El silencio se filtra
por el tuétano y la osamenta,
cruza el esqueleto y se aleja.
La herida s
a
n
g
r
a, se quiebra la piedra.
Fronteras, acero y espinos. El desfile,
la gran farsa de las patrias,
metales, almas, flores sesgadas,
la sangre coagulada que revienta,
las madres somos el vientre del mundo,
no queremos serlo sin embargo,
del mal que lo devora.
Desde la sombra, al ansia súbita de la luz,
vamos huyendo los hombres,
en ese ir y venir ¿Cuándo se nos volvieron los ojos
duros como piedras?
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