La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 10 de diciembre de 2023

Entrevista a Eduardo Moreno Alarcón, autor de Ojos de vidrio.


 


Háblanos un poco de ti.

Buff… A ver qué digo ahora. Me considero una persona muy afortunada. Doy gracias a la vida por tener a mi lado a una mujer maravillosa (responsable de que escriba) y contar con amig@s del alma. Trato de disfrutar con las cosas sencillas. Odio los egos. Adoro el teatro y la naturaleza (salgo de ruta senderista con frecuencia). Siento la música como una parte de mí. Me gustan el orujo y el buen whisky de malta escocés. No entiendo la vida sin escribir. Soy un apasionado de la literatura fantástica desde que era adolescente. Puedo ser mi peor enemigo. No quiero dejar de aprender.

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Ojos de vidrio?

Se trata de una novela corta de terror psicológico sobre el mal que es inherente al ser humano. No emplea un miedo de sobresaltos, sino que se sirve de la atmósfera y los traumas para crear un clima de tenso desasosiego. Es una historia muy intimista y cotidiana que ahonda en la psique más oscura de su protagonista, Alejandra, una preadolescente inadaptada, en pleno cambio físico, que vive a atrapada en un entorno opresivo: casa, familia, amigas, un pueblo cerrado sobre sí mismo. Se ve perseguida por fantasmas del pasado y del presente.

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Ismael Martínez Biurrum, autor del prólogo, define la novela como una historia de adolescencia y fantasmas tan sutil como implacable. Personalmente, considero que la fuerza del libro reside en tres aspectos: la ambientación cotidiana rural, la atmósfera opresiva y el enfoque psicológico de diálogo interior a través del uso de la segunda persona. La prosa, precisa y poética, también juega un papel esencial. Por último, me gustaría destacar la cuidada edición a cargo de InLimbo, con una portada tremenda.

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Un camino de aprendizaje, descubrimiento, esfuerzo y disfrute, en el que he tenido la fortuna no sólo de publicar, sino, sobre todo, de encontrar personas con un talento impresionante. Como digo siempre, no hay mejor regalo que compartir esta aventura creativa. Intento buscar nuevos retos, propuestas diferentes. Narrativamente, he ido ampliando mis influjos y acercándome a una prosa más precisa, con pinceladas poéticas, desprovista de ornatos superfluos. Siempre me esfuerzo en mejorar.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez. Tenía muchas ganas de adentrarme en su universo y prefería hacerlo leyendo, en primer lugar, sus libros de relatos. Esta lectura me ha fascinado. Maravillosa escritora. Una maestra de lo inquietante.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Pues sí, actualmente estoy trabajando en un libro de cuentos de agro-horror (un género naciente deudor de Ofrendas, de mi admirada paisana Ana Martínez Castillo). Por otro lado, en 2024 verá la luz una antología homenaje a la escritora Shirley Jackson en la que he tenido el honor de participar.

Entrevista a Pura Fernández Segura, autora de Ciega claridad.

 


Háblanos un poco de ti.

Para empezar decir que hablar de mi misma, me resulta harto complicado. Sobre todo porque la percepción que solemos tener de nosotros es cambiante, brumosa y a la vez nítida, cuando la memoria bondadosa,  nos retrotrae a la edad de la inocencia. Pienso, que si algo nos define  es el tiempo de la infancia, con esa impedimenta apagamos el hambre y la sed del camino y abrimos el corazón  a los otros. A veces también quedamos sorprendidos  preguntándonos quien  pueda ese ser extraño,  que lleva nuestro rostro y que  apenas conocemos. Así pasamos la vida intentando averiguar quiénes somos y tengo mis dudas de que al fin lo logremos.

En cuanto a mi formación académica, soy Licenciada en Geografía e Historia y Grado en Ciencias Teológicas. Poeta, amante de la lectura e intelectualmente inquieta. Me ha interesado el estudio y el conocimiento en general como medio para entender  y dignificar mi  mundo y el mundo. Disfruto con la pintura y la música. Comparto a partes iguales mi gusto por la ciudad y  la contemplación de la naturaleza.

Comencé a escribir desde pequeña, cuando tuve conciencia de por alguna razón   mis ojos miraban las cosas de manera distinta, al resto de los niños de mi edad.

Detesto la ignorancia y  por esa razón intento leer, estudiar y profundizar en aquello que me interesa.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Ciega Claridad, tu último poemario publicado?

Bueno, el  título del poemario, Ciega Claridad, puede dar algunas pistas sobre su contenido. He querido  fusionar dos palabras aparentemente enfrentadas: ciega y claridad, mediante el sortilegio del lenguaje poético, procurando que  cobren sentido y provoquen distintos pulsos interpretativos. Pulsos que transitan en torno a dos vertientes. En la primera, oscuridad y luz aparecen como elementos contrarios que se amalgaman en torno a la búsqueda de la identidad del ser y el deseo de transcendencia. Hay en este poemario un deseo de expresar esa pulsión que nos empuja a religarnos con el misterio, con lo Otro o si se quiere con  Dios desde una perspectiva creyente, como es mi caso. Es preciso atravesar la noche para contemplar el resplandor de la aurora. Cruzar el silencio y su desierto para dar con el agua y la sombra de las  palmeras. Será allí el lugar propicio  para las manifestaciones epifánicas. Cuando el sol está en su cenit y desaparece la sombra, porque quien se atreve a elevar la  mirada aún a riesgo de perder la los ojos,   descubre un espacio de luz extrema, un punto ciego, en el pudiera estar la nada y todo. Espacio lindero donde adivinamos la presencia de lo  sagrado, el deseo de completud, aquello que apenas somos capaces de decir porque rebasa la palabra misma.

En la segunda vertiente, el poemario transita por la luz y la oscuridad que en este caso, se plasman como principios coadyuvantes que vertebran la existencia humana: por un lado el amor, la belleza, el desprendimiento o la compasión y de otro lado el mal moral representado por la guerra, la soberbia, la hipocresía, la injusticia o la ambición desmedida.

Ambas vertientes fluyen ensambladas en las dos partes que conforman este poemario: Temet nosce y  cerrado de mis horas.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Pienso que Ciega claridad se compone distintos elementos conceptuales que van orquestando un discurso poético  que le da unidad de sentido y solidez. La indagación, el  despojamiento y la introspección con que fueron  saliendo a la luz estos poemas, estimo  que  le infunden fuerza y verdad a una poesía depurada, sin artificio y que  aspira a conmover, provocar la reflexión o la interpelación.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Pues supongo que he ido creciendo, aprendiendo y consolidando mi forma del “decir poético”. Si me resulta difícil hablar   mi misma, más complicado me resulta explicar o argumentar  acerca de la poesía que escribo, prefiero que  el lector  dé su opinión o en su caso el crítico.

 Sobre  Ciega Claridad,  entre otras cosas, se ha dicho que es un libro de madurez en el que la pulsión lírica adquiere una voz genuina que se reconoce por su singularidad. Poemas  impregnados por ese misterio inspirador que hace de la auténtica  poesía, verdad y emoción. Y donde  confluyen contenido y forma, experiencia vital, además de  una sólida formación intelectual.  Versos profundos que exhalan la zozobra que procura la mordedura del tiempo y también la claridad del amor que sostiene fragilidad  que nos acompaña.

Opiniones generosas que no puedo sino agradecer y que animan a seguir aprendiendo y profundizando…


¿Qué libro estás leyendo? ¿Por qué lo elegiste?

Pues ahora estoy leyendo una Antología de  textos filosóficos de María Zambrano.  A la par ando con la lectura de la obra de algunas escritoras y escritores de  cuales vengo impartiendo un Ciclo de Conferencias, en el Aula Permanente de la Universidad, en su sede de Guadix.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Sigo escribiendo… y a saber si cuajará o dará en un nuevo poemario.

No hay prisa, los libros salen cuando ellos quieren. Sólo hay dejarse para escuchar en silencio, lo que nos viene dicho…

 


Entrevista a Alicia Choin, autora de El peso de las mantas.

  




Háblanos un poco de ti.

 La versión oficial, la que se pone en el c.v., es: licenciada en Traducción e interpretación, me dedico al mundo de la traducción desde hace casi 25 años, y participo activamente en actividades literarias y musicales. La versión vital es que soy una apasionada del momento porque soy consciente de la fugacidad de la vida. Lo que tengo en este instante es realmente lo que tengo. Me encanta viajar, la historia, el arte, la música, los idiomas, la escritura/lectura, la naturaleza, cocinar, cantar, bailar… Sé que gran parte de estas aficiones son comunes en muchas personas cuando se les pregunta. Para mí no solo son una respuesta verbal, son una respuesta de vida, de mis minutos, de mis días… Me siento muy afortunada con mis amigos y familia. Aunque suene a tópico, adoro a mis hijos. Me entusiasma mi trabajo. Me encanta reír y pisar la vida dando saltitos como hacen los niños. Por supuesto hay horas grises en las que siento la necesidad de llorar por las esquinas, pero la mayoría de mis momentos son soleados, por lo que me siento muy afortunada. Tenemos que recordar que el mal tiempo es temporal.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El peso de las mantas?

 Un reflejo de la vida: amor, desamor, pasión, familia, amistad, traición, venganza… Encontramos también referencias históricas que se enmarcan en la época en la que se desarrolla la novela (años 30 y primera mitad de los años 40 del siglo XX). Pero sobre todo, la consciencia de que la persona está por encima de los hilos del poder y que en todas partes hay gente buena y mala.

 

 ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 En la exploración de la persona como ente autóctono e individual.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 Ha sido un camino con sus altibajos. Los primeros años, tras la publicación de mi primer libro, seguía sin considerarme escritora. Recuerdo que incluso me daba cierto pudor decir que era escritora. Me acercaba al mundo literario de la misma manera que me distanciaba. Había momentos en que me preguntaba “¿qué hago yo aquí?” Pero luego surgió dentro de mí una consciencia literaria y de confort con ese entorno en el que he hecho grandes amistades y disfruto de la maravillosa sensación de descubrir a los demás y descubrirme a mí en la palabra. En la actualidad, la escritura es parte de mi cotidianeidad como lo es mi otro trabajo en el sector de la traducción, la música, mi familia y mis amigos.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

El libro de sonetos maravilloso “La luz que no nombro” de mi amigo Paco Sánchez que estará disponible en febrero. Paco tuvo la generosidad de pasármelo para que lo leyera y ha sido todo un descubrimiento. Sus sonetos tienen el ritmo perfecto y sumergirse en su lectura es adentrarse en un trepidante mundo de sensaciones y sentimientos con el que nos sentiremos tan identificados como parte de nuestra experiencia vital.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Estoy terminando un poemario de tono más optimista. Mis hijos a menudo me preguntan por qué gran parte de mi poesía es triste. Siempre les digo que me parece que los poemas tristes tienen más peso que los felices y llegan más hondo. Pero reflexioné sobre sus palabras y decidí escribir un poemario que exaltara la belleza y felicidad del amor sentimental. Estoy pensando también volver a los relatos cortos, un género que me encanta y que he tenido un poco abandonado en los últimos años.

 

Entrevista a María Pizarro, autora de Campanas de libertad.



Háblanos un poco de ti.

Soy poeta y actriz, aunque como decía mi padre, cada uno se gana la vida como puede: trabajo para la Administración de Justicia y soy Experta en Criminología. Tengo voluntad para la organizar eventos, aunque no soy gestora cultural. Desde 2015 coordino un Festival, que tiene su origen en República Dominicana, ideado por la poeta y diseñadora gráfica, Jael Uribe, Grito de Mujer. Con él he recorrido toda la provincia de Córdoba, con recitales poéticos y musicales, y exposiciones de obras de arte. Marzo de 2024 será nuestra décima edición. Son muchos los artistas que han pasado por este festival, y yo estoy francamente orgullosa de haberlo mantenido durante una década, en defensa de la mujer y contra la violencia de género, ambos aspectos tan necesarios en la sociedad de hoy en día. También colaboro, siempre que puedo, en festivales y eventos con carácter solidario o social. Para mí, este matiz es fundamental. Casi todos mis libros tienen una intención, una denuncia. Y si en alguna ocasión se me ha pedido que definiera mi poesía, he dicho que es social, sin lugar a duda.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Campanas de libertad?

Campanas de libertad es un ejemplo claro de este tipo de poesía con mensaje social: aborda la problemática del juego patológico. Es una llamada de atención, una alerta contra esta situación: nos venden el juego por televisión; en internet es accesible incluso a menores, y todos nuestros barrios están plagados de salones de juego.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Creo   que está en la dulzura y la ironía de sus poemas: en la forma de presentar al “jugador”, la esperanza de la curación, la comprensión y en el respeto hacia el enfermo y su entorno; las anécdotas y los juegos infantiles que ocupan la parte central del libro.     

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 Soy una escritora que se toma su tiempo: he intentado que mis libros no sean uno el calco de otro. Y eso me lleva sus horas de reflexión. Aunque como he dicho, no se pierde esa orientación social en cada uno de ellos, al menos he intentado que en la forma sean diferentes: utilizando métricas o gustos estéticos dispares. Por ejemplo, en mi libro Miembro fantasma, con el que obtuve el Premio Solienses en 2016, dediqué un capítulo al haiku; seguidamente en La libertad de la herida, solo utilicé esta métrica, y aunque me gusta mucho, no he vuelto a utilizarla. Es cierto, que la poesía breve es mi favorita, y en Campanas de libertad, era necesaria una poesía desnuda, que permitiera al lector la reflexión y dilucidar sus propias conclusiones. Debemos tener en cuenta que no es un tratado, ni un estudio sociológico, sino un libro de poesía que habla sobre la ludopatía. Aunque en su forma, hay quién me ha dicho que conecta con mi primer libro: Lyrica 75, éste también surge de una necesidad personal y algún día contaré si volviera a editarlo.    

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Ahora mismo estoy leyendo “El libro de la desobediencia” de Rafael Courtoisie, que tiene como escenario un Japón fantástico y milenario. Soy tallerista de este escritor    uruguayo e intento conocer su obra. Tengo pendiente, me lo acaban de regalar “Donde anida el rayo” de la poeta también uruguaya Amanda Berenguer

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Tengo dos libros que saldrán de forma inminente “Días ridículos”, que curiosamente escribí hace más de veinte años, y se quedó en un cajón. Ahora lo ha recuperado la editorial Aliar de Granada, para su colección Averso. Esta ciudad es muy importante para mi trayectoria, fíjate que los primeros poemas que publiqué fueron en la ciudad de Guadix, en un libro colectivo llamado Menacir. Y me llena igualmente de satisfacción la antología Distopía (en femenino) recopilación de Pepa Merlo, también con la granadina, Elenvés editoras, publicada este mismo año.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

Entrevista a Isabel Bermejo, autora de Sin norte por mis ojos.

 


Háblanos un poco de ti.

Empezando por mis orígenes, puedo decir que soy de Ceuta, una tierra ubicada en un enclave especial, entre dos mares (como tocara Paco de Lucía), con una luz y una paleta de colores inigualables. Mi infancia y juventud allí, la mescolanza de culturas, gastronomía, religiones, el ambiente familiar rodeada de libros, tebeos, oleos y maderas para tallar, costura… me forjaron en múltiples aspectos, algunos de ellos fundamentales, porque han permanecido a lo largo de mi vida: la tolerancia ante la diversidad, la creatividad y el amor por la lectura y la escritura, que empecé a ejercitar desde los ocho años. Además, siempre me he sentido empujada al aprendizaje, mi sentido perfeccionista del trabajo y el miedo a la mediocridad, han hecho que, a lo largo de mi vida, no haya dejado de aprender y profundizar.

Más tarde, en Granada, encontré mi segunda ciudad, un lugar para vivir y también soñar. Aquí me formé como universitaria y tuve la suerte de vivir una época dorada a nivel cultural aquí. Tuve el privilegio de conocer y compartir muchos momentos entrañables, literarios y divertidos con profesores, compañeros de la Facultad y conocidos muy influyentes en la vida cultural a nivel nacional, como Javier Egea, Juan Carlos Rodríguez, Álvaro Salvador, Luis García Montero, Andrés Soria, Antonio Carvajal (quien me presentó a Carlos Cano), Ángela Olalla, Sultana Whanón, J.J. García, Jesús Ortega, Enrique Morente… y, cómo no, el alma de tantos encuentros en la Tertulia, Tato Rébora  quien, además, me animó a aprender a bailar tango y a participar en diferentes espectáculos, en los Festivales Internacionales de Tango que se celebran desde hace décadas en Granada. Todo este ambiente enriqueció muchísimo mi universo personal y cultural.

En cuanto a la escritura, a pesar de que escribo desde siempre y tengo libros inéditos, algunos de ellos registrados hace más de treinta años, no empecé a publicar hasta hace pocos años. Siempre abordé la escritura desde el ámbito de lo privado, la parte pública me cuesta bastante, probablemente por lo que comenté antes: mi maldito perfeccionismo extremo y el miedo a la mediocridad.  He colaborado en revistas literarias y educativas, en diferentes antologías y en el año 2021 me alcé con el primer premio del Certamen internacional de Poesía Aliar. Ese mismo año, se publicó también mi primer poemario infantil. Mis dos últimos libros se han publicado en este año 2023: «Espantario», por Babidi-Bú, un poemario infantil escrito en clave de humor, para espantar los miedos, y «Sin norte por mis ojos», del sello editorial AVERSO Poesía.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de «Sin norte por mis ojos»?

La representación de fragmentos del tiempo en un itinerario múltiple. Aborda el tiempo como época, el tiempo de la naturaleza y nuestro paso del tiempo físico y vital. El libro se abre con un recorrido por el tiempo histórico y social actual, situándonos en un escenario recorrido con una mirada devastada y escéptica ante posibles cambios positivos a la realidad narrada. Refleja, en tan solo unas cuantas estrofas, este tiempo huraño que nos ha tocado vivir. Hablo del deterioro de la naturaleza, las guerras, la cosificación humana, la prostitución, el hambre… Un viaje fugaz sobre ese mapa de brújulas insomnes, un caminar desencantado sobre el tiempo que nos ha tocado vivir:

«Sin norte por mis ojos

de cuencas encendidas,

cruzando planisferios

y rutas olvidadas;

con la tinta sangrante

sobre los pergaminos,

golpeo con palabras

la faz de un tiempo huraño».

 

[………]

 

«El aire quema y duele,

cargado de cenizas,

sobre un paisaje aciago

de sombras que se alargan.

Y en un mapa cansado,

de brújulas insomnes,

camino sobre el tiempo,

sin norte por mis ojos».

 

A continuación de esta especie de prefacio, encontramos la parte más extensa y que conforma todo el corpus poético del libro. Se titula «Las estaciones del daño» y está dividida en cuatro partes.  En ella, seguimos teniendo un itinerario, aunque menos abarcante o general, a través del tiempo cíclico de la naturaleza, dentro de la cual estamos nosotros, como naturaleza que somos también. Su estructura es circular, ya que recorre las estaciones del año, empezando por el otoño, y el último poema acaba enlazando el final del verano con el nuevo y repetido comienzo del ciclo natural. En el ciclo vital de la naturaleza, todo tiene sentido. El árbol pierde las hojas para descansar y empezar su nuevo ciclo, la flor perderá sus pétalos y se convertirá en fruto, la semilla del fruto que cae o viaja en el pájaro posibilitará un nuevo árbol… Todo tiene un sentido de conservación y permanencia, de vida, de interrelación, incluso la cadena trófica tiene un por qué… La especie humana es la que está olvidando que somos naturaleza, que también tenemos un ciclo vital y somos parte del planeta. Sin embargo, los intereses económicos, geopolíticos, la superficialidad y la estulticia reinante, el querer vivir eternamente, pretender ser joven eternamente (hablo también del proceso natural de envejecer), etc. nos está haciendo perder el norte, desenfocar la mirada, descuidar el mundo en que vivimos, en todos los sentidos. Somos capaces de ser muy solidarios y empáticos ante cualquier tragedia, pero la olvidamos en el próximo telediario… La inmediatez nos está precipitando a no vivir las cosas de una manera más pausada y natural. Los niños y las niñas también son víctimas de esta urgencia. Como ser humano y como docente, me preocupa mucho la fragilidad de la infancia, y la desatención en tantos aspectos fundamentales de su ser…  Por tantas razones, titulé a esta parte «Las estaciones del daño». No solo no tiene sentido lo que tantas veces hacemos como especie, sino que somos capaces incluso de destruir nuestro entorno, y de hacernos daño a nosotros mismos… En esta parte del libro, que en realidad es todo el libro en sí, se fusionan naturaleza y tiempo con emociones, vivencias, pensamientos, recuerdos… Y la palabra, como una araña que va tejiendo su tela a lo largo del libro, siempre presente, como forma de permanencia ante lo mutable, lo vivido, la propia manera de interpretar el mundo, la palabra como testigo y huella delatora:

«La palabra es el huésped

que, en mi boca hace lumbre.

Se acomoda y habita,

sigilosa, conmigo».

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la verdad con que abordo cada verso, en la desnudez de la palabra. En no dulcificar la cruda visión de determinadas cosas, o mostrar la cara amable del mundo, o de aquello que nos rodea. En la sinceridad, a pesar del pesimismo que encierra.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritora desde la primera publicación hasta esta última?

Voy a hablar de mi trayectoria desde mi primer libro, que no coincide con mi primera publicación. Porque, como mencioné anteriormente, hay en mis cajones libros inéditos que registré hace muchos años y otros que pasaron por la autoedición y que no he dado a conocer. Pero, sin duda, cuentan para mí y forman parte de mi bagaje literario. Podría definirme como una escritora versátil (sobre todo en la poesía, aunque suene a juego de palabras), y poliédrica. Me fascina crear y explorar, formarme y aprender, probar nuevos retos de escritura, unir textos e imágenes, por ejemplo el collage, que practico desde hace varias décadas. Las influencias recibidas a través de las lecturas de toda una vida salen a flote siempre de una u otra manera. Cuando eres muy joven y aún no has encontrado tu propia voz poética, aprendes imitando a tus autoras y autores favoritos. Mis primeros textos de juventud tienen ecos lorquianos, machadianos, influencias de Bécquer, de la generación del 98, de la del 27… Eran textos en su mayor parte rimados, con temática amorosa, fundamentalmente. Mi crecimiento lector fue incorporando lecturas de los clásicos medievales, Siglo de Oro, Barroco… Así, empecé a escribir también usando la métrica clásica, las estrofas por excelencia, como el soneto. Y con diecinueve o veinte años empecé a escribir poesía satírica. A medida que se ha ido enriqueciendo mi mundo lector y también mis experiencias personales en las distintas etapas de la vida, mi escritura ha ido evolucionando. Hace unos pocos años, profundicé en la poesía japonesa, una delicatessen que me motiva y me relaja, me conecta profundamente con el pensamiento y la naturaleza, a través de la observación, la sensibilidad y la reflexión. Es, además, como una especie de juego o de reto en el que cada pieza debe encajar y tener el equilibrio necesario, en el que cada estrofa requiere un armazón métrico y una serie de elementos y requisitos que deben cumplirse para conseguir el texto más puro posible. Y no estoy hablando solamente del haiku que, al occidentalizarse, ha perdido su esencia, hasta dejar de serlo. (Hay muchos tipos de estrofa, incluso de igual métrica Tei-Kei del haiku).

 También he probado con los relatos breves. Tengo dos libros inéditos, uno de ellos escrito en los años 80-90, y otro inacabado, en clave bastante surrealista. (El surrealismo es un movimiento literario que me gusta, me divierte). Y un libro de aforismos que anda por ahí, en algún cajón. Ah, y también un poemario infantil anterior a este último publicado, que trata sobre el color y le tengo especial cariño. Espero que algún día se publique.

Pero, en líneas generales, mi escritura siempre se ha construido desde la ausencia, sobre todo en el caso de la poesía. También destaca mi visión cómica, surrealista, a veces,  y algo esperpéntica de la vida, lo cual me sirve para quitarle hierro a mi pesimismo vital y reírme un poco de la realidad. Y mi otra faceta mía es la literatura infantil, que me aporta dulzura, ternura y me ayuda a no perder de vista a la niña que vive dentro de mí.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Más que de un libro, hablaré de un autor. El último que he estado leyendo y explorando ha sido Rafael Cárdenas. Había leído algo de él: «Sobre abierto», un libro que me gustó, con poemas breves rozando la filosofía, el hinduismo, el taoísmo… Luego leí la «Antología poética», publicada por Visor. Y de ahí pasé a la «Obra entera, Poesía y Prosa (1958-1995) », de Pre-Textos. Me parece un autor que hay que leer. Y, entre nuevas lecturas y descubrimientos, como siempre, sigo releyendo a los clásicos de la Literatura, que nunca debemos perder de vista.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Ahora ando recopilando y poniendo orden en mi poesía satírica. Creo que todos necesitamos reír, aunque el trasfondo pueda ser ácido o pretenda ridiculizar o denunciar a nivel social, político, religioso o amoroso, que son las vertientes propias de la sátira. A ratos, escribo nuevos textos, corrijo los ya escritos, leo, releo, reescribo… No puedo parar.

 

No quisiera despedirme sin agradecer la oportunidad de dar a conocer mi obra, mi persona y mis inquietudes literarias a la  «REVISTA AHORATELEO» y, especialmente, a Carmen Hernández Montalbán, que siempre me ha abierto las puertas a colaboraciones literarias. También agradezco, desde aquí, la invitación a participar en el pasado OCTUBRE POÉTICO en Guadix, donde leí algunos poemas de mi último libro, en muy buen ambiente y compañía.

Entrevista a Dori Delgado García, autora de El jardín herido.

 



Háblanos un poco de ti.

Soy una profesora de Lengua y Literatura vocacional, granadina, que, aunque llevo mucho tiempo trabajando fuera, principalmente en Jaén, sigo teniendo muy presente mi tierra.

Soy muy curiosa, me gusta mucho aprender y seguir creciendo en lo personal y en lo profesional. Desde siempre soy aficionada a leer, escribir, hacer teatro, … y estar implicada en tareas culturales, entre otras muchas inquietudes como la fotografía o la música.

Me interesa la cultura popular y la tradición oral que están en vías de extinción, sobre todo en nuestra zona. Y por supuesto, soy sensible a los problemas sociales que hay actualmente en el mundo.

Estoy muy concienciada con el tema del fomento de la lectura y las bibliotecas escolares. Trabajo en la Red de bibliotecas escolares de Jaén desde sus inicios.

Últimamente estoy explorando la enseñanza de adultos tanto en el instituto como en la UNED. Y llevo un año colaborando con el periódico Ideal de Jaén. El periodismo es otra profesión que siempre me ha atraído.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El jardín herido?

Es un libro formado por cincuenta haikus y cincuenta imágenes de flores, plantas e insectos que fotografié en mi casa durante el confinamiento por la pandemia COVID. Además, ya está en la segunda edición y cuenta con dos prólogos magníficos de Manuel Molina González y de José Carlos Rosales. Y al final podemos encontrar un apéndice de carácter científico, sobre los nombres de plantas y animales.

Además, el libro incluye a través de tecnología NFC la posibilidad de acceder a contenido digital como tutoriales de Youtube en el que explico cómo escribir haikus, están todos los poemas en lengua de signos y en audiolibro. Y además permite la posibilidad de ampliación con las creaciones de los lectores.                                                                                                                                                                                                                                                

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

El jardín herido es un libro que vino a mi encuentro después del confinamiento por la pandemia COVID. Más que un libro, yo lo considero una experiencia global que ha atraído a mucha gente y sigue atrayendo a través de mis talleres en centros educativos principalmente. Es una invitación a la belleza, a detenernos y atrapar el instante. Me ha hecho vivir experiencias muy gratas.

Es la unión entre lo lejano como es la cultura japonesa y lo más cercano que tenemos y que no nos hemos parado a observar. Los dos principales ingredientes son la originalidad y el mestizaje. Es un libro distinto, que funde fotografía, literatura, naturaleza, tecnología, lengua de signos,…  Y sobre todo es una vuelta a casa, un homenaje a mi madre, que plantó ese jardín que nunca deja de dar frutos y belleza.

 

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritora desde la primera publicación hasta esta última?

 Mi trayectoria es un poco atípica porque no le he dado prioridad a la publicación. Mi obra principalmente se ha dado a conocer en antologías, concursos o certámenes y todo está recogido en mi blog Casa del Chusco (www.casadelchusco.blogspot.com ).

Sí que debo establecer un punto de inflexión a partir de la publicación de El jardín herido. En los últimos años he participado en más eventos literarios, he dado a conocer más mi obra, cosa que antes no había hecho con tanta intensidad.

He evolucionado desde la escritura como afición y como algo íntimo a una mayor difusión, consecución de premios literarios, … aunque la mayor parte de mi obra está inédita.

 

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 Normalmente, suelo leer varios al mismo tiempo, de distinto género y características. Últimamente he leído la novela histórica El sueño del gramático de Eva Díaz Pérez y Enseñando a nadar a la mujer casada del poeta granadino Juan Carlos Friebe. Y ahora, uno de los que estoy disfrutando es No te veré morir de Antonio Muñoz Molina.

Me gusta explorar distinto tipo de libros y géneros tanto en la lectura como en la escritura.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Muchos proyectos empezados, aunque el proyecto principal es siempre seguir mejorando. Leer mucho y escribir más. Seguiré con mi artículo de opinión mensual en Ideal Jaén. Y además de esto, todo lo que me atraiga o crea que es el momento de retomar o dedicarle mi atención. Por suerte, siempre tengo muchas ideas y proyectos en la cabeza pendientes de materializar.

Entrevista a Custodio Tejada, autor de Brújula veleta.

 




Háblanos un poco de ti.

La verdad es que no me siento cómodo hablando de mí. De un escritor quien mejor habla es su bibliografía. Sí diré que todo empieza con la palabra. Así que empezaré por el principio, por el numen que representan los nombres. Me llamo Custodio Tejada Cruz. Nací en Purullena, vivo en Guadix y trabajo en Benalúa, una especie de tríada-triángulo geográfico en pleno corazón de la hoya accitana. Se podría decir que yo también soy arcilla y vasija de este Geoparque de Granada. Me gusta leer más que escribir o hablar de mi obra, y me gusta pasear y tomarme unos vinos con los amigos más que leer.

He publicado los siguientes libros de poesía: Rosas de luz y sombra (2002), Urna de cristal (2006), El hábitat que pisamos (2008), Cigüeña de nieve (2012), Recuerdos y coordenadas (2014), Un horizonte de significados (2021) que fue finalista del III Premio Esdrújula de Poesía, y Brújula Veleta (2023). En 2016 publiqué mi primera y única  novela hasta ahora titulada La memoria ausente. He aparecido en diversas antologías poéticas, digitales o en papel, como Antología Certamen Miguel Ruiz del Castillo (Almuñécar 2004), 50 Voces (Granada 2005), Antología digital Poetas del siglo XXI y Poetas Andaluces, El oro líquido (Madrid 2008), Antología de poesía accitana “Guadix se nos hace nostalgia (Guadix 2014), Antología Absolem de Poesía (Guadix 2015), Todo es Poesía en Granada. Panorama poético 2000-2015 (Granada 2015), Antología Miradas desde la Experiencia (Cehegín-Murcia 2017), La Satisfacción del Deber Cumplido (Granada 2023) y Antología dedicada a La Alhambra (Granada 2023). En 2017 fui seleccionado en la Antología de Poesía y Relato “Certamen Literario y Artístico Guadix Primavera y Vino”. Colaboro en revistas literarias y medios escritos Y creo que también cabe destacar mi aportación como lector dando mi opinión crítica en más de sesenta reseñas aparecidas en prensa y que se pueden leer en la red o en mi blog http://custodiotejada.blogspot.com

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Brújula veleta?

No es pasión de autor, pero tiene una portada muy linda. Me gusta el trabajo que ha hecho Entorno Gráfico Ediciones. El libro objeto, como continente, es muy hermoso, y el contenido es todavía mejor, aunque esté feo que lo diga yo. Contiene magníficos poemas.

El título Brújula Veleta encierra algo de oxímoron, pero también tiene algo de artefacto lingüístico donde ambos conceptos unidos forman un significado nuevo, que ayuda a navegar a través de los vientos que la vida proporciona por esos caminos de la cotidianidad viajera y lectora.

El poemario tiene 95 páginas y está dividido en tres partes. La primera, titulada “Los ojos del viaje”, tiene tres poemas introductorios. La segunda, “Geografía y destino. Libro de Brújulas”, con 36 poemas, y la tercera titulada “Metapoética del paso”, con otros 16, ambas nos llevan y nos traen de acá para allá, de afuera hacia adentro y viceversa.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

El ingrediente principal de Brújula Veleta es el viaje, o sea, la mirada viajera, a veces hacia afuera y otras hacia dentro, en un acto reparador, iniciático y testimonial, como se puede leer en la contraportada del libro. El poemario tiene múltiples itinerarios por los que puede deambular el lector. El viaje es el nexo que une todos los poemas. Metáforas, símbolos y paisajes, como un atlas o una guía viajera, acompañarán el trayecto y su poética.

Y si me lo permites, a modo de ejemplo y aperitivo, voy a compartir con todos vosotros un poema que se titula “Fontana de Trevi”, donde el lector puede hacerse una idea de los ingredientes que tiene el libro:

 

 FONTANA DE TREVI

                               “Oh Roma! Mi País! Ciudad del alma!   

Lord Byron

Si fuera tan cómodo como dicen,

si con precipitar una moneda

bastara para volver a ese sitio.

Si como una palanca colocada

en el punto preciso y con una fuerza mínima

pudiera desplazar

mil veces mi memoria y mi peso,

a lo mejor yo sería un Arquímedes

que empuja tanto como los océanos

para conseguir que flotara un barco

en la punta húmeda de mi lengua.

Si las personas fueran como fuentes

en las que con echar una moneda

bastase para volver junto a ellas

cuando realmente más las necesitas…

Las despedidas no serían pecios

mudos del Titánic que nos arrastran

al fondo de los mares.

 

                II

Si yo fuera Marcelo Mastroiani,

mi memoria la Fontana de Trevi

y tú mi Dolce vita:

el mundo a nuestros pies,

pero por fortuna escribo un poema

y todo lo demás es fantasía.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

La trayectoria de escritor y lector van unidas y son inseparables. Uno siempre está aprendiendo, intentando ser mejor lector cada día, porque sabe que es la única forma segura para ser el mejor escritor posible que uno puede llegar a ser. Si por trayectoria entendemos el camino literario recorrido, independientemente de reconocimientos o valoraciones, la trayectoria se puede ver en la bibliografía que he compartido en la primera pregunta. Por lo que de mi depende solo cabe destacar que intento trabajar con la mejor disposición y exigencia para crear una obra lo más digna posible, literariamente hablando. El resto no depende mí, deberán decirlo los lectores o a quien corresponda la ardua tarea crítica. Yo no tengo ningún cenáculo que me promueva, soy como una especie de francotirador poético perdido en las entrañas de los badlands que me rodean.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Ahora estoy leyendo unas memorias y dos libros de poesía, pero como  me preguntas por el último leído y terminado, te diré que fue un libro de relatos, “La Claridad” de Marcelo Luján, publicado en la Editorial Páginas de Espuma. En verdad, creo que él me eligió a mí. Los libros también tienen su propia vida y ejercen su poder de atracción sobre los lectores como ellos quieren o mejor les conviene. Y algunos eligen hasta su momento exacto de lectura. Como lector a veces dejo que sean los libros los que me seduzcan por las razones más variopintas, que sean ellos los que den el primer paso. Me gusta llegar a una librería y dejarme llevar por las inercias de las estanterías. Otras veces soy yo quien va directo a por ellos como un camicace. La vida lectora es así, muchas veces imprevisible.

 

 Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Pues a seguir leyendo y disfrutando de la literatura que es una de las cosas que realmente me hacen feliz, sin más pretensiones. Siempre hay algún proyecto rondándome la cabeza, claro que sí, pero todavía no encuentro la forma de concluirlo. También es poesía. Debo seguir trabajando a ver en lo que queda el siguiente reto. Espero que pueda compartirlo con vosotros más pronto que tarde, si no me distrae antes ninguna puesta de sol o un té caliente.  Y muchas gracias por acordarte de mí y ofrecerme este espacio en tu revista.