La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 30 de octubre de 2022

LOS RUIDOS, por Consuelo Jiménez.

 


Me atrevo a escribir que en el antiguo hueco de la memoria

hay acopio de todos los ruidos.

Silbidos livianos como el chisporroteo anaranjado de pájaros

cantores

o el crujido de los huesos de la mano ante el golpeo brusco de la ira.

Sucede lo mismo en el libro que yace sin abrirse sobre la mesa,

cofre pleno de sonidos del silencio de un nombre.

¿Me escuchan?

Agudicen el oído.

Digo que los días se quedan atrás, que hay cansancio,

que me gustaría mecerme en la apacible brisa de la tarde,

aunque el murmullo de las nubes

deja la evidencia de que no se puede huir de la tormenta,

ni de la locura ni el terror.

Entre el claroscuro de la costumbre se acentúa el zumbido

de una insignificante avispa, su bisbiseo esconde el privilegio

de la perseverancia,

y entre idas y venidas, casi sin ruidos, se alza con su presa,

una ínfima porción de carne, asida a su cuerpo,

viaja hacia su casa, lugar de larvas,

donde no existe ese run run

de tener que hacerlo mejor de lo que lo hacen.

Ellas, no tienen siempre la sensación que arrastro yo,

de que nunca escribo el poema

lo suficientemente bien que debería.  

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