La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

sábado, 2 de mayo de 2015

Cuento de las orugas azules en el pais de la incultura, por CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN.



I CAPÍTULO


     Queridos niños, erase una vez un país rico en historias, rico en artistas, rico en belleza, pero todas estas cosas permanecían dormidas por una maldición desde hacía siglos. Los reyes que gobernaban ese país, siempre se habían dejado influenciar por las fuerzas malignas, a cambio de falso poder, de manera que las cosas buenas que antes os he contado, permanecían congeladas. Los poetas, sólo podían componer versos que agradaran al gobierno de turno, los músicos sólo podían tocar himnos y marchas fúnebres, los pintores, estaban obligados a pintar retratos del monarca y bellezas muertas... A pesar de todo esto, el arte siempre luchaba por florecer, aun en estado larvario, siendo como es: la expresión más pura y libre del espíritu del hombre, es rebelde por naturaleza.
     En este país nacieron las orugas azules, proyectos de espectaculares mariposas que soñaban con volar un día y despertar a los monarcas del encantamiento fatídico al que se veían sometidos. Las orugas fabricaban seda en cantidades astronómicas pero su metamorfosis nunca llegaba a producirse, porque los ministros de aquel país, recompensados por las fuerzas del mal con una modesta cota de poder, no se lo permitían. Actuaban en silencio, de la manera más sibilina, y en cuanto advertían que el monarca despertaba de su narcótico sueño, ponían en movimiento toda su maquinaria estratégica para administrarle su dosis de vanidad, soberbia y avaricia; de manera que nunca dejaban al rey ser quien era, ni vivir al país. Utilizaban su estrategia infernal, movilizando un ejército de botas que pisaban a las orugas, impulsadas por la envidia...

(¿continuará?)

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