Corrientes y vulgares
pasean por las aceras y los
parques
y pasan a tu lado
sin que te des cuenta
porque no son un bicho raro.
Hay poetas
en todos los pueblos y ciudades.
Hay poetas importantes
y otros que no los lee casi
nadie.
Hay poetas con corbata
que nunca han cambiado de
chaqueta.
Hay poetas con zapatos
y otros que andan descalzos.
Hay poetas que escriben una
página
en cualquier libreta.
Los hay calientes como la franela
y otros con tacto de seda.
Hay poetas que meten la pata
y otros que han perdido la
cabeza.
Los hay gordos y bajitos
como chinchetas
o delgados y altos
como puntillas certeras.
Hay poetas para todos los gustos
y de todos los colores hay
poetas.
Hay poetas de bote y maquillaje
y otros que andan con sus versos
a pecho descubierto como
kamicaces.
No hay dos poetas iguales
igual que no hay dos planetas
que tengan la misma hora.
Donde menos lo esperes
allí florece un poeta
que con sus versos consigue
que un año tenga dos primaveras.
Los hay de todos los tamaños
y también de muchas maneras.
Dulces y salados,
picantes y agrios,
como círculos o como rectángulos.
Solo tienes que buscar y
encontrar
en el parterre de alguna
biblioteca
a tu poeta.
Los hay que viven debajo de las
piedras
y otros que vuelan por las
estrellas.
Los hay que brillan como el
barniz
y otros que suenan como la
tierra.
Incluso si te lo propones
tú mismo puedes ser otro poeta.
Te has olvidado de nosotros, de los poetas que sabemos que no lo somos, pero que morimos por serio... A. Pelaez
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