La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Lluvia, por ISABEL REZMO.




Lluvia,
en agosto.
Cae.
La selva de la opacidad.
Duele
el silencio de una flor.
Viene volátil a una pestaña sin ojos.
Se pierde desnuda,
abre la tierra.
¿No lo ves? Es la huella de mis pasos atravesando
zapatos en el aire.
Lluvia... racimo en flor. Agua.
Se me escapó y decidió dejar de aullar ante la luna.

ANTONIO ENRIQUE, poeta.



Entrevista

-Antonio, nos honra tenerle en nuestra revista como Artista anfitrión, como verá, en ella contamos con una variedad de colaboradores: narradores, poetas, dibujantes, pintores, fotógrafos. Algunos de ellos hacen sus primeras incursiones en este mundo del arte y la literatura. ¿Qué les diría?

-Sin conocerlos personalmente, supongo que es poco atento hablarles. Les leería, primero, y después comentaríamos. Siempre me he negado a dar consejos generales, que sin duda los hay. Como el que impartía el maestro Azorín, hoy tan postergado: “decir una cosa tras otra, nunca en medio de otra”, o aquel otro de “no entretenerse”, es decir ir a lo que tienes que decir, sin mirar hacia los lados. En cualquier caso, les sugeriría leer, leer hasta estragarse. Y aprender a mirar con otros ojos, que no los físicos. Les induciría a desconfiar de lo aparentemente lógico. Les haría ver la belleza del silencio, el recogimiento y la soledad. 

-Vemos en su reseña biobibliográfica que es crítico literario. ¿Cuál es la función de un crítico literario?

-Para mí, introducir emocionalmente al texto. El lector de nuestros días es precipitado y con poca memoria; es imprescindible transmitirle la atmósfera de un determinado libro para que su lectura no sea abrupta, esto es motivarlo de alguna manera. Se hace necesario, a mi entender, incidir en lo puramente epistemológico (su estructura y recursos formales). Pero lo esencial es indagar en su sentido profundo: ¿por qué hubo de escribirse el tal libro? ¿Qué aporta de nuevo? ¿Por qué usted (el lector que sea) haría bien en leerlo?

-Cuéntenos una anécdota de sus primeros pasos en la vida literaria.

-En 1972 yo era apenas un adolescente y fui a Madrid para saludar a Vicente Aleixandre. Eduardo Scala me recibió a pie de andén en la estación de Mediodía. Era la vida literaria muy intensa por aquellos años de final de dictadura. Scala me hospedó en una pensión de la calle Hortaleza que había acogido a Juan Ramón Jiménez en una de sus primeras visitas al “rompeolas de todas las Españas”. Vicente tenía unos ojos inverosímiles, de puro verdes y encendidos, y era amable y cortés como he conocido a pocos. Me recibió en su biblioteca y su trato fue distendido y cordial. No hablamos de literatura, recuerdo. ¿Cómo hablar de literatura con un maestro, cuando yo era un muchacho? Por respeto no lo hice. Yo le había hecho llegar con anterioridad parte del Poema de la Alhambra, una selección del cual se publicó años más tarde, y él tuvo palabras de estímulo, que luego me envió por escrito. De lo que hablamos fue de gran música: de Brahms, por más señas. Osadamente, le dije que le darían el Nobel en el 77, lo que así fue. Cuando se lo dieron, me envió palabras de afecto.

-Ser escritor ¿es una forma de vida o un trabajo?

-Ambas cosas, pero, sobre todo, es un destino. El escritor de raza no querría serlo, pero no tiene otra opción. Cuantas veces intenta parar, o hacer otra cosa, la vida se le echa encima. Imposible rehuir esta presión. Sin escribir, no concibe la vida. Tampoco sin leer.

-¿Es necesario el arte? ¿Por qué?

-Nos libera colectivamente de la angustia existencial. Sin arte, dejamos de ser humanos. Nos degradamos, nos deshumanizamos. El arte es un instinto básico. Y el amor mismo no deja de poseer un evidente sentido estético.

-Nómbrenos alguno de sus libros favoritos (de su autoría) y háblenos un poco de él.

-Uf! Son ya 37, y dos que están en prensa, entre novelas, poemarios y libros de ensayo. Y cada uno es una historia, obedece a un instante vital muy concreto. Me siento incapaz de pormenorizar. Pero ya que lo dice, y estamos en Guadix, la trilogía en verso sobre la misma: Santo Sepulcro, El reloj del infierno y Huerta del cielo, más Viendo caer la tarde. Y El amigo de la luna menguante, que también transcurre por aquí. La verdad es que, en poesía, cada libro trae las claves del siguiente. Conforme nos hacemos mayores en edad, es innegable que tendemos al despojamiento. Ante una situación determinada, que cuando más jóvenes nos hubiese inspirado un nuevo poema, ahora nos planteamos si no nos estamos repitiendo. Pero, si la circunstancia es nueva, la pulsión inclina hacia la sobriedad y claridad emotivas: con las palabras de siempre, las “pequeñas palabras”, pueden decirse las cosas más grandes. 

-¿Qué le inspira la lluvia?

-La lluvia me lleva inexorablemente al poema de don Antonio Machado: “Recuerdo infantil”. Me evoca la tristeza de una tarde infinita. Cuando viví en Durango, la lluvia se prolongó durante dos meses. Cuando escampó, recuerdo que iba por la calle y arrojé el paraguas tras una tapia, sin cerrarlo. La lluvia me evoca también a Rosalía de Castro y su Galicia eterna. El orín, allí, es de color naranja sobre la piedra. La lluvia, para mí, son voces de niño en una tarde primaveral cantando aquello de la Virgen de la cueva. Hay en la literatura china un viejo tratado que se ocupa de los distintos grados de la inclinación de la lluvia. La lluvia es exquisita. Los olores que despierta, una sutileza irrepetible en el ciclo natural. La lluvia es un estado de ánimo del paisaje. Con lluvia, pareciera dotado de alma humana.



LLUEVE EN CABELLO DE ÁNGEL

EL AGUA, qué bendición.
La tormenta, sin saber.
Los pájaros juegan
a perseguirse hasta los nidos.
Un relámpago, mientras de los truenos
llega el olor de los campos bajo la lluvia.
Es todo como un estanque
puesto en pie de repente.
Si andas, traspasas sala tras sala
de una morada de cristal.
Qué dulzor el aire, qué alivio en la piel
este olor de espesuras sedientas.
Ni un pájaro en el cielo cinabrio
del sol hundiéndose majestuoso.
Llueve tan suave que parece
el susurro de una madre
junto al niño dormido.
Llueve en cabello de ángel.
Deja que te cubra y se deslice:
también tú llevas una antorcha.

                         De Viendo caer la tarde


Reseña

ANTONIO ENRIQUE nació en Granada, 19 de enero de 1953, en cuya Universidad se licenció en Letras. En esta ciudad vivió hasta 1979, residiendo más tarde en ciudades como Úbeda, Durango, Ronda y Jerez de la Frontera. Desde 1984 se halla establecido en Guadix.
   Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poema de la Alhambra (1974),Retablo de Luna (1980), La blanca emoción (1980), La ciudad de las cúpulas(1980 y 1981), Los cuerpos gloriosos (1982), Las lóbregas alturas (1984), Órphica (1984), El galeón atormentado (1990), Reino Maya (1990), La Quibla (1991), Beth Haim (1995), El sol de las ánimas (1995), Santo Sepulcro (1998), El reloj del infierno (1999), Huerta del cielo (2000), Silver shadow (2004), Viendo caer la tarde (2005) y Crisálidasagrada (2009), El cisne esdrújulo (2013), Al otro lado del mundo (2014), El amigo de la luna menguante (2014).
   

Es autor de las novelas La armónica montaña (Akal, 1986), Kalaát Horra(Muñoz Moya y Montraveta, 1991; reeditada con el título de Las praderas celestiales, Comares, 1999), La luz de la sangre (Osuna, 1997; Quadrivium, 2008)), El discípulo amado (Seix Barral, 2000), Santuario del odio (Roca, 2006), La espada de Miramamolín (Roca, 2009) y El hombre de tierra (Padaya, 2009), así como del volumen de relatos Cuentos del río de la vida (Temas Accitanos, 1991 y Dauro, 2002), Rey tiniebla (2011).
  

 Como ensayista, su labor se sustancia en Tratado de la Alhambra hermética (Port-Royal, 1988, 1991 y 2005), Canon heterodoxo (DVD, 2003), Los suavísimos desiertos (Alhulia, 2005), El laúd de los pacíficos(Alhulia, 2008), Erótica celeste (Comala, 2008) y Las cavernas del sentido (Cajagranada, 2009), siendo asimismo coautor de una Guía de Granada (Anaya, 1991).
   Cabe destacar su vertiente crítica, a la que viene dedicando especial atención, con cerca de cuatrocientos comentarios, publicados en diversos suplementos literarios, "Córdoba", "Málaga-Costa del Sol" y "Europa-Sur" entre los más asiduos, así como en revistas especializadas. Figura en buena parte de las antologías más representativas de su promoción literaria. Pertenece a la Asociación Nacional de Críticos y es vocal de la Asociación de Críticos Andaluces. Poemas suyos figuran traducidos al árabe y hebreo, al papiamento, al rumano, además de las lenguas habituales.
Su obra se adscribe en la denominada "literatura de la Diferencia", a la que dio nombre y de la que fue uno de sus más decididos impulsores, opción estética caracterizada por la heterodoxia sobre las tendencias dominantes. Integra, con los escritores José Lupiáñez y Fernando de Villena, la denominada Academia de Oriente. Ha intervenido en numerosos congresos y dirigido algunos proyectos editoriales, siendo muy activa su labor como conferenciante. En 1996, cofundó con el escritor Gregorio Morales el Salón de Escritores Independientes, que llegó a contar con más de un centenar de miembros. Desde el 2003, ocupa el sillón "Ñ" de la Academia de Buenas Letras de Granada. Ejerció como profesor de literatura en Guadix, ciudad que viene marcando sus obras últimas con su atmósfera y paisaje, impregnándolas de un inédito sentido trascendente, y donde está al cuidado del aula Abentofail de poesía y pensamiento. Aquí le sería otorgado, en el 2001, el premio Ciudad de Guadix a la convivencia, por decisión unánime de todos los grupos que componen su Consistorio.






Gotas de vida, por TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO.



Se atardece el corazón algunas veces de rojo intenso
cuando uno no se lo espera.

Me creía invulnerable, pensaba que podía soportar
toda la soledad que
cabe en una tarde de lluvia,
en unos zapatos mojados
camino de casa.

Han cambiado muchas cosas en esa vida que,
de vez en cuando,
aprieta y ahoga en manantiales de tristeza...

No ha variado en absoluto el olor a tierra mojada,
el aire limpio tras la lluvia,
los charcos que arden en barro
cuando unos los mira de cerca.

Tenía quince años, dos buenos amigos
y una novia que me esperaba
a la puerta del instituto.

El otoño llegó y llegó la lluvia verdadera;
la lluvia de los años,
el otoño de los años
que fueron y que seguirán llegando.

Ahora miro las nubes y lo daría todo
por volver a tenerte.

Y te llamo por tu nombre lluvia, por RAFI GUERRA.



Etérea llama volátil lluvia
lengua de agua lamiendo 
el silencio del alma,
besa la sien con arrullos de amor
moja los pliegues de la cara,
me agarra los dedos y me hace el amor
entre gotas cristalinas, plateadas.

Mojas los ojos pero no la mirada,
no te opongo resistencia
guerrera de turbulentas aguas.
Te preparo un café cálido y fuerte,
nos sentamos y me hablas
de tu entrada sutil , in crescendo
de tu ritmo agitado de fábulas
y miramos las velas a través de las tazas.

La voz llevas rota entre aguas
rayos y truenos te acompañan
en tu feroz batalla,
pero no asomas tristeza
a pesar del odio que en algunos provocas.
Acaricias nerviosa los hombros,
transparencias sobre la ropa,
vaso de agua en la tormenta
a grandes sorbos esparces
sobre la tierra sedienta.

Las moscas se refugian
en los huecos de las casas,
escribo, con agua de lluvia en el pelo,
los pies descalzos, mojados
y de fondo un piano que marca
la suave melodía de tus aguas.

Me divierte escuchar
los infinitos sonidos de tus gotas.

Llueve, por LEANDRO MURCIEGO.



L
lueve como siempre
cuando uno está deprimido,
Gris, muy gris, casi negro.
Como esas tormentas
en las que se nos cae
el mundo abajo,
en las que empiezan
a filtrar los recuerdos.
Ojala pare pronto,
si no -en unos días-
llegarán de nuevo las dudas,
los dolores de huesos…
Y el olor a humedad
entrará por las fosas nasales
hasta manchar el alma.
Llueve.
Y todo lo que hasta ayer era verde
se convirtió en barro marrón,
en gris predicamento.


Nunca llueve en Guadix, por LEANDRO GARCÍA CASANOVA.





Pocos saben que, en las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, apenas llueve porque las cumbres de Sierra Nevada no dejan pasar las nubes. Ocurre algo parecido con la Cordillera del Himalaya: las nubes descargan la lluvia en el Everest y en las cimas del planeta, mientras que unos kilómetros más allá se encuentra el desierto de Gobi porque no recibe ni una gota de agua. Por eso, la Hoya de Guadix y Baza, así como la comarca de Huéscar son semidesérticas, con un paisaje estepario donde sólo hay vega en las márgenes de los ríos. A veces he pasado por la cuesta de Víznar, en dirección a Guadix, y estaba diluviando o bien el cielo tenía un color plomizo por la Sierra de Huétor, amenazando con una gran tormenta. Unos minutos después, en el Puerto de la Mora, la intensa lluvia o la niebla apenas dejan ver la carretera, mientras que no es raro ver a algún vehículo tirado o volcado en el arcén. Pero, una vez que dejas atrás la Venta del Molinillo, aparece recostado en la ladera el pueblo de Diezma, mientras que un sol resplandeciente e intenso te deslumbra los ojos. Y sin embargo, a lo lejos, se ven las nubes trepando por sobre las blancas cumbres de Sierra Nevada. Cuando acaban los bosques de pinos de la Sierra de Huétor, uno se topa con el árido paisaje de la tierra roja de Guadix, tan parecido a Capadocia, donde los dientes de los montes resecos parece que claman al cielo pidiendo que llueva.

Sin embargo, muchos comarcanos piensan que la falta de lluvia se debe a las misteriosas avionetas, que lanzan cloruro de plata sobre las nubes y las disuelven, para que no llueva o no caiga granizo en las cosechas y, también, para que los agricultores planten almendros, un árbol que apenas requiere agua mientras que el precio de las almendras está subiendo. Algo de cierto hay en las temidas avionetas, pues hay videos donde se ven lanzando el producto químico sobre las nubes, que desaparecen poco después. Pero, no es menos cierto que las nubes descargan la lluvia sobre Sierra Nevada, que se convierte en un enorme depósito de agua para Granada, regando su fértil vega. Sin embargo, en Guadix, el cauce del río Fardes permanece seco durante el verano (el agua se deriva a las acequias de riego), a la vez que el clima es mucho más gélido. Antiguamente, el cauce del río Fardes era el único camino que había para ir a Almería, por lo que sólo se podía hacer el recorrido durante el verano, según cuenta Pedro Antonio de Alarcón.

Foehn o Föhn es una palabra alemana que se aplica al viento del norte, de los Alpes. Éste se produce en las montañas, cuando una masa de aire cálido y húmedo tiene que ascender para salvar el obstáculo. Entonces, el vapor de agua se condensa y se produce la lluvia. Sin embargo, en el lado opuesto de la montaña, el aire seco desciende con rapidez por lo que aumenta la presión atmosférica y la temperatura. Esto es lo que se llama el Efecto Föhn. Este fenómeno se puede apreciar también en las cumbres de Sierra Nevada: obliga a ascender el aire húmedo que viene del Valle del Guadalquivir y, más tarde, descarga toda la humedad en forma de lluvia. Pero, al descender el aire por la otra vertiente, aumenta la temperatura y de esta manera se forma el desierto de Tabernas, en la provincia de Almería, y las resecas comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, donde las precipitaciones no superan los 150 mm al año. 

Los romanos llamaron a Sierra Nevada Mons Solis (Monte del Sol), y de aquí Solaria, pues el Sol sale por la montaña, mientras que los árabes la denominaron Sulayr. El poeta de Al-Ándalus, Ibn al-Jathib, llamó a Sierra Nevada “maravilla de la tierra, de donde brotan treinta y cuatro ríos y arroyos”. Entre ellos destaca el río Genil, que significa en árabe Cien Nilos. Pero, así de caprichoso es el clima: agua abundante para la Vega de Granada mientras que para Guadix sólo deja poca lluvia y un gélido frío.




la mujer es un incendio de lluvia, por PEDRO CASAMAYOR RIVAS.


Percibo tu silencio
como un mensaje urgente
invadido de esperma,
con ansia de futuro
y semblante de aljibe.
En la espera me apoyo
con vista en la tormenta,
porque sé que vendrás
a empapar mi cabello
y así desmoronar a la tristeza
que te aleja del cálculo,
del color de la tierra humedecida.
Tu cuerpo es femenino,
las nubes tu manera
de desaguar miserias
sobre tipos que dicen
estar hechos a imagen y afinidad con Dios.
Solo hay tiempo para otro interrogante
en el que sujetar la dignidad:
¿Cuánta lluvia reprime una mujer
tras el ruido de incendio que fortalece a un hombre?