“Los plásticos
azules" (José García, Fotografía Imperfecta)
Poner fecha a hechos es, para mi memoria, tarea
imposible. Sin embargo sé que era un niño entonces…
En la
cañada, más arriba de los lavaderos, ya entonces en desuso, se arremolinaban,
llevados por el viento, decenas, seguro que cientos, de olorosos y celestes
plásticos azules. Olían a nuevos, como recién hechos.
Los plásticos azules despedían un olor particular
como a
toalla limpia, a colonia fresca de niño chico. Y es ese olor el que me trae al
presente aquella escena irreal.
Estaban por todos lados. Como una plaga. Se
extendían calle arriba, en la falda arcillosa del cerro dibujando un lienzo
azul sobre la tierra mojada, donde los niños jugaban en los tórridos veranos. Y
semejaba, al Macondo de Cien años de Soledad, a un cuento de un pueblo
inventado.
Las cuevas, medio derruidas. La cal blanca,
manchada con tierra arrastrada por las lluvias torrenciales, de
"nube", tan comunes en las zonas semidesérticas de las provincias del
sureste andaluz. El barrio, tan primitivo y desangelado como lo triste del frío
invierno.
De los recuerdos a veces solo queda la sensación.
El regusto de un sabor que no se olvida. Una imagen o melodía grabada a fuego.
El olor.
No sé qué día era, ni que mes, ni siquiera el año
concreto. Y tampoco tiene importancia alguna.
Digamos, que era la tarde nublada como la de hoy,
de aquel invierno remoto.
Aún a día de hoy no sé exactamente que eran
aquellos plásticos. Si eran bolsas o eran simples plásticos celestes no logro
discernirlo pasado ya tanto tiempo.
De vez en cuando me trae al presente ese olor
dulzón del pasado que no logro olvidar, de esa tarde extraña que no logro
recordar.
Todo empieza por un recuerdo remoto y fugaz, que trae olores y preguntas...la literatura como una dama envolvente lo va llevando todo a su sitio...
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