De origen sánscrito, este vocablo hace referencia a la idea cristiana de que “recogerás lo que siembras”, dejando de manifiesto que todas las religiones están interconectadas. En esencia, la Fe con mayúscula ha perseguido las ideas positivas, centradas en el amor y la paz fundamentalmente. Algo muy diferente es la interpretación o el uso que se haga de las enseñanzas del cristianismo, el budismo o el islam. “Amarás al prójimo como a ti mismo” es el eje donde se vertebra todo el cristianismo, aunque comprobemos que muchos, o algunos, de los apóstoles o discípulos de esta o aquella religión falseen, manipulen o reinterpreten las enseñanzas que los libros sagrados nos han transmitido: la Biblia, el Corán, la Torá, el Talmud o el Tipitaka versan y giran alrededor de las mismas ideas. El origen o la creación del mundo, las divinidades y los mortales. El miedo a la muerte, el misterio de la creación y el origen del universo han generado toda esta literatura sagrada que ha ayudado anímicamente a muchas personas a superar sus miedos, traumas o desesperos.
La moda ha permitido que sea el budismo el que se cuele en muchas de las mentes ávidas de higiene espiritual, puesto que han visto que seguramente sea la menos mala o la más transparente. Las tres grandes religiones monoteístas han visto, en algún momento de su historia, cómo se han manchado las manos de sangre o de corruptelas, vicios y vergüenzas. La iglesia católica, debido a sus inherentes incoherencias, ha generado un complejo entramado neuronal de sectas o iglesias que terminan siendo devoradas por los mismos pecados que tratan de combatir. Es posible que el karma vaya poniendo el orden cósmico que todos anhelamos. Nada se escapa a las enseñanzas budistas, y si no sucede con la inmediatez que deseáramos, una de las leyes fundamentales es la paciencia. Ora et labora. La inmediatez de los resultados es considerada, incluso, como algo antinatural. Esperar a que las aguas vuelvan a su cauce es una postura de sabios o de estoicos. No desesperar forma parte del sacrificio que todas las religiones empastan sobre nuestros corazones hambrientos de justicia y de karma. Al fin y al cabo estos conceptos están estrechamente relacionados. Cuando alguien ha recibido su merecido o el castigo apropiado, decimos que se ha hecho justicia. Ahora es el karma el que actúa, puesto que la justicia en algunos casos es injusta. Hay muchos sinvergüenzas y delincuentes que se van de rositas. Por ello nació el infierno: una suerte de karma de consolación.
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