La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 29 de mayo de 2022

MÁS HILO ROSA PASTEL, por Christian Justicia Sánchez.




 


No te lo creerás, pero levantarme a tu lado cada mañana es lo que me hace empezar con ilusión la jornada. Y es que ya no tenemos la juventud de los años pasados; se notan ciertas arrugas en los pliegues, la palidez ha ganado terreno al rubor de antaño y al menos en mi caso, es imposible seguir adelante sin visitar al doctor. Ha pasado ya tanto desde aquello… Pero aquí estamos, ¡Manteniendo el tipo y de una sola pieza! Saludando día tras día a la luz del amanecer que se cuela por las rendijas de la persiana, y cuando te veo, esa luz que se cuela en la habitación apenas brilla más que la que nace en mi mirada.

De niña era igual, tú ya lo sabes; una personita que se preocupaba por los demás y que además era feliz haciéndolo, que no se acostaba sin construir una casita con cualquier cosa que me encontrara para mis muñecos; una caja de leche, la guitarra de papá o debajo del tendedero. Mientras hubiera techo estarían bien. Yo les decía “buenas noches” y ellos me contestaban lo mismo agradecidos. A rinoceronte le gustaba estar cerca de buey, a jirafa siempre tenía que posarla apoyada en algún sitio porque la pobre tenía las patas torcidas, burrito era de mis más queridos pues me lo encontré en la calle y se notaba en su tamaño que era diferente al resto, no quería que se sintiera un extraño. Tú no habías llegado a mi vida todavía pero ya se podía ver el gran corazón que albergaba para ti. El día que nos unió para siempre aún se veía largo.

¿Me ayudas a preparar el desayuno? Ya no quedan manzanas, pero sé que te gustan mucho los fresones. Déjame preparar las tostadas que no quiero que te acerques a las varillas, no vaya a ocurrir una desgracia. La mermelada de frambuesa se ha acabado, ¿Abrimos otra? Tenemos una de arándanos. ¿Nunca te gustaron demasiado los arándanos verdad? Reconozco que a mi sí. Por eso el pastel de boda estaba trufado con arándanos.

Pocas bodas habrán sido diseñadas con tanto celo como esa; recuerdo que ponía a cada invitado la personalidad de alguno de mis muñecos para ayudarme a organizar mejor, como cuando era pequeña y hacía teatrillos con ellos. Nos dejamos los dedos haciendo manualidades como recuerdos; imanes de nevera con la foto de los afortunados novios, portarretratos donde salíamos en los más variados países del sur de Europa, quedando para practicar la coreografía conjunta de baile de después de la ceremonia y haciendo ramilletes de flores para todas esas personas.

Vamos, que ya está todo listo. Apártate un poco que no quiero mancharte con el jugo de la mandarina. Es importante no mancharse, ¿No te acuerdas cuando te caíste en aquel charco embarrado inmundo de detrás de casa? La de porquería que había ahí y lo mal que lo pasamos para que te recuperaras del susto. Fue hace mucho tiempo pero me acuerdo bien. Ahora hay un bloque de edificios donde había aquel sendero donde caíste. Aunque claro, me hubiese quedado más tranquila de saber que lo mal que lo pasé ese día no se podría comparar con lo mal que lo pasaría el día de la boda.

Ya sabes que para mi es importante saber qué piensa la gente de las cosas más íntimas si estas provienen del corazón. Lo digo porque si vamos a entregarnos en cuerpo y alma a otro, esas cosas deben formar parte de un lugar común. No obstante, ya sabes como es la gente; te tachan de excéntrica y desconsiderada por albergar semejantes ideas. Lo siento por todos y por todo el trabajo perdido, pero ¿Qué no pueden entender que había mucho más en juego un simple banquete? ¿Es que nadie puede hacerse a la idea de lo que es tener lo que más quieres en el mundo hecho pedazos?

No te pongas triste, ven, deja que te roce con mi naricita… Salgamos fuera al jardín, cógeme de la mano. Vaya, déjame ver; creo que hay que arreglar un descosido. A ver si viene mamá con más hilo rosa pastel. ¿Quieres que te lo arregle yo o ella? ¿Con el tiempo os habéis ido llevando mejor eh? Piensa que es la única que me entiende, el resto se han ido todos, pero ahora importa poco. La gente da más importancia a que seas como ellos a que seas como tú realmente eres. Porque ya dirás tú; ¿Cómo vas a olvidar lo que casi arruina tu existencia? Aún recuerdo ese dolor; agudizado por el hecho de que viniera de una manera tan inesperada; los dos allí en el acantilado revelándonos todos nuestros secretos y malas acciones el día antes de la boda, para así poder consagrar el matrimonio desde la honestidad y amor más puros. Entonces lo dice; lo recuerda; lo describe; una niña que se cruzó, a la que sólo vio una vez de pequeño y a la que quiso hacer llorar, y mis oídos dejan de escuchar el batir de las olas porque es ese llanto ensordecedor el que acude de nuevo a mi memoria.

Dicen que no hay peor condena que el no saber cuándo te van a rematar. Pues yo me enfrentaba a algo parecido pero en sentido contrario; me remataron y ahora iba a esposarme con el responsable. A pesar de haber dejado de ser la novia que era, la ceremonia avanzaba imparable. Mis padres y demás familia me azoraba a seguir con el guion establecido y no veía el momento en el que poder parar. Tú estabas en una cajita, olvidada, y yo me consagraba a tu cruel asesino. En la iglesia de camino al altar vi muchas caras mirándome, pero yo sólo te recordaba a ti.

¿No tiene sentido acaso que esté aquí ahora contigo en esta hermosa mañana? ¿Hay manera alguna de ser más feliz? No lo sé y no sé qué pensarás tú, pero yo no me quiero arriesgar. Alguien sabe lo que puede aguantar hasta que le rompen, y cuando le rompen huye para siempre de la fragilidad.

¿Estás triste? ¿No quieres recordarlo verdad? Ven aquí a mi cuellito. Tan suave eres… ¿No ves qué bien se adapta mi barbillita a tus orejotas? Tú tranquila, quédate con que cuando llegué al altar y vi la cara de aquel niñato tenía muy claro donde estaba mi sitio. Ya no era la niña tonta e indefensa que fui cuando te me regalaron. Ven aquí mi amor, deja que te acaricie la barriguita… ¿Qué no ves que me he quedado contigo? ¿Qué no ves que tenemos la casa llena de muñecos y que ningún estúpido ser humano sin alma es más importante que vosotros? Bueno sí… Está mamá, pero ella es distinta, ella nos entiende, no es como aquel niñato; aquel niñato que te arrancó de mis manos y te cortó a trocitos con unas tijeras y te dejó caer en el suelo formando una pila rosa de trapito y te aseguro que al lado tuyo mi alma también yacía apilada a mis pies… ¡Tranquila! ¡Te reconstruí! ¿No ves? Y no sólo eso, sino que cuando aquel cura dijo toda esa basura en nombre de un dios que me había hecho compartir sin yo saberlo lo más íntimo de mi ser y sentimientos con el mismo que me hizo tantísimo mal, comprendí dónde estaba mi sitio. Por eso dije “no” a la esperada pregunta, por eso dije “no” al mundo.

¿Oyes? ¡Viene mamá! Vamos a verla, le tenemos que decir que nos traiga hilo rosa pastel para tu trompita. Ven por aquí. Mira a hipo, luego te dejo en su cabecita que ya sé que te encanta ver la vida desde ahí.

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