La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 14 de noviembre de 2019

UN NUEVO AMANECER, por Marisol Ruiz Tomás


           

          

            Tuve miedo de caer en las tinieblas que se esconden en la oscuridad otra vez, pensaba la luna mientras dormía. Ese lugar donde sólo ves tu dolor, donde no existe nada más y ya nada importa, y lo único que deseas es no volver a despertar. El cielo se había nublado tan rápido que apenas pudo darse cuenta de que ya se estaba dirigiendo hacia ese abismo.
            Pero cuando estaba abriendo los ojos y perdiendo el miedo, entre aquellas nubes negras pudo ver un poco de luz, y su instinto impulsivo le hizo girar hacia ella ignorando el destino que marcaría el rumbo de su elección. De repente, el cielo se cerró por completo, y la explosión de un rayo cayó, que con la fuerza de su temblor la empujó al lado más doloroso de ella que a veces, le complica tanto estar donde siempre. Acomplejada por su oscuridad, y las gotas de esa lluvia tan fría, le hicieron sentir más sola que nunca, envuelta en el centro de aquella de tormenta. Pero la luna, con todas sus fuerzas, pidió ayuda al viento para que alejara de allí aquella catástrofe que no quería sentir, negándose a que todo tomase de nuevo ese tono gris, donde no puede ver los colores de la vida y lo bonito que puede ser estar donde está, deseando experimentar de nuevo la libertad que siente cuando existe la paz en lo más profundo de su alma y su corazón late fuerte porque se siente a salvo.
            En esos momentos tenebrosos que acompañaban aquella noche de frío, hasta la gota más insignificante le pesaba tanto que la inercia le estaba arrastrando hacia ese típico pozo sin fondo donde caer y caer parece no tener fin. Pero no pasa nada, porque ella, la luna, tiene el suficiente coraje para negarse a darle ventaja a la muerte que estaba empeñada en no dejar que su luz brillara como llena que estaba. Cabizbaja, mirando al suelo desde tan lejos, entre las zarzas de las sombras observó que había una pequeña flor de color rojo, igual que el de la sangre de sus lágrimas, mientras iba cayendo en su agujero negro. En esa flor, vio la vida de nuevo, porque solo existía dentro de su corazón. Entonces, miró hacia arriba, y volvió a sonreír, más radiante que ayer. Y volvió a sentir, con más intensidad de la que antes podía. Y el viento, que la vio brillar de nuevo, decidió acompañar su valor y sopló con todas sus fuerzas para poder pelear junto a ella esa batalla a la que vio lidiar con tanto coraje para que no le ganara. Y una vez más, lo consiguió.
- Tuve miedo de caer en las tinieblas que se esconden en las oscuridad otra vez.- Contaba la Luna a Marte. - Pero no. No volveré a ese lugar nunca más. Porque aunque la vida me arrastre hacia sus puertas, ya me sé el camino de vuelta. Ahora en la oscuridad, brillo junto a las estrellas, iluminando esas noches negras y peleando porque no me escondan las tormentas, porque no me siento sola. Así que, si tengo que elegir entre la pena y la verdad, lo que es coherente o lo que no, la tristeza o el valor… Yo, ya he decidido. Me quedo conmigo, así, tal y como soy.
            Y de esa forma la luna consiguió sentirse llena, en esa noche de fantasmas, donde el ruido escalofriante de aquella tormenta, insistía en apagar su luz. Y feliz de ser quien era, dejó paso al sol, y dio lugar a un nuevo amanecer. Y ese día, nació una nueva flor, agarrándose fuertemente a la tierra y alimentándose con el agua de aquella fuerte lluvia que había caído, consiguiendo así resplandecer con sus colores, mas vivos y radiantes, que las del día anterior.

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