II FESTIVAL “
PURULENA TIENE NOMBRE DE MUJER”.
EL BEJARÍN
26-3-2025.
"...y
escucho con mis ojos a los muertos…” Fco. Quevedo
Buenas tardes: estimadas autoridades,
paisanos, amigas/os todos. Nos
encontramos en El Bejarín en el marco de las actividades y actos que se
vienen celebrando con motivo del II
Festival “Purullena tiene nombre de Mujer”. Un Festival que por la alta calidad de sus participantes y por la excelente organización
del mismo, se va afianzando de tal manera, que Purullena comienza a sonar y
suena con muy buena melodía en distintos ámbitos culturales de nuestro entorno.
Espero que este Festival se vaya consolidando y sea obligado referente
literario a nivel comarcal, provincial y andaluz y esto cuanto menos.
Gracias al Ayuntamiento por promover y apoyar este
Certamen en favor y difusión de la cultura, y de nuestro rico patrimonio. Gracias
a Loli Olmos por su excelente y cuidada coordinación,
a nuestras queridas Isa y Sara por su atención, entusiasmo y entrega para que todo salga a pedir de
boca. Gracias también por facilitar este
Centro Sociocultural flamante, un espacio nuevo que ojalá sea lugar para el
encuentro, la convivencia y la cultura.
Tengo que decir, que hablar
hoy en El Bejarín, me produce una intensa carga emocional pues no en balde, éste
es también mi pueblo, es el pueblo donde
la memoria de la infancia florece en sus calles, su paisaje, en el recuerdo de mi familia, amigos…y
de tantas otras familias queridas, que
de alguna manera han ido componiendo gran parte de mi mapa afectivo y
biográfico.
Pero dejando a un lado estos
necesarios desahogos sentimentales. Lo importante,
y lo en esta ocasión nos trae aquí, es la presentación de Memorias de la
Cautiva, la novela de Carmen H.M.
Y comenzaré por acercarnos a algunos aspectos
humanos y biográficos de la autora.
Mencionar a Carmen Hernández Montalbán es referirme a una mujer accitana, conocida y
querida. Intelectualmente inquieta, enamorada de su tierra, de sus gentes y su historia.
Carmen es escritora, poeta y
novelista.
Licenciada
en Documentación y Diplomada en Biblioteconomía por la Universidad de Granada. Actualmente
desempeña su trabajo en el Archivo Diocesano y Capitular de Guadix. Colabora en
numerosas revistas y periódicos con artículos y textos literarios.
Autora
de los poemarios: La luz del fin de la
tierra (2015) y Los anillos de
Saturno (2017), Verso sobre lienzo
(2021), y Cosmogonía del caos (2023).
Coautora, junto a su hermana, la escritora Dori Hernández Montalbán, de dos
libros de relatos: Cuentos del viejo
Wädis y Leyendas de Sulayr y otros
cuentos remotos.
Ha
participado en numerosas antologías como: Antología
poética del Colectivo Sustari, Menacir:
colección de poemarios y El
imaginario vientre de la tierra, Palabras prestadas, Miradas desde la
experiencia, El vuelo de la arcilla,
Cuando la realidad se parece a la ficción y 101 relatos bibliotecarios.
En
colaboración con el pintor francés Paul Rey, publicó el libro de microrrelatos
y pinturas: Pictorias para leer con lupa,
Instituto Cervantes de Toulouse 2011.
Ha
publicado los libros de relatos “Variaciones quijotescas”, ilustrado por el
pintor Stephen Smith (2020) y “Sucedió Mañana (2021).
Participó
en el libro y exposición Art Mariage o
los estados del alma, inaugurado en Alcalá la Real (Jaén).
Fue
seleccionada en el I Premio internacional de narrativa femenina Bovarismos
2014. Ganadora del Certamen de poesía ABRACADABRA, en Festival Internacional de
Magia Hocus Pocus de Granada.
Y
en 2022 publica su segunda novela “Los cantos rodados”.
Actualmente
es presidenta de la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte “La
Oruga azul”.
Como
he referido el motivo que nos convoca esta tarde es la presentación de la
novela de Carmen H M “La Cautiva”. Afirmaba
el poeta chino Lao Tse, que “el agradecimiento es la memoria del corazón” y yo
agradezco a Carmen el que haya confiado
en mí, para presentar la que ha sido su opera prima, en lo referente al género de la novela histórica.
De
manera que palabras que a continuación
pronunciaré quisieran ser el marco de entrada para despertar en vosotros el deseo y el interés por
disfrutar de esta excelente novela. Y lo
haré al amparo del “bueno” de San Antón,
patrón del pueblo y de la inspiradora belleza de las altas alamedas que nos rodean, de la luz de nuestros
hermosos atardeceres y el recuerdo de los dulces melocotones que se dan en
estos pagos…
Antes
de entrar en materia y dado que voy a presentar una novela histórica, comenzaré
por dar unas breves pinceladas sobre el concepto de lo que se entiende por tal
género. Según el canon comúnmente aceptado la novela histórica es aquella narración, que siendo una obra de ficción, es
decir producto de la imaginación, recrea un periodo histórico, preferentemente del
pasado, en cuyo desarrollo algunos personajes y determinados acontecimientos, fueron
reales. La novela histórica como tal nacerá
en el siglo XIX, en el marco del
Romanticismo, y su mentor fue el escritor escocés Walter Scott
(1771-1832).
Así
pues podríamos decir que la novela histórica no es solo invención y tampoco es
pura historia, sino que ambas facetas se hibridan o entrelazan. Al historiador
le bastan los documentos que dan cuenta
de los hechos sucedidos, mientras que el novelista ha de viajar más
allá, volverse en el tiempo, fundirse en el paisaje, en las arquitecturas… en
la algarabía de las plazas o la intimidad de las alcobas, en la soledad de los
estrechos y sombríos callejones, quizá también
en aquellas esquinas donde los vientos fríos, se conjuran cortando el aire y congelan los corazones.
El
autor de novela histórica ha de
ataviarse de las edades, impregnarse de
los olores, costumbres, la melodía del
fraseo… del pensamiento y los sentires de la época que quiere retratar. En
definitiva captar el pulso, el tono y la voz
del pasado, atraparlo y darle vida. Y
así es que la novela histórica ha
de valorarse como la ficción de aquello
que pudo ser… y no sabemos si
aconteció… abriendo así un delta de posibilidades donde
la palabra adquiere entidad de verosimilitud,
es decir de Verdad.
Objetivos que Carmen ha logrado sobradamente.
El
argumento principal de La Cautiva gira
en torno a la figura el eminente accitano D. Antonio Mira de
Amescua. Mira de Amescua fue eclesiástico, arcediano de La Catedral de Guadix,
dramaturgo y poeta. Hijo de natural de Beatriz de Torres y de Melchor de Mescua y Mira. Una familia descendiente de hijosdalgos, que se
asientan en Guadix y Berja tras la Guerra de Granada. La vida Mira de Amescua transcurre entre Guadix, ciudad en la que nace
en torno a 1574?, Granada, Nápoles, Madrid y finalmente Guadix donde volverá 4
años antes de fallecer, en octubre de 1644.
La novela se sitúa cronológicamente
en el parteaguas de los siglos XVI-XVII.
Cuando en España reinan los Austrias Menores, Felipe III y Felipe IV, con sus
validos, crisis, epidemias, guerras y
conflictos. Una monarquía que aún conserva su prestigio y esplendor, pero en la que se empieza a vislumbrar, el
principio de una decadencia que culminará a finales de siglo con el cambio de
dinastía y la entronización de los Borbones.
Como
he referido el período histórico, que le tocó vivir Mira de Amescua, coincide con el Siglo de Oro. La etapa de
mayor esplendor artístico y literario de España. Es el auge del Barroco y la Contrarreforma. Es
el tiempo de escritores tan importantes como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Tirso de Molina o
Calderón, Gracián o Calderón. Es también la época de pintores tan sobresalientes como D.
Velázquez, Murillo, Zurbarán o Ribera por nombrar algunos de entre tantos…
D.
Antonio Mira de Amescua, coincidirá con gran parte de estos grandes artistas y
participará de lleno a en la vida literaria de su tiempo, sobre todo en su etapa madrileña. Siendo
reconocido y elogiado entre otros por Lope
de Vega, el Fenix de Los Ingenios. La abundancia, calidad y solidez de su obra,
(hasta 58 obras registradas de su autoría) justifica dicho reconocimiento.
Sin embargo no
alcanzó la notoriedad de sus
contemporáneos y fue considerado como un autor de segunda
categoría. Será a partir hasta el siglo XIX, cuando se comience a investigar y considerar su valía, estudios
que se prolongaran a lo largo del siglo XX y que continúan en la actualidad
profundizando en su figura y dramaturgia.
Con
todo y a pesar de los abundantes datos biográficos
que se han ido conociendo. Antonio, el hombre Antonio Mira de Amescua arrastrará durante toda su vida un misterio, un
enigma, una niebla, una desvaída mueca del
destino… que le hace especialmente atractivo para la ficción.
La
fascinación y la querencia que provocó en Carmen encontrarse con este personaje, intuyo que determinaron en nuestra autora, la necesidad imperiosa de escribir
esta novela… ¿Cuál es la verdad que
siempre guardó D. Antonio Mira de Amescua? ¿cuánto duele callar aquello que nos
pesa en el corazón? ¿pudo suceder realmente lo que Carmen nos cuenta en la
Cautiva?
Para
indagar sobre la posibilidad de estos interrogantes Carmen realizó sus propias investigaciones,
además de consultar abundante bibliografía y nuevos estudios publicados sobre el tema.
Vengo
a decir con esto, que la Cautiva, se sostiene por un sólido andamiaje
documental, que lejos de suponer un lastre, nos permite engarzar los fragmentos
que privilegian la trama, facilitando así un amplio y eficaz despliegue
creativo.
Circunstancia
que infunde autenticidad y equilibrio a la novela. No cabe duda de que la
autora conoce más de lo que refleja en su obra, más no cae en el exceso de
erudición… advierte, sugiere… poniendo al lector sobre la huella de lo probable
o plausible.
Pues
si como refiere Aristóteles en su Poética el historiador da cuenta de lo que ha
sucedido, el poeta y en este caso, nuestra autora nos invita a entrar en la entelequia de lo que podría
haber sucedido… y es que la fuerza dramática de esta obra responde a que Carmen abre su gran angular, no
solo a una experiencia puramente
emocional, sino que nos proporciona un gozo inteligente, que estimula el deseo
de saber y a la vez convida a la
reflexión. Y esto Carmen lo consigue sin
mutilar la intensidad narrativa, ampliándola con esos
otros nudos secundarios o tramas, que junto al argumento principal complementan,
unifican y confieren sentido a su obra.
Carmen
sitúa la Cautiva entre el Guadix
finisecular del siglo XVI y el de la
primera centuria del siglo XVII y lo hará de la mano de la narradora principal, Ana de Arce. Una mujer, madrileña, marquesa de Las Almenas, que llega a Guadix al ser convocada por el
escribano Pablo Hinojosa para abrir el testamento otorgado a su favor, por su padrino de bautismo, que no es otro sino
D. Antonio Mira de Amescua. A partir ahí y la entrega de un misterioso cofre, se
desarrolla una trama en la Ana de Arce inicia una incesante búsqueda acerca de
la verdadera identidad de Mira de Amescua. Un recorrido que también la llevará indefectiblemente
al descubrimiento de sí
misma.
Esto
sucederá en un Guadix que Carmen retrata
de manera magistral.
Un
Guadix bajo el influjo de dos florecientes
Instituciones: El Corregimiento
con sus funcionarios reales y sus burocracias, justicias, alcaides y aguaciles.
La Iglesia con su influyente Obispado,
la Catedral y su Cabildo, parroquias,
sacerdotes y beneficiados… conventos, las nuevas fundaciones auspiciadas por el
Obispo J. Fonseca: el Colegio de los agustinos, el de los Jesuitas o el de San Torcuato. A estas dos Instituciones
se unen las grandes familias nobiliarias con sus palacios, casonas,
intereses, brillos y oropeles. Una nobleza procedente en muchos casos de otros
lugares de la península, que se asentaron en Guadix al ser recompensadas por
los RRCC con tierras y títulos en
compensación por su contribución en dineros y tropas a la derrota del último Reino
Nazarí. En la novela cobran vida Los Dávalos, Figueroa, los Ponce de León,
Bocanegra, Los Mira, Los Fernández de Córdoba etc…
De
otro lado aparecen en Memorias de la
Cautiva, otros estamentos sociales menos
favorecidos, los usurpados del relato colectivo: el pueblo llano y sus
fatigas, los muchos mendigos que había, junto a menesterosos, criados y esclavos. Guadix se
manifiesta como un microcosmos extrapolable a cualquier ciudad importante de la
época. Todo un entramado sociológico que irá cobrando nitidez y
profundidad a lo largo de la narración, para
trasladarnos a un período sin duda apasionante
de nuestra historia. Al hilo de lo
expuesto no me resisto a recordar
al historiador granadino D. A. Domínguez
Ortiz cuando afirmaba que para entender los procesos históricos es necesario realizar
una hermenéutica o exégesis que vaya desde
lo particular o local hasta lo general o universal, sólo así es posible valorar y comprender la
complejidad de nuestro pasado.
Otro aspecto que contribuye a dar autenticidad
a la novela es la utilización de un lenguaje
denotativo, llamando a los personajes históricos por sus nombres reales, de
igual manera, sucede con los espacios y lugares, reconocibles y localizables en la actualidad. La
autora menciona arrabales como San Miguel,
las Cuevas, la Magdalena, Santa Ana. Calles, la de La Gloria, Conventos, las Clarisas de Santiago o el Convento de la Concepción, Plaza de San
Francisco, Hospital de La Caridad. Aparece el puerto de La Ragua, el Marquesado
del Cenete, pueblos como Dólar, el Cortijo de Bexarín, Purullena, pagos, fincas
etc…
Asimismo
alude a episodios históricos como “la rebelión de los
moriscos de 1569” donde se trasluce las graves repercusiones socioeconómicas que estos sucesos
acarrearon. En concreto sobre la
población morisca que a raíz de tales acontecimientos quedará en muchos casos
reducida al cautiverio o la esclavitud…
Aparecen
determinadas intervenciones del Santo Oficio ante la sospecha de falsos conversos o acusaciones
de la práctica de hechizos o ensalmos, como es el caso de la curandera Mamabina, personaje ficticio que
Carmen sitúa del Cortijo de Bexarín.
Carmen
se hace eco también de los modos de vestir, gastronomía, de las creencias, de las enfermedades propias de la
época, tales como el tabardillo o la viruela. Describe celebraciones: las fiestas de la Navidad, el Corpus, la ceremonia de La matanza
asociada a la celebración San Antón,
donde el resplandor de las hogueras semejaban que “Guadix era un incendio”, en
definitiva los modos de vivir que nos acercan a un mundo del venimos y que en
gran medida todavía nos acompaña..
La
descripción de ambientes y detalles será otro
procedimiento efectivo para recuperar elementos que actúan como resortes de
activación de la memoria y lleva al lector
a viajar a un tiempo irremediablemente perdido.
Carmen
huye del anacronismo en la novela, no juzga los hechos, ni
los personajes, simplemente los expone
con coherencia y acordes al contexto.
No busca reescribir lo que
sucedió y evita trasladar al pasado valores éticos o morales propios de nuestra
época.
En cuanto al lenguaje, la
autora introduce modismos, dichos, sentencias,
o expresiones que recuerdan el
lenguaje oral y el modo de hablar propios de este período, pero sin caer en el ripio o
la arcaización excesiva. Esto
procura una lectura fluida de la novela.
Señalar
un asunto colindante pero que me ha parecido particularmente interesante y es
traer a la novela, a las mujeres editoras del S.XVII, que fueron muchas. Mujeres que al enviudar
sostuvieron y ampliaron el negocio editorial
heredado de sus esposos.
Sin embargo no firmaban con sus nombres
propios sino como “viudas de”. En concreto Carmen, nombra a Francisca
Medina, viuda del impresor Alonso
Martínez. Francisca colaboraría con Alonso
Pérez, librero del rey Felipe III
y desarrollaría una labor encomiable editando a los clásicos, a Lope de Vega,
obras de teología, filosofía, ciencia y libros de viajes. Sería bueno tráelas a
la actualidad y poner en valor su
trabajo.
Para
concluir esta presentación, felicitar a Carmen
porque según el verso que dejó escrito el poeta, ha sido capaz de mirar de frente
los ojos de las muertos y hacer verosímil aquello que fue clausurado por el
tiempo… animaros a que os
dejéis seducir por la Cautiva. Ya
que parafraseando al poeta Ángel González, para
que este libro “esté aquí”, para “que
ocupe un lugar preciso” y “su ser pese” sobre esta mesa, fue necesario
pasión, “un ancho espacio y un largo tiempo”.
¡Muchas Gracias por vuestra atención!
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