"A Gabo, abandonado en un caño cuando era un
bebé,
con heridas en el alma y en uno de sus ojos.
Hoy es un precioso perro tuerto, pero feliz de estar
entre nosotros."
Quiero
desenterrar tu primer llanto en casa,
abrazarlo
de nuevo
y
describir el pánico
que
sentí al limpiarte las heridas.
Tú
primera bufanda la tejió
el
lamento de un caño repleto de basura.
Ese rastro
común a las personas,
capaces
de mimar la risa de la muerte
por
miedo a obedecer
el olor
del instinto.
El daño
inofensivo quebrantó tu pupila,
la
hechura de cachorro,
dando
al dolor la excusa mediohumana
para
vaciarte al fondo del invierno,
para
poner seudónimo a tus ojos
mitad roble
novicio,
mitad
fosa silente.
y
esparces por la tierra travesuras
sin
saber que hay humanos
que
erizan su desprecio contra ti.
Pero he
de decir a tu favor
que
limpié aquel caño de desechos
por si
algún día quieres entender
el
motivo del ruido en tu memoria.
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