La mirada se la ensució un mal sueño,
la sonrisa la borró un desafortunado
recuerdo,
sus rodillas las dobló una presunción de
culpa,
la frente la bajó el sonido hueco de
aquel beso.
La amanecida frontera le alivió el pesar,
nubes transparentes doblaron las
campanas,
amargaron el aliento las palabras nunca
dichas,
las páginas sin leer le avivaron el seso.
Luciérnagas dispersas poblaron su noche,
galápagos hambrientos cruzaron su río,
amaron su
cintura unas manos estériles,
apagaron su fuego los ojos de la sombra.
Jazmines cayeron al suelo de su parque,
cantaron las alondras del año anterior,
buscaba su secreto el cartero olvidado,
tapó su boca el huracán de la hiel.
Salió a la puerta sin pintura,
compró pan caliente sin pensar,
tomó un atajo para llegar antes
y dejar su pequeña maleta mal cerrada
en la última habitación de la otra casa.
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