La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 18 de abril de 2024

‘Una tela de araña que abraza y libera’: Entrevista a Gerardo Rodríguez Salas

 




Revista Ahorateleo

Editado en Guadix, Granada 

por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"

ISSN  2952-5721


Querido Gerardo, háblanos un poco de ti.

Soy profesor de literatura inglesa en la Universidad de Granada. En 2017 me decidí a dar el paso de publicar mi creación literaria y fue con la colección de relatos Hijas de un sueño (Esdrújula). La muerte de mi abuela me provocó una tremenda sensación de orfandad. Sentí que la generación que ella representaba, que había vivido los horrores de la Guerra Civil y sus efectos, nos dejaba. Esta colección de relatos recrea el pueblo imaginario de Candiles y combina el lirismo de una prosa sencilla y poética con la recuperación de las hablas rurales y la memoria oral de las mujeres de pueblo. Pensé que mi incursión literaria empezaría y acabaría ahí, pero una vez abierta la puerta de la escritura no pude cerrarla. Como me decían que los relatos de Hijas de un sueño eran muy teatrales, adapté el que da título al libro y escribí un texto teatral titulado Vulanicos, que publicaron el Patronato García Lorca y la Diputación Provincial de Granada inaugurando la colección ‘Teatro bajo la arena’ en 2021. El director de escena jienense Tete Cobo llevó estos personajes a las tablas en una exitosa adaptación, que recorrerá en breve algunos pueblos de Granada. El lirismo siempre ha marcado mi escritura porque siento que es en la poesía donde más puedo aportar a la literatura y, así, en 2020 vio la luz mi primer poemario, Anacronía (Valparaíso), donde exploro la pérdida de un hermano a través de un viaje a las Antípodas que se convierte en un viaje hacia la reparación. Y ahora acaba de ver la luz mi segundo poemario, casi cuatro años después, también con Valparaíso: Los hilos de la infamia.

¿Qué podemos encontrar en las páginas de Los hilos de la infamia?

Es un libro muy distinto al anterior, Anacronía, donde buscaba una elegía sencilla y de lenguaje directo para combatir la pérdida de un ser querido. En Los hilos de la infamia, como dice Ángeles Mora en su magnífica contracubierta del libro, me enfrento a ‘la ruina material y moral de nuestro tiempo’ y lo hago a través de un juego intertextual donde dialogo con la tradición literaria universal, también con sus silencios y ausencias. Puesto que el motivo del tejido marca mi obra (mis padres eran tejedores), las escenas de los tapices de Aracne y Atenea me sirven como punto de partida para dialogar con la denuncia de la irreverente Aracne y traérmela a nuestro mundo fragmentado. Como dice Ángeles Mora, intento buscar sentido al espanto que nos angustia en este mundo que parece irse al traste. El resultado es una tela de araña que abraza y libera en lugar de una que atrapa. El público lector tiene un papel activo y debe tejer estos hilos si se atreve a adentrarse en sus páginas.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Yo creo que precisamente en el juego. Hay un juego pos-posmoderno que subyace a esta propuesta, tanto en el diálogo continuo con voces de la literatura universal (clásicas y contemporáneas) como con el juego métrico de los distintos poemas. Aunque se puede percibir una voz unitaria que va tejiendo estos retales en un mundo fragmentado, donde aparentemente no hay sitio para una nueva creatividad, la araña que va tejiendo esta tela nos propone este juego polifónico para aprender a habitar la ruina en la que vivimos.

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Para mí cada proyecto literario es una indagación con entidad propia. A primera vista, y a juzgar por mi explicación en la primera pregunta, puede parecer que mis apuestas creativas son muy distintas entre sí. ¿Qué tiene que ver la ruralidad de Hijas de un sueño y Vulanicos con la lírica y sencilla elegía de Anacronía y con el barroquismo y laberíntico tejido de Los hilos de la infamia? Creo que en todos ellos subyace, espero, una voz lírica que, aunque ecléctica, tiene ciertos rasgos distintivos en esa polifonía que la recorre. Por otro lado, hay una apuesta contundente por rescatar la memoria, tanto personal como colectiva, dialogar con nuestros procesos identitarios y con la herrumbre del mundo en que vivimos. Para mí, como gritaban las feministas de segunda ola, lo personal es político. Y esa premisa marca toda mi escritura. 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

El último libro que he leído, y he disfrutado muchísimo, es Perder el tiempo del poeta Guillermo Marco Remón. Parte del lugar común del tempus fugit para reflexionar sobre la necesidad de salir de la lógica capitalista del tiempo en la que estamos inmersas e inmersos, precisamente para abrazar nuestra finitud y disfrutar de ese tiempo que se nos ha regalado. Y lo hace con una madurez y una honesta sencillez que sobrecogen. Hacía tiempo que había leído algún poema suelto en redes y tenía ganas de encontrar el momento para leerlo pausadamente.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Siempre hay nuevos proyectos. Por lo pronto, un poemario, bastante avanzado, donde quiero profundizar en un tema que ha ido apareciendo desde el principio de mi incursión literaria: las identidades queerHijas de un sueño (relatos como ‘Babel’ y ‘A la vuelta de los sueños), Anacronía (poemas como ‘Hongi’) o la última sección de Los hilos de la infamia. A ver cómo y cuándo se materializa. Pero, por ahora, enredémonos en estos hilos.


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