Tuve
miedo de caer en aquel agujero acuchillado de agua y fango que tantas veces nos
habían anunciado y que ahora se hacía realidad.
Y vino el lobo, feroz y encarcelado en su venganza, rompiendo las
paredes que le humillaban. Mordió,
mordió con furia la tierra y la garganta de quienes en su cuento no creían,
porque nunca, nunca pasaba nada.
Aquellos
vasos elegantes que no se estrenaron jamás.
El libro de Santos de mi abuela.
La foto de bodas de mis padres.
Los juguetes de mis hermanos. Mis
zapatos gorila. Todo. Recuerdos y pequeños tesoros sucumbieron a la
lengua de barro y agua que, tristemente, anegó nuestras vidas.
Amainó
el viento y cayó la noche. El cielo
había contenido su derrame y el agua se cansó de subir peldaños, dejando un
escrutador silencio entre miradas a oscuras.
Teníamos los pies secos y estábamos a salvo. Solo cabía esperar.
Manuel,
un bebé de diez meses, lloraba. Tenía hambre y para él no había comida. Su mamá –nuestra madre– no estaba. La riada le había impedido llegar hasta donde
estaba el resto de la familia. Un
milagro la trajo a eso de media noche sobre una barca con una cruz roja. Manuel bebió, plácidamente, de la fuente de
su mamá, mientras ella, muy callada, se desbordaba en sal.
Pareció
que la vida volvía a la normalidad, pero un día se despertó el animal que todos
creímos dormido. Cayó en la cuenta de
que tanto no era suficiente, y quiso más; quiso que esta vez, en lugar de agua,
recibiéramos desde allá arriba, la muerte en forma de alas. Y tuve miedo, sí. Tuve miedo de caer en
aquella escombrera de fuego y almas petrificadas.
Esa
tarde, Caronte remó con furia y volvió a ganar otra batalla…
Una pincelada testimonial acerca de la inundación de Sevilla (desbordamiento del arroyo Tamarguillo) el 25 de noviembre de 1961 y días más tarde, ya en diciembre, el accidente de la avioneta que hacía el reportaje aéreo sobre la Operación Clavel (caravana de ayuda a los damnificados de la inundación, organizado desde Madrid por Bobby Deglané) que se cobró las vidas que el agua había respetado.
ResponderEliminarExtraordinario.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen.
ResponderEliminarabsolutamente precioso.
ResponderEliminarMuy bueno, Pepi.
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