A
Jose Antonio Garcia
Cuantas horas de juventud gastadas,
frente al espejo de cuerpo entero,
esperando que me devolviese
la imagen de tu reflejo.
Cuando las canciones no tenían piedad,
mis micros eran imaginarios,
mis zapatos de piel de caimán
y los cielos de color vino.
Yo queria ser tu y soñaba con ello,
no como tu, sino tu mismo,
y girar por escenarios infinitos
en un tiempo que era nuestro.
Ser tu, y desde la Torre de la Vela,
gobernar un reino intangible,
y que fueran otros como yo
los escribieran este poema.
Con tu camisa de lunares
y tu pose tan chulesca,
que tu sombra fuese mia
y el espantapájaros sonriera.
Desde las arrugas del tiempo,
y con las cicatrices que deja,
soñé con Dios de nuestro lado,
ser cantante de los Cero.
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