Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Qué hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
“La vida es sueño” de Calderón de la Barca
En la última década, los países “desarrollados”, hemos pasado de disfrutar de una sociedad de bienestar, en la que los derechos sociales parecían inquebrantables, donde las oportunidades de prosperar, en teoría , estaban al alcance de la mayoría, hasta el punto de sufrir una amnesia colectiva más o menos generalizada, en la que se nos olvida que no fue siempre así, y que esos derechos con los que legítimamente debiéramos nacer, han tenido que ser conquistados a lo largo de la historia, con no pocos sacrificios de vidas humanas en nombre de la libertad, a presenciar el declive de una economía mal gestionada, sometida a la dictadura de un capitalismo imperante y deshumanizado, que incuba y fomenta la corrupción. Así las cosas, habría que hacer una seria reflexión sobre las consecuencias del abuso del poder, que irremediablemente nos aleja a todos de ser personas, y nos condena, más temprano que tarde a la absoluta soledad.
Rey tiniebla es el título de la última novela del escritor y poeta granadino Antonio Enrique que he tenido el placer de leer recientemente, sumergiéndome en la riqueza de su vocabulario y en la maestría de su discurso narrativo. Felipe II, rey del más vasto imperio español donde se decía “nunca se ponía el sol”, con una salud ya quebrantada, ve aproximarse la hora de su muerte. En su prolongada agonía, es asistido por un joven mozo de retrete que Antonio Enrique erige en narrador principal de la novela, personaje de humildísimo origen, al que el rey apadrina con el nombre de Maltrapillo. Felipe II, viéndose rodeado de una corte de validos que sólo aspiran a privilegios y prebendas, se conmueve ante la actitud compasiva del muchacho. La admiración del mozo hacia el monarca y la gratitud de este, se van trasformando en afecto en el trascurso de la novela. El mozo del retrete, es el elemento iniciático que hace tomar conciencia al rey de su plena condición humana, ya que se siente intimidado al tener que exhibir ante el muchacho sus excrementos, la prueba irrefutable de que somos iguales. Ahí, en su debilidad, es donde el muchacho reconoce en el rey, al hombre. Se establece entre ellos un vínculo singularísimo, un diálogo en ocasiones casi telepático. El rey hace examen de conciencia y en ocasiones se interesa por el parecer de Maltrapillo en cuestiones de gran trascendencia.
“-¿Qué harías tú si yo te nombrase noble?-…
- Yo, majestad, procuraría que todos de mis tierras fueran servidos de ataviarse con decoro, y fueran bien comidos y bebidos, con lustre de sus personas, para que se les percibiera la buenandanza hasta en las caras.
- ¿Y sabrían así, Maltrapillo, que tú eras su señor?
- Todos lo reconocerían por eso, majestad, y no como tengo visto de otros señoríos, que muchos pujos gastan, pero sus súbditos van desarrapados. Y digo, dice: ¿qué grandeza hay en esto? ¿Acaso no les deshonra que, perteneciendo a sus casas, padezcan hambres? Los míos los reconocerían, aun sueltos en la corte. No habrían de preguntarles de dónde proceden. Sabrían todos que de mis tierras.”
De: “Rey Tiniebla” de Antonio Enrique
El rey y Maltrapillo, aun siendo dos personajes antagonistas uno del otro, por pertenecer a dos estratos sociales radicalmente opuestos, tienen en común que ninguno de los dos ha conocido otra condición que la que les es impuesta desde su nacimiento; el rey es rey, como maltrapillo es parias desde la cuna, de ahí su acercamiento desinteresado, que en la realidad puede resultar bastante inverosímil. El mozo del retrete es el Karma del monarca, la voz de su conciencia…
“¡El poder! este poder, consistente en que mires donde mires todo es tuyo, necesita de una justificación que lo fundamente: la voluntad de Dios. Si no es por designio superior, la desproporción entre un hombre que manda y millones que obedecen es tal, que nada puede justificarlo, con lo cual la locura suple esa voluntad divina…”
De: “Rey Tiniebla” de Antonio Enrique
Por tanto el argumento de la novela tiene plena vigencia en la actualidad, ya que nos hace reflexionar sobre muchos de los desmanes causados por el poder. Esta obra es una novela histórica en toda regla, en esto discrepo de la opinión de su autor, ya que está escrupulosamente documentada. La novela histórica, lejos de ser una crónica, es una recreación de hechos ocurridos, cuyas motivaciones no tienen por qué ser verídicas, pero han de resultar creíbles para los lectores; esto es lo que la hace novela y lo que la diferencia de la historia. Recomiendo su lectura, en primer lugar, por su riqueza literaria intrínseca y en segundo lugar, porque en tiempos como los actuales a la humanidad le hace falta buena memoria. ¡Chapeau, querido Antonio!.
Carmen Hernández Montalbán
Tiene muy buena pinta. Tomo nota. Saludos
ResponderEliminarDeseando de leerla, muy buena sinopsis, como siempre gracias Carmen!!!
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