La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

sábado, 14 de septiembre de 2019

QUIZÁS, por Concha Vilches




Estaba lloviendo a cántaros un día de este caluroso septiembre. La ropa se adhería a mi cuerpo por la humedad y desde mi ventana observaba, cómo el único movimiento eran las gotas incesantes e impertinentes que encharcaban aceras sin que refrescara el aire.
Como un autómata daba vueltas de un lado a otro de la casa sin soportar esa oscuridad en la que se había sumido la tarde. Salí a la terraza a oler la tierra mojada y un resplandor seguido de un estridente trueno, hizo que me pusiera a “salvo”.
El color de las nubes era gris oscuro, y el de la tarde amarillento.
Me sentía prisionera en la casa, en esta casa de la que podía salir cuando quisiera, pero no hoy, porque llovía y tronaba.
Aunque, ayer no salí por el sofocante calor y tampoco hace unos meses porque helaba, o porque era de noche… ¿Cuánto hace que el sol no tuesta mi piel…?
Si lo pienso bien, no recuerdo el último día que cerré la puerta desde fuera…
¿Será verdad que estoy presa?, ¿en mi propia casa?
Solo hay una forma de averiguarlo, voy a salir. Ha escampado y acaba de pasar un autobús por mi calle, esperaré al siguiente.
¿Dónde están las llaves? Hace tanto que no las uso que no las encuentro.
Por fin. ¡Aquí están!
Aunque, ya es casi de noche, y aún está mojado el asfalto… seguro que ese era el último autobús… Uf, sigue haciendo demasiado calor y me tengo que mudar de ropa…
Quizás no sea el mejor día para salir. A lo mejor mañana…


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