Llueven versos y amanece.
El silencio trae luz a la oscuridad.
Abro tu obra,
desplegando páginas cual vuelo de mariposas.
Deteniendo el tiempo en relojes sin destino.
En un imposible,
regresan sombras sin censura en la lectura.
La rutina se marchita -igual que humeante vigilia-
próxima al ocaso de tus lados.
En mi deseo de tenerte,
conquisté entre páginas la inmortalidad.
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