Háblanos un poco de ti.
Me llamo Antonio Carbonell, escribo y fotografío cada imagen que me lo pide al paso. Hallé en la escritura el asidero, una tabla de salvación a la que me aferré de joven. En mi caso, escribir dio sentido a tanto sinsentido colindante. Eran otros tiempos si, los jóvenes hoy no tienen ni idea de lo que fue andar respirando los aires fétidos de la dictadura y la manipulación del miedo gestionada codo con codo con la iglesia católica. La juventud, entonces, éramos nosotros y como brotes nuevos veníamos con todos los bríos. La diosa fortuna propició la muerte del dictador pocos años más tarde.
Tras un lapso de tiempo muy largo, apareció mi primer libro ya cumplidos los cincuenta, gracias al Instituto de Estudios Almerienses, en 2013. “Y tensó el arco”. Al año siguiente, junto a mi compañero entonces, Pepe Criado, la editorial Arma poética, Sevilla, 2914 publicó “Eros en el espejo” poemario homo erótico escrito por ambos. En 2016, la editorial Letra Impar acogió “Que todo parezca”. En 2019, Dauro publicó “Y además…”. Hace un par de meses en Entorno Gráfico ha aparecido “Cien inexactos movimientos”. Igualmente he publicado relatos y poemas en diferentes medios nacionales y latinoamericanos. Colaboré entre 2015 y 2018 en la editorial de Pepe Criado Letra Impar, hermoso proyecto en el que aparecieron casi treinta títulos en varias colecciones, poesía, narrativa, oralidad, ensayo… Fue su sueño acariciado por él durante años y para mi un privilegio acompañarle en esos menesteres y en los últimos años de su vida.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Cien inexactos movimientos?
Entre sus páginas se acomoda un latido dentro del tiempo, un cristal engañoso de transparencias que solidifica con lentitud lo que se retiene y se interpreta del mundo y sus cuestiones, cuanto nos atrevemos a ser afuera de ciertos límites, la coherencia y el compromiso solidario, el arte solo se debe al libre albedrío. No puede ser de otra manera: creo que la honestidad es imprescindible en cualquier atrevimiento artístico y que se debe compartir esa belleza que mancha cuando nos elige.
La poesía también es exigente con sus lectores, no siempre se desviste en la primera cita, a veces uno debe abandonarse como en un mar, ser uno en la marejada, sincronizar con su ritmo. Pero, sin duda, es tarea del autor acercar sus poemas a la claridad que sostiene todo lo sencillo.
Encuentro en este poemario cierta depuración en las maneras. También quiero agradecer el magnánimo prólogo de la poeta Marina Tapia, sus bellas palabras para con mis versos.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Quizá sea su labor de desescombro. La sanación que suele provocar verse en el reflejo de las palabras reunidas sobre el papel…
el libro contiene los impactos, los asombros, el descrédito que intuyo y descifro en los argumentos cotidiano. Atreverse es un riesgo imprescindible cuando quieres tantear la plasticidad de la diferencia.
Su ingrediente principal es una constante búsqueda interior, la curiosidad por los otros y el extrarradio de la costumbre.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Bueno, desde mis primeros intentos con la escritura, hasta la vuelta a la misma creo que muy mayor, y con la certeza de que es ella quien nos elige, mi trayectoria fue y es desigual, poco lineal y menos previsible en cuanto a constancia y entrega. Cuando la escritura me reclama, tejerla es como una artesanía, labor que consume tiempo invertido glotonamente, devorándose con discreción a si mismo, como también le ocurre a quien busca oro.
La constante en mis escritos no es nada original, ¿sobre qué se escribe si no de las aristas e intersticios del vivir y los acontecimientos cotidianos? Me interesa sobre todo buscar y desplazar la apariencia de las cosas, experimentar otros ángulos, ritmos y cadencias. Aunque todo esté escrito, lo interesante se sitúa tras el intento, atreverse a imaginar desde lo igual la diferencia.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Pues acabo de leer un bellísimo poemario, “La veladora” de Gerardo Venteo, libro que recomiendo a los degustadores de la buena poesía. Con exquisita sensibilidad y precisión de orfebre, con una pulcritud poco habitual el poeta nos acompaña desde el recibidor de la casa materna para homenajear en su figura a todas las madres.
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