Querida
oruga azul,
Te escribo con mucho cariño desde un lejano país llamado Argentina. Y tal
vez ni siquiera estamos tan lejos la una de la otra... al fin y al cabo, ¿qué
es un océano si tenemos palabras para remar?
Quería decirte que el azul y el turquesa son mis colores preferidos; sin
duda porque en cada matiz de la tinta trasluce el potencial de la fantasía.
Pero más allá de su color, de su forma y de la cantidad de patas pares o
impares que tengan, las orugas me caen bien. Son pequeñas criaturas de
posibilidades infinitas. Si las alimentamos de palabras voladoras, son capaces
de transformarse en mariposas. Entonces les crecen alas con dibujos únicos y
especiales donde el poder de la imaginación reluce en todos los colores del
arco iris.
Me pediste que te elija un pasaje de mi último libro. Viajes con Rocinante se basa en
la bicitravesía del múltiple y contradictorio universo estadounidense que
emprendí durante la campaña presidencial del 2012. Lo pensé mucho y al final
elegí un pasaje que quizá no sea el más representativo de Viajes con Rocinante. Sin embargo no
tuve otra opción. Frente a los trágicos eventos en los Estados Unidos, lo
primero que me vino a la mente fue este pasaje situado en la frontera entre
Estados Unidos y México. Este lugar divisible únicamente en las pesadillas de
supremacía blanca donde reinan la intolerancia y la violencia. Se trata de un
espacio que pocos conocen y que sin embargo condiciona al imaginario político
de aquellos que caen en la Trump-trampa y se dejan cautivar por el discurso
monocromático del miedo.
Biografía:
Isabel Suppé se
hizo conocida a partir de la publicación de Noche Estrellada,
finalista del Premio Desnivel de literatura 2011 en España, del Premio ITAS en
Italia y del Premio Boardman Tasker en su versión inglesa después de haber sido
traducido por la misma autora. Esta ópera prima, ha sido presentada en la feria
internacional del libro en Guadalajara, México, en las Universidades de
Harvard, Stanford, y Berkeley en EEUU, además de varios otros lugares en
Argentina, Nicaragua, Honduras, Italia, Canadá y Alemania.
Noche Estrellada, cuenta un
increíble relato de supervivencia y escritura basado en una vivencia en los
Andes bolivianos. Después de una caída de 400 metros de la pared del Ala
Izquierda del Condoriri, la autora pasó dos días y
dos noches arrastrándose gravemente herida por el hielo en la soledad
helada de las alturas andinas antes de poder ser rescatada. También cuenta como
a pesar del daño irreversible en su pie derecho construyó unas muletas
especiales y volvió a escalar montañas extremadamente difíciles.
Debido a la
lesión en su pie, Isabel Suppé descubrió el ciclismo de larga distancia. En
2012, sola, incapaz de caminar sin muletas, y con un presupuesto de exactamente
30 dólares, emprendió un cicloviaje desde California a Nueva York. En ese viaje
lleno de encuentros inverosímiles se basa Viajes con Rocinante; entre
liviandad y pesadumbre.
Fragmento del
libro “Viajes con Rocinante”
Después
de San Diego desaparecen los Wendy’s, los McDonald’s. Desaparecen los carteles
anclas de la normalidad y empieza el limbo entre acá y allá, ente pasado y
futuro.
Piedritas de juguete estrenando su
elefantiasis entre lo rosado y los primeros matices de azul. Retoños verdes
cada vez más escasos entre los bloques anaranjados y blancos.
Más nos alejamos del
océano, más nos alejamos también del azul del aire, del descanso y de las
sombras. La paz matutina se encuentra súbitamente invadida de blanco y de
polvo. Desde las lomas de piedritas con risueña elefantiasis descendemos hacia
los infiernos.
Blancura. Blancura que invade el mundo,
que llena el cielo donde giran discos de ignorancia. Los carroñeros esperan más
que animales y pronto aparecen los campingcars. Pequeños montículos blancos en
medio del desierto. De pronto se transforman en puntos militares. Techos
que ya no reflejan las estrellas. Panópticos con aire de fin de semana.
Sombras, armas y odio más espeso que el
aceite en los techos de los motorhomes. Los Minute Men en busca de un alma en
singular. Necesitan de esa frontera para llenar sus días de polvo y de
blancura. Sin el enemigo, sin los sueños escarlatas y fugaces de una vida
mejor, perderían su razón de ser. Dejarían el mundo de polvo para sumergirse en
otro, sin armas, sin horarios de vigilancia, sin nada. Por eso eligen el
desierto, por eso persiguen a los sueños que sin embargo tiñen su bandera.
Desde los casamóviles del desarraigo se
implantan en el odio de aceite e intentan inmortalizar la frontera de arena
movediza de destinos del presente en su nombre del pasado. Un nombre de
violencia para los sueños escarlatas. Un nombre que además significa vapor de
madrugada. Una taza de café traspasada por una sonrisa mitigadora de la soledad
para Bill o Joe.
No hay donde esconderse entre espinas,
piedras, sed y blancura. Y sin embargo, todos los días algunos sueños
escarlatas burlan los rifles y las sombras vigilantes. Escapan a la sed y
arriban al otro lado de las montañas.
De repente aparece una gigantesca mentira verde.
El verde del azul del Colorado que ya no llega al mar. Invernadero bajo cielo
blanco mientras del otro lado se expande Mexicali como un tumor de metal y
asfalto ardiente. Cambio, exchange, dólares, entramos a México.
Muy sugerente y muy apropiada para este número de la revista, gracias por acercarte a nosotros Isabel Suppe y darnos algo de ti...
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