En este siglo dorado,
dejad que desmadeje aquella hebras
en preludio,
que el ánima de sus cabellos
incendie la nieve negra
¿ yo soy el blanco?
Ya no tengo memoria,
este pueblo me la ha quitado.
En las venas traigo azucenas,
en el cuerpo la espina de la rosa .
No puedo deciros más,
sus ojos me han marchitado.
Esta noche no es oscura,
ni tiene sentido,
la he visto bajo mi capa,
no ha sido su corazón lo primero.
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