta los cuarenta años y pico, soy escritor tardío y de
alguna forma periférico, he llegado a esto de manera un tanto intrincada, desde
una actividad que no me hacía fácil escribir con cierto método y concentración,
aunque a decir verdad, tampoco tengo un método ahora, a diferencia de tantos
escritores. Disfruto mucho escribiendo, incluso cuando sufro, algún rasgo
masoquista poseeré; también disfruto de la documentación, cosa que a bastantes
escritores aburre. Otra cosa es la corrección, que como a todos, llega a
agotarme, aunque si uno quiere hacer algo que tenga algún valor, sin trabajar
mucho suele ser que no.
Tengo publicadas tres novelas de
diversa factura y temática, aparte de mi último libro de relatos. Trato de no
repetirme, incluido el estilo; será por eso de la búsqueda de la voz propia,
pero no solo por eso. Detesto repetir fórmulas, aunque inevitablemente a veces uno
caiga en reiteraciones de fondo y forma. Cada cual es un pequeño mundo que
trata de expandirse, y la experiencia propia, aún teniendo ya unos añitos, no
es ilimitada, ni los recursos, qué más quisiera uno.
¿Qué podemos encontrar en este libro?
Misteriosa madre es mi primer
libro de relatos cortos. Los textos, desde cuentos más clásicos a los textos
más personales y reflexivos del final, están escritos en tonos diversos e
inspirados en tradiciones literarias distintas que trato de celebrar, desde
Irving a Poe o Cortázar.
La sustancia de todos ellos
proviene de mi infancia y mi relación con la tierra y la cultura popular
mediterránea encarnada en un valle sureño de la provincia de Granada, situado
en la costa interior, el valle del río de la Toba, municipio de Los Guájares. También
hay relatos de carácter más histórico que tratan de explorar su posibilidad
legendaria y mágica.
Los cuentos establecen, desde una
crónica inicial, una suerte de relación de vasos comunicantes que intenta jugar
con mi memoria, el tiempo en ese valle, su historia y lo fabuloso. Desde mi
subjetividad trato de indagar en la memoria colectiva, recordando formas de
vida y relaciones que están en vías de extinción, como aquellos miedos
infantiles de mi generación y las anteriores, que encarnan en los fantasmas,
trasgos y espíritus que aparecen por el libro, aquellos miedos infantiles ya
desaparecidos y que aquí poseen un cierto sentido elegíaco, funcionan de alguna
manera como metáfora de lo que fuimos como colectividad en ese entorno rural.
También trato de explorar la posibilidad legendaria de la historia, como he
dicho, y de personajes que no son solo de ficción, aunque yo conduzca a un
espacio mítico. Por otra parte, hay un par de relatos distópicos que hablan de
miedos más contemporáneos y ejercen de cierto contrapunto.
Todo ese crisol de tonos y
asuntos puede resultar discordante en principio, pero fue elaborado con el
propósito de comprobar su efecto total. Los textos se pueden leer de forma independiente,
pero funcionan como un todo. La coda es un relato con otros posibles finales
para cada uno de ellos. Realidad, ficción y posibilidad jugando con todo ello
en un espacio concreto a través del tiempo, desde el origen y hacia el futuro.
Para mí supone un religarme a la tierra y la memoria a través de la literatura,
y compartirlo con el lector intentando conectar con su memoria y en todo caso
con su emoción, claro.
Por lo demás, en la última parte
también aparece cierto ánimo crítico que
encarno en reflexiones irónicas sobre determinados aspectos deshumanizadores de
la cultura contemporánea.
¿Por qué elegiste ese título?
El título de “ Misteriosa madre” proviene de
uno de los versículos del Tao Te King, de Lao Tse , que cito al principio del
libro “, “ El espíritu del valle no muere, es la misteriosa madre…..” perseverando
sin cesar, obra sin descanso”.
Durante la escritura de los
relatos, que se extendió durante un par de años, se me cruzó casualmente esa
cita y yo no daba crédito a que algo escrito hace siglos en una cultura tan
lejana y aparentemente ajena, se ajustara tanto a mi propósito y de alguna
forma lo definiera. Ciertamente nos envuelve el misterio, aunque tampoco quiero
decir que me estuviera esperando el título desde que Lao Tse escribió ese
versículo, jejeje, pero por qué no pensarlo, es estimulante.
La otra cita pertenece a Borges y
la traje a colación porque también le iba perfectamente a mi idea del libro , “
Repetidas veces me dije que no hay otro enigma que el tiempo, esa infinita
urdimbre del ayer, del hoy, del porvenir, del siempre y del nunca” .
¿Qué aporta la literatura al mundo?
Menuda pregunta. Habría que decir
algunas cosas sobre eso. Además de
habitar otros mundos y vivir las vidas que nos están vedadas, idea ampliamente
extendida y muy cierta, tiene tantas derivaciones el asunto que uno podría
enredarse de manera irremediable e interminable. La cuestión se podría englobar
en la más amplia de qué aporta el arte al mundo, a la existencia humana. Casi
nada.
Yo solo diré algo sobre lo que
más me interesa. Es un asunto de ida y vuelta. La creación artística, en este
caso si nos ceñimos a la literatura, supone que quien escribe, desde su
percepción y su mirada de las cosas, pretende compartir su universo, su
emoción, e interpelar a quien lee, inquietarlo, etc. Cada obra tiene distintas
motivaciones para quien la escribe, o no tiene por qué tenerlas tan claras.
En ese viaje, los lectores hacen
suya la obra y la completan en su mundo y con su mundo. Esa para mí es la
cuestión esencial, penetrar en la emoción del otro o los otros y cerrar el círculo
abierto de la obra artística que no se completa sin quien mira o quien lee. Por
tanto, si no existe esa interacción activa fecundadora entre el autor, su obra
y a quien va dirigida, la historia no ha funcionado bien por lo que sea. La
mayoría de las veces ocurre que con unas personas funciona y con otras no,
depende del mundo de cada cual e incluso del momento en el que se lee. A partir
de ese maravilloso hecho de compartir emoción, el aporte al mundo de cada cual
puede ser muy variado, y por derivación a la sociedad humana. Desde la
capacidad de remover conciencias y modificar actitudes al efecto terapéutico en
quien escribe y quien lee, entre otras cuestiones, pero me extendería mucho y
creo que ya va bien.
La decoración no era la misma de
las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos
apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en
la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y
junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué
has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que
venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Me gusta ese texto, es inquietante en extremo. Mi títulos, por decir algunos, serían “ Reflejo”, “ Espejo” o quizá “Azogue”, mejor este.
Háblanos
un poco de ti como escritora.
Reconozco que en el contexto de ser escritora, aún me cuesta reconocerme, quizás porque la palabra tiene una enorme trascendencia.
Sin embargo, cuando escribo como contadora de
historias, aquí me siento cómoda, y encuentro
en la poesía un hilo conductor
que se va conformando como la fórmula que me completa.
Escudarse en ella abre una válvula de escape
al tiempo y a la veracidad de lo cotidiano, donde habitualmente
encuentro
la inspiración.
Los diálogos se entrelazan como un baile de auroras que exploran
los límites entre lo tangible y lo onírico, entre la claridad de un pensamiento
y la ambigüedad de las emociones.
Es entonces cuando el poema se interpreta y se construye desde un
lenguaje estético, se ensambla como si fuera un puzzle
sin apenas figuras literarias, pero con una mirada
reflexiva y un estilo que desea conjugar precisión y belleza.
Desde el primer momento “Boreal” se condujo
como la esencia de los poemas, y en el proceso de búsqueda e información se cerraba un círculo casi perfecto.
¿Qué aporta la literatura al mundo?
Un juego donde las palabras nos cautivan y nos
regalan vidas y otras realidades.
La decoración no era la misma de las otras
habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos apenas
reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en la
pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y junto a la
cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué has sido tan
imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que venga otro,
para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Lo
llamaría, “La última habitación” por la sensación de condena,
pero también podría ser “El huésped eterno” que da la sensación de
estar atrapado,
como en el limbo.
Háblanos un poco de ti como escritor.
Mi trabajo como escritor está, en
cierto modo, condicionado por mi trabajo como profesor de literatura. Esto hace
que mis libros dialoguen siempre con la historia literaria, a veces en forma de
crítica, otras de parodia y otras, finalmente, de homenaje.
Hasta ahora he publicado cuatro
libros de aforismos (“Jugador de ventaja”, Desaforado”, “Mudo pez en el mar” y
“El demonio meridiano”) y uno de relatos muy breves titulado “Eclipse total”. Siempre
he cultivado los géneros breves.
¿Qué podemos encontrar en este
libro?
La era espacial es una
selección de aforismos procedentes de mis cuatro libros publicados junto con
una sección inédita con el título de “Las tiranías serviles”. Mis aforismos
son, sobre todo, éticos: intentan comentar aspectos de la vida cotidiana y de
mis lecturas a través del aforismo, como forma de expresión condensada y, en
ocasiones, ingeniosa.
¿Por qué elegiste ese título?
Porque soy un amante apasionado
de la ciencia ficción. También porque este libro cubre 25 años de escritura y
de vida; y siento que todos estos años forman una etapa ya cerrada de mi vida,
tal como la era espacial, que comenzó en los años cincuenta y terminó en los
setenta.
¿Qué aporta la literatura al mundo?
Es una pregunta difícil. En esto opino lo mismo que Antoine Compagnon y
cito sus palabras: “"Leemos porque, aunque leer no sea indispensable para
vivir, la vida es más agradable, más clara, más rica para aquellos que leen que
para aquellos que no lo hacen. En un sentido más simple todavía: vivir es más
fácil (...) para aquellos que saben leer, no solamente las noticias, las
instrucciones de uso, las ordenanzas, los periódicos y las papeletas de voto,
sino también los textos literarios" (Compagnon, ¿Para qué sirve la
literatura? Acantilado).
Creo firmemente que la literatura
materializa un ideal humano, que encarna la aspiración ilustrada a una sociedad
educada y pacífica que entiende la lectura como una dedicación buena y honesta.
¿Si tuvieras que elegir un título
para este texto, cómo lo llamarías?
Llegué sin reserva porque para eso soy cliente habitual, pero no quisieron darme la única habitación que les quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se ofrecieron a buscarme una suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy cansado y subí sin hacerles caso.
La decoración no era la misma de
las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos
apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en
la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me
dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y
junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué
has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que
venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Es un microrrelato de Fernando Iwasaki que me gusta mucho, porque reúne algunos elementos a los que aspiraba, modestamente, en mi libro de relatos “Eclipse total”: la brevedad, la tensión narrativa y la dimensión fantástica o terrorífica. Yo no lo habría titulado “La habitación maldita” (que es su título original) porque pienso que adelanta demasiada información al lector y le quita algo de sorpresa. “La espera” sería un buen título, pero, con un sentido parecido, ya lo ha usado el director Francisco Javier Gutiérrez en su película de 2023); quizá lo titularía “El despertar”.
II FESTIVAL “
PURULENA TIENE NOMBRE DE MUJER”.
EL BEJARÍN
26-3-2025.
"...y
escucho con mis ojos a los muertos…” Fco. Quevedo
Buenas tardes: estimadas autoridades,
paisanos, amigas/os todos. Nos
encontramos en El Bejarín en el marco de las actividades y actos que se
vienen celebrando con motivo del II
Festival “Purullena tiene nombre de Mujer”. Un Festival que por la alta calidad de sus participantes y por la excelente organización
del mismo, se va afianzando de tal manera, que Purullena comienza a sonar y
suena con muy buena melodía en distintos ámbitos culturales de nuestro entorno.
Espero que este Festival se vaya consolidando y sea obligado referente
literario a nivel comarcal, provincial y andaluz y esto cuanto menos.
Gracias al Ayuntamiento por promover y apoyar este
Certamen en favor y difusión de la cultura, y de nuestro rico patrimonio. Gracias
a Loli Olmos por su excelente y cuidada coordinación,
a nuestras queridas Isa y Sara por su atención, entusiasmo y entrega para que todo salga a pedir de
boca. Gracias también por facilitar este
Centro Sociocultural flamante, un espacio nuevo que ojalá sea lugar para el
encuentro, la convivencia y la cultura.
Tengo que decir, que hablar
hoy en El Bejarín, me produce una intensa carga emocional pues no en balde, éste
es también mi pueblo, es el pueblo donde
la memoria de la infancia florece en sus calles, su paisaje, en el recuerdo de mi familia, amigos…y
de tantas otras familias queridas, que
de alguna manera han ido componiendo gran parte de mi mapa afectivo y
biográfico.
Pero dejando a un lado estos
necesarios desahogos sentimentales. Lo importante,
y lo en esta ocasión nos trae aquí, es la presentación de Memorias de la
Cautiva, la novela de Carmen H.M.
Y comenzaré por acercarnos a algunos aspectos
humanos y biográficos de la autora.
Mencionar a Carmen Hernández Montalbán es referirme a una mujer accitana, conocida y
querida. Intelectualmente inquieta, enamorada de su tierra, de sus gentes y su historia.
Carmen es escritora, poeta y
novelista.
Licenciada
en Documentación y Diplomada en Biblioteconomía por la Universidad de Granada. Actualmente
desempeña su trabajo en el Archivo Diocesano y Capitular de Guadix. Colabora en
numerosas revistas y periódicos con artículos y textos literarios.
Autora
de los poemarios: La luz del fin de la
tierra (2015) y Los anillos de
Saturno (2017), Verso sobre lienzo
(2021), y Cosmogonía del caos (2023).
Coautora, junto a su hermana, la escritora Dori Hernández Montalbán, de dos
libros de relatos: Cuentos del viejo
Wädis y Leyendas de Sulayr y otros
cuentos remotos.
Ha
participado en numerosas antologías como: Antología
poética del Colectivo Sustari, Menacir:
colección de poemarios y El
imaginario vientre de la tierra, Palabras prestadas, Miradas desde la
experiencia, El vuelo de la arcilla,
Cuando la realidad se parece a la ficción y 101 relatos bibliotecarios.
En
colaboración con el pintor francés Paul Rey, publicó el libro de microrrelatos
y pinturas: Pictorias para leer con lupa,
Instituto Cervantes de Toulouse 2011.
Ha
publicado los libros de relatos “Variaciones quijotescas”, ilustrado por el
pintor Stephen Smith (2020) y “Sucedió Mañana (2021).
Participó
en el libro y exposición Art Mariage o
los estados del alma, inaugurado en Alcalá la Real (Jaén).
Fue
seleccionada en el I Premio internacional de narrativa femenina Bovarismos
2014. Ganadora del Certamen de poesía ABRACADABRA, en Festival Internacional de
Magia Hocus Pocus de Granada.
Y
en 2022 publica su segunda novela “Los cantos rodados”.
Actualmente
es presidenta de la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte “La
Oruga azul”.
Como
he referido el motivo que nos convoca esta tarde es la presentación de la
novela de Carmen H M “La Cautiva”. Afirmaba
el poeta chino Lao Tse, que “el agradecimiento es la memoria del corazón” y yo
agradezco a Carmen el que haya confiado
en mí, para presentar la que ha sido su opera prima, en lo referente al género de la novela histórica.
De
manera que palabras que a continuación
pronunciaré quisieran ser el marco de entrada para despertar en vosotros el deseo y el interés por
disfrutar de esta excelente novela. Y lo
haré al amparo del “bueno” de San Antón,
patrón del pueblo y de la inspiradora belleza de las altas alamedas que nos rodean, de la luz de nuestros
hermosos atardeceres y el recuerdo de los dulces melocotones que se dan en
estos pagos…
Antes
de entrar en materia y dado que voy a presentar una novela histórica, comenzaré
por dar unas breves pinceladas sobre el concepto de lo que se entiende por tal
género. Según el canon comúnmente aceptado la novela histórica es aquella narración, que siendo una obra de ficción, es
decir producto de la imaginación, recrea un periodo histórico, preferentemente del
pasado, en cuyo desarrollo algunos personajes y determinados acontecimientos, fueron
reales. La novela histórica como tal nacerá
en el siglo XIX, en el marco del
Romanticismo, y su mentor fue el escritor escocés Walter Scott
(1771-1832).
Así
pues podríamos decir que la novela histórica no es solo invención y tampoco es
pura historia, sino que ambas facetas se hibridan o entrelazan. Al historiador
le bastan los documentos que dan cuenta
de los hechos sucedidos, mientras que el novelista ha de viajar más
allá, volverse en el tiempo, fundirse en el paisaje, en las arquitecturas… en
la algarabía de las plazas o la intimidad de las alcobas, en la soledad de los
estrechos y sombríos callejones, quizá también
en aquellas esquinas donde los vientos fríos, se conjuran cortando el aire y congelan los corazones.
El
autor de novela histórica ha de
ataviarse de las edades, impregnarse de
los olores, costumbres, la melodía del
fraseo… del pensamiento y los sentires de la época que quiere retratar. En
definitiva captar el pulso, el tono y la voz
del pasado, atraparlo y darle vida. Y
así es que la novela histórica ha
de valorarse como la ficción de aquello
que pudo ser… y no sabemos si
aconteció… abriendo así un delta de posibilidades donde
la palabra adquiere entidad de verosimilitud,
es decir de Verdad.
Objetivos que Carmen ha logrado sobradamente.
El
argumento principal de La Cautiva gira
en torno a la figura el eminente accitano D. Antonio Mira de
Amescua. Mira de Amescua fue eclesiástico, arcediano de La Catedral de Guadix,
dramaturgo y poeta. Hijo de natural de Beatriz de Torres y de Melchor de Mescua y Mira. Una familia descendiente de hijosdalgos, que se
asientan en Guadix y Berja tras la Guerra de Granada. La vida Mira de Amescua transcurre entre Guadix, ciudad en la que nace
en torno a 1574?, Granada, Nápoles, Madrid y finalmente Guadix donde volverá 4
años antes de fallecer, en octubre de 1644.
La novela se sitúa cronológicamente
en el parteaguas de los siglos XVI-XVII.
Cuando en España reinan los Austrias Menores, Felipe III y Felipe IV, con sus
validos, crisis, epidemias, guerras y
conflictos. Una monarquía que aún conserva su prestigio y esplendor, pero en la que se empieza a vislumbrar, el
principio de una decadencia que culminará a finales de siglo con el cambio de
dinastía y la entronización de los Borbones.
Como
he referido el período histórico, que le tocó vivir Mira de Amescua, coincide con el Siglo de Oro. La etapa de
mayor esplendor artístico y literario de España. Es el auge del Barroco y la Contrarreforma. Es
el tiempo de escritores tan importantes como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Tirso de Molina o
Calderón, Gracián o Calderón. Es también la época de pintores tan sobresalientes como D.
Velázquez, Murillo, Zurbarán o Ribera por nombrar algunos de entre tantos…
D.
Antonio Mira de Amescua, coincidirá con gran parte de estos grandes artistas y
participará de lleno a en la vida literaria de su tiempo, sobre todo en su etapa madrileña. Siendo
reconocido y elogiado entre otros por Lope
de Vega, el Fenix de Los Ingenios. La abundancia, calidad y solidez de su obra,
(hasta 58 obras registradas de su autoría) justifica dicho reconocimiento.
Sin embargo no
alcanzó la notoriedad de sus
contemporáneos y fue considerado como un autor de segunda
categoría. Será a partir hasta el siglo XIX, cuando se comience a investigar y considerar su valía, estudios
que se prolongaran a lo largo del siglo XX y que continúan en la actualidad
profundizando en su figura y dramaturgia.
Con
todo y a pesar de los abundantes datos biográficos
que se han ido conociendo. Antonio, el hombre Antonio Mira de Amescua arrastrará durante toda su vida un misterio, un
enigma, una niebla, una desvaída mueca del
destino… que le hace especialmente atractivo para la ficción.
La
fascinación y la querencia que provocó en Carmen encontrarse con este personaje, intuyo que determinaron en nuestra autora, la necesidad imperiosa de escribir
esta novela… ¿Cuál es la verdad que
siempre guardó D. Antonio Mira de Amescua? ¿cuánto duele callar aquello que nos
pesa en el corazón? ¿pudo suceder realmente lo que Carmen nos cuenta en la
Cautiva?
Para
indagar sobre la posibilidad de estos interrogantes Carmen realizó sus propias investigaciones,
además de consultar abundante bibliografía y nuevos estudios publicados sobre el tema.
Vengo
a decir con esto, que la Cautiva, se sostiene por un sólido andamiaje
documental, que lejos de suponer un lastre, nos permite engarzar los fragmentos
que privilegian la trama, facilitando así un amplio y eficaz despliegue
creativo.
Circunstancia
que infunde autenticidad y equilibrio a la novela. No cabe duda de que la
autora conoce más de lo que refleja en su obra, más no cae en el exceso de
erudición… advierte, sugiere… poniendo al lector sobre la huella de lo probable
o plausible.
Pues
si como refiere Aristóteles en su Poética el historiador da cuenta de lo que ha
sucedido, el poeta y en este caso, nuestra autora nos invita a entrar en la entelequia de lo que podría
haber sucedido… y es que la fuerza dramática de esta obra responde a que Carmen abre su gran angular, no
solo a una experiencia puramente
emocional, sino que nos proporciona un gozo inteligente, que estimula el deseo
de saber y a la vez convida a la
reflexión. Y esto Carmen lo consigue sin
mutilar la intensidad narrativa, ampliándola con esos
otros nudos secundarios o tramas, que junto al argumento principal complementan,
unifican y confieren sentido a su obra.
Carmen
sitúa la Cautiva entre el Guadix
finisecular del siglo XVI y el de la
primera centuria del siglo XVII y lo hará de la mano de la narradora principal, Ana de Arce. Una mujer, madrileña, marquesa de Las Almenas, que llega a Guadix al ser convocada por el
escribano Pablo Hinojosa para abrir el testamento otorgado a su favor, por su padrino de bautismo, que no es otro sino
D. Antonio Mira de Amescua. A partir ahí y la entrega de un misterioso cofre, se
desarrolla una trama en la Ana de Arce inicia una incesante búsqueda acerca de
la verdadera identidad de Mira de Amescua. Un recorrido que también la llevará indefectiblemente
al descubrimiento de sí
misma.
Esto
sucederá en un Guadix que Carmen retrata
de manera magistral.
Un
Guadix bajo el influjo de dos florecientes
Instituciones: El Corregimiento
con sus funcionarios reales y sus burocracias, justicias, alcaides y aguaciles.
La Iglesia con su influyente Obispado,
la Catedral y su Cabildo, parroquias,
sacerdotes y beneficiados… conventos, las nuevas fundaciones auspiciadas por el
Obispo J. Fonseca: el Colegio de los agustinos, el de los Jesuitas o el de San Torcuato. A estas dos Instituciones
se unen las grandes familias nobiliarias con sus palacios, casonas,
intereses, brillos y oropeles. Una nobleza procedente en muchos casos de otros
lugares de la península, que se asentaron en Guadix al ser recompensadas por
los RRCC con tierras y títulos en
compensación por su contribución en dineros y tropas a la derrota del último Reino
Nazarí. En la novela cobran vida Los Dávalos, Figueroa, los Ponce de León,
Bocanegra, Los Mira, Los Fernández de Córdoba etc…
De
otro lado aparecen en Memorias de la
Cautiva, otros estamentos sociales menos
favorecidos, los usurpados del relato colectivo: el pueblo llano y sus
fatigas, los muchos mendigos que había, junto a menesterosos, criados y esclavos. Guadix se
manifiesta como un microcosmos extrapolable a cualquier ciudad importante de la
época. Todo un entramado sociológico que irá cobrando nitidez y
profundidad a lo largo de la narración, para
trasladarnos a un período sin duda apasionante
de nuestra historia. Al hilo de lo
expuesto no me resisto a recordar
al historiador granadino D. A. Domínguez
Ortiz cuando afirmaba que para entender los procesos históricos es necesario realizar
una hermenéutica o exégesis que vaya desde
lo particular o local hasta lo general o universal, sólo así es posible valorar y comprender la
complejidad de nuestro pasado.
Otro aspecto que contribuye a dar autenticidad
a la novela es la utilización de un lenguaje
denotativo, llamando a los personajes históricos por sus nombres reales, de
igual manera, sucede con los espacios y lugares, reconocibles y localizables en la actualidad. La
autora menciona arrabales como San Miguel,
las Cuevas, la Magdalena, Santa Ana. Calles, la de La Gloria, Conventos, las Clarisas de Santiago o el Convento de la Concepción, Plaza de San
Francisco, Hospital de La Caridad. Aparece el puerto de La Ragua, el Marquesado
del Cenete, pueblos como Dólar, el Cortijo de Bexarín, Purullena, pagos, fincas
etc…
Asimismo
alude a episodios históricos como “la rebelión de los
moriscos de 1569” donde se trasluce las graves repercusiones socioeconómicas que estos sucesos
acarrearon. En concreto sobre la
población morisca que a raíz de tales acontecimientos quedará en muchos casos
reducida al cautiverio o la esclavitud…
Aparecen
determinadas intervenciones del Santo Oficio ante la sospecha de falsos conversos o acusaciones
de la práctica de hechizos o ensalmos, como es el caso de la curandera Mamabina, personaje ficticio que
Carmen sitúa del Cortijo de Bexarín.
Carmen
se hace eco también de los modos de vestir, gastronomía, de las creencias, de las enfermedades propias de la
época, tales como el tabardillo o la viruela. Describe celebraciones: las fiestas de la Navidad, el Corpus, la ceremonia de La matanza
asociada a la celebración San Antón,
donde el resplandor de las hogueras semejaban que “Guadix era un incendio”, en
definitiva los modos de vivir que nos acercan a un mundo del venimos y que en
gran medida todavía nos acompaña..
La
descripción de ambientes y detalles será otro
procedimiento efectivo para recuperar elementos que actúan como resortes de
activación de la memoria y lleva al lector
a viajar a un tiempo irremediablemente perdido.
Carmen
huye del anacronismo en la novela, no juzga los hechos, ni
los personajes, simplemente los expone
con coherencia y acordes al contexto.
No busca reescribir lo que
sucedió y evita trasladar al pasado valores éticos o morales propios de nuestra
época.
En cuanto al lenguaje, la
autora introduce modismos, dichos, sentencias,
o expresiones que recuerdan el
lenguaje oral y el modo de hablar propios de este período, pero sin caer en el ripio o
la arcaización excesiva. Esto
procura una lectura fluida de la novela.
Señalar
un asunto colindante pero que me ha parecido particularmente interesante y es
traer a la novela, a las mujeres editoras del S.XVII, que fueron muchas. Mujeres que al enviudar
sostuvieron y ampliaron el negocio editorial
heredado de sus esposos.
Sin embargo no firmaban con sus nombres
propios sino como “viudas de”. En concreto Carmen, nombra a Francisca
Medina, viuda del impresor Alonso
Martínez. Francisca colaboraría con Alonso
Pérez, librero del rey Felipe III
y desarrollaría una labor encomiable editando a los clásicos, a Lope de Vega,
obras de teología, filosofía, ciencia y libros de viajes. Sería bueno tráelas a
la actualidad y poner en valor su
trabajo.
Para
concluir esta presentación, felicitar a Carmen
porque según el verso que dejó escrito el poeta, ha sido capaz de mirar de frente
los ojos de las muertos y hacer verosímil aquello que fue clausurado por el
tiempo… animaros a que os
dejéis seducir por la Cautiva. Ya
que parafraseando al poeta Ángel González, para
que este libro “esté aquí”, para “que
ocupe un lugar preciso” y “su ser pese” sobre esta mesa, fue necesario
pasión, “un ancho espacio y un largo tiempo”.
¡Muchas Gracias por vuestra atención!