Mi
reconocimiento y mi gratitud para Carmen Hernández Montalbán y para cuantos
junto a ella elaboran esta revista digital ABSOLEM y están en la Asociación
Cultural LA ORUGA AZUL.
Forman
parte del imprescindible aunque reducido grupo de personas que se esfuerzan por
la cultura, la poesía y la belleza; y mantienen en alto ese espíritu tan
necesario en estos tiempos alicaídos para la cultura, torpes para la poesía y
atrofiados para la belleza.
Es un placer
estar cerca de todos ellos.
Enrique
Gracia Trinidad
Currriculum
Enrique
Gracia Trinidad (Madrid, España, 1950)
Escritor y divulgador cultural
Publicaciones
de poesía —1972 a 2017—: Encuentros (1973), Canto
del último profeta (en disco 1978 y plaqueta 1988); Crónicas del Laberinto
(1991), A quemarropa (1992), Restos
de Almanaque (1993),; Historias para tiempos raros (1994),
La
pintura de Xu-Zonghui (bilingue chino-español); Siempre tiempo; Contrafábula
(Poesía reunida 1973-2004) (incluye completo todo lo anterior más el libro
inédito Tiempo de Apocalipsis), Todo es papel (2002), Sin
noticias de Gato de Ursaria (2005), La poética del Vértigo
(Antología, estudio y selección de Enrique Viloria, 2007), Pentimento (2009), Hazversidades
poéticas (antología, 2010); Butaca de entresuelo (2010), Mentidero de Madrid (2011), Ver
para vivir (2013), Juego de Damas (2015), Doble
Juego (antología con Raquel Lanseros) (2015), Al final de la escalera
(2015) Siempre la vida (Antología) (2017) y varias plaquetas no
venales (Juego de damas [muestra], Palabras en Baza, Por
no callar, etc.).
Otras
publicaciones en prosa, artículos, dibujos; y como antólogo y colaborador en
traducciones (chino y otros). Varios de ellos junto a Soledad Serrano y
distintos artistas plásticos.
Entre
otras distinciones, le han concedido accésit de los premios Adonais (1972), Rafael Morales, Torrevieja y Pilar Fdez. Labrador; y los premios a
libro Feria del Libro de Madrid, Blas de
Otero, Bahía, Juan Alcaide, Emilio Alarcos, Juan Van-Halen y Eladio Cabañero.
En
2008 se le concedió el Premio Vicente
Gerbasi, por el conjunto de su obra (Venezuela)
Varios de sus textos han sido
traducidos al chino, italiano, ruso, inglés, francés, turco, japonés, portugués
y catalán, y aparece en más de una veintena de antologías y diversas
publicaciones de una docena de países.
Se dedica a la divulgación cultural mediante
conferencias, teatro, recitales, cursos, talleres, organización de eventos
culturales, radio, etc.
En
wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Gracia
Trinidad
***
MEMORIAL DE ESTA TARDE
Le deseo a la luz
que sepa lo que hace cuando deja a la sombra arrinconada en los toldos,
prisionera en las cajas, desterrada en los sótanos.
Le deseo al silencio
que recuerde su lúcido perfil al salir del tumulto de las calles, del
mercado y la huelga y refugiarse en el beso y la caricia.
Le deseo a la risa
que se estrelle contra los cartapacios y pantallas de aquellas oficinas
que en las torres juegan a ser el músculo del miedo.
Le deseo a la voz
que no devore el sueño, que sepa susurrar, ser confidente amable, ser
bálsamo y remedio de la ira, recurso fiel ante la intolerancia.
Le deseo al espejo
que no se ponga triste,
al esfuerzo que sea fuerte y justo,
al cansancio que tenga más de amor que de miseria,
al futuro que venga a caminar a nuestro lado y no amenace,
al pasado que olvide cuanto tuvo de hiriente o de tristeza,
al presente que ejerza de compañero bueno y tolerante.
Le deseo a la vida
que nos haga cosquillas y no escatime el tiempo de la felicidad.
(de Al final de la escalera)
TRÁNSITO DE LA TARDE
Es la hora
bruja del collar de ruido,
hechicera
distinta de otras horas,
menos
oscura, roja, más amiga.
Esponja
del crepúsculo en que siempre
se refugia
la voz agonizante.
De la
celebración de este momento
nos
quedará después algún sabor
a tiempo
perfumado en la sartén,
corteza de
limón, azúcar duro
hecho
cerezas, vino, pan caliente,
Nos
quedará un aroma silencioso
acostado
en el hueco del reloj
hasta que
se le asuste la inocencia
con tantas
campanadas amarillas.
Por las
aristas de la noche entonces
subirá
gris el agua enrarecida,
más saliva
que lluvia, casi lágrima,
vuelco del
corazón que se despide.
Barrido el
orosol de la azotea,
fugado a
las colinas del suburbio,
se queda
sólo el tobogán, la piedra
donde se
conmemora la batalla
que los
niños tuvieron en el parque.
Tal vez
quede algún resto de nosotros,
que fuimos
tacto y vértigo de besos;
que al
amarnos, tejimos dulcemente
la camisa
de blanca piel, el aire,
que el
nuevo día se pondrá mañana.
(de
Pentimento)
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