La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 18 de abril de 2024

Entrevista a Antonio Lara Ramos, autor de Nueva York inside.

Revista Ahorateleo

Editado en Guadix, Granada 

por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"

ISSN  2952-5721


Querido Antonio, háblanos un poco de ti.

Hablar de mí me resulta complicado, he estado en tantos sitios y proyectos que no sabría cómo ponerlos en orden para hacer un relato coherente e hilvanado. He ido dando saltos y huyendo de lo que consideraba que estaba bajo la impronta de la mentira y la falsedad, cuando no de la decepción. Pero lo que ha caracterizado mi trayectoria en la vida ha sido en seguir mi criterio y las ideas que creía más justas conmigo mismo y en mi relación con los demás. En ello, expresarme a través de la escritura quizás haya sido el mejor modo de conseguirlo. La investigación histórica, el ensayo o la literatura han llenado mi vida, sin eludir que, como ciudadano del mundo, mis opiniones tenían que verse reflejadas en artículos que expresaran lo que pienso del mundo que nos rodea y lo que nos depara.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Nueva York: inside?

En Nueva York, inside. Tras los pasos de Federico vamos a encontrar una aventura por la gran metrópoli de nuestro tiempo, la que sirve de referencia y marca, acaso, el futuro hacia donde se encamina gran parte del planeta. Todo ello realizado en un juego entre la literatura de viajes y la inmersión en la realidad percibida al visitarla. A ello habría que añadir la figura de Federico García Lorca, en quien he encontrado algunas claves que él ya nos desveló de esta ciudad.

En ese devenir por la ciudad, encontraremos un diálogo con el rumor de sus calles, la enormidad de sus edificios, las maneras de vivir de sus gentes o las múltiples realidades que nos evoca la singularidad de esta enorme urbe, en una conversación alejada del asombro y la admiración que impone al visitante, curiosamente algo que puede resultar difícil cuando hablamos de en una ciudad construida para la seducción y la prestidigitación, con una escenografía teatral única. En la medida de lo posible, las crónicas que contiene el libro tratan de alejarse de la fascinación y de la mera contemplación de lo que en apariencia  se muestra al visitante.

 

¿En qué ingredientes reside la fuerza de este libro?

 Es una narración que se acerca al lector, transmitiendo las mismas sensaciones que él podría sentir si en ese momento caminara por las calles de Nueva York. Dos de los comentarios más frecuentes que me han hecho quienes han leído el libro han sido: su lectura les ha despertado un gran deseo de viajar a esta ciudad, para los que aún no la han visitado, así como descubrir en sus páginas aspectos sobre los que no habían reparado, aquellos que habían estado en ella.

Recordar las impresiones que esta ciudad ha causado en otros viajeros, como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Julio Camba, Javier Reverte o Antonio Muñoz Molina, nos hará apreciar otras visiones de la ciudad. Pero, sobre todo, la evocación de aquel mítico viaje que emprendiera García Lorca en 1929, y que le inspirara la gran historia contenida en Poeta en Nueva York.

He querido, siguiendo la tradición de los viajeros que visitaron España en los siglos XIX y XX, tener en este recorrido por la Gran Manzana a mis propios cicerones: esos ‘sabios’ que se mueven con desparpajo en el interlineado de la vida neoyorkina, a modo de improvisados guías, representantes de visiones tan distintas de una misma ciudad. Edgardo, Shannong, Guadalupe o Wendy son algunos de ellos, capaces de aproximarnos a las otras señas de identidad que evidencian que Nueva York es mucho más que la atracción y la sorpresa que genera a simple vista.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

He ido evolucionado en distintos registros como escritor, sintiéndome cómodo en cada uno de ellos a medida que los profundizaba. Mis primeros pasos fueron los de la investigación histórica y, por tanto, publiqué distintas monografías sobre temáticas relacionadas con la economía, la sociedad o las mentalidades en distintos periodos históricos. Después se fue abriendo camino el interés por la ficción e inicié una carrera literaria que acumula ya cinco novelas, con un registro distinto al lenguaje más científico y de análisis de datos y documentos del libro de historia. Entre ambas trayectorias se cruzaron los ensayos sobre temas educativos y las dos biografías sobre dos personajes entrañables: Pedro Antonio de Alarcón y Matilde Cantos. Y esa otra presencia en la prensa con artículos de opinión sobre temas de actualidad. Un escritor es hijo de su tiempo y no puede  abstraerse de los hechos que le rodean. Muchas veces se ha criticado que los intelectuales están aislados en su burbuja de cristal, algo que nunca debe ocurrir.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Ahora estoy leyendo No te veré morir de Muñoz Molina, pero el último que leí fue Arena de Miguel Ángel Oeste.  La razón por la que elegí este libro es porque quería aproximarme a la literatura que hacen los autores más jóvenes que tienen proyección nacional. Ver cuáles son los temas que abordan, cómo se expresan y cómo construyen las historias que vierten en sus libros.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Tengo algunas ideas que me rondan por la cabeza y una novela que ya va perfilándose en mi mente, pero todavía no ha arrancado. No lo hará hasta que marque más distancia con los dos trabajos de reciente publicación: Nueva Yor inside y el ensayo La sociedad que (des)educa. No obstante, no dejo relegada la escritura, los artículos de opinión en la prensa va teniendo continuidad y se publican con cierta frecuencia. La mente no hay que dejarla descansar demasiado. 

 

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