La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

lunes, 24 de junio de 2024

AHORATELEO, revista literaria. Número 7. junio de 2024.

 


Editado en Guadix, Granada 


Entrevista a José Luis Morante, autor de Fuera de guion.

 



Revista Ahorateleo

Editado en Guadix, Granada 

por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"

ISSN  2952-5721

Háblanos un poco de ti

En el espejo me mira un profesor jubilado que hace de la literatura su razón vital. Soy un lector temprano que se asomó al libro muy joven y encontró en la página escrita un espacio habitable y diáfano. Así que la escritura ha sido permanente compañera de viaje de mi trabajo docente, en distintos géneros: poesía, ensayo, autobiografía, aforismos y ahora microrrelatos.

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Fuera de guion?

Una compilación de casi cien microrrelatos de naturaleza anfibia porque los argumentos, sin duda, tienen una notable carga de poesía. Vivimos en un tiempo extraño y la escritura es también una manera de percibir la realidad con mirada crítica. Lo cotidiano es una fuente de asombro; estos cuentos mínimos suponen itinerarios por los espacios interiores del sujeto y por la contingencia de la vida social, esa plaza abierta donde todo es imprevisible.

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

El microrrelato como género busca la máxima condensación expresiva, la precisión verbal y una resolución argumental muy acelerada; de esos principios se nutre Fuera de guion, que la editorial Lastura ha cuidado con mimo artesanal.

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Un camino largo e intenso, que suma casi treinta y cinco años de escritura y varias decenas de publicaciones. Estoy muy agradecido a la literatura porque me ha dado una identidad y una manera de ser, diferentes a si hubiera dado clases sin más. Vivo con mucha alegría el trabajo diario que, a menudo, me deja exhausto. Todos los que me rodean forman parte de ese mundo de tinta fresca, incluida mi familia, máximo apoyo a una tarea de plena exigencia.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Leo ocho o diez libros al mismo tiempo; mi trabajo crítico crea a diario un enorme fluir de novedades literarias, que se suman a la biblioteca; por tanto, entremezclo libros y autores, anoto, compro nuevos títulos y percibo que la lectura es un destino inalcanzable, una estación sin término que va sumando andenes. Con motivo de una velada literaria en Madrid he vuelto a leer Parir el alba, una edición sobre la poesía de Gioconda Belli.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Aquí manan a diario proyectos y colaboraciones. Prólogos, libros en marcha, breverías que anoto en los cuadernos de trabajo o ensayos que abren las ventanas de luz del aprendizaje. Así que no hay dedos suficientes en las manos laborales para definir todos los proyectos en marcha. Muy agradecido por su invitación y un saludo cordial.


Entrevista a Carlos Rubio, autor de Aria final.





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ISSN  2952-5721

Háblanos un poco de ti.

¿Por dónde empezar? Nací en Cuba, pero por razones que todos conocemos emigré a los Estados Unidos adolescente aún. Jamás volví a ver a mi familia. Fueron años difíciles, pues me encontraba solo y sin conocer el idioma. Logré terminar mis estudios de bachillerato y más tarde asistí a Concord University, West Virginia University y University of Maryland. Por muchos años fui docente universitario, pero actualmente estoy jubilado. A lo largo de mi vida he escrito mucho, y la mitad de mi obra está en inglés, un idioma muy diferente al nuestro. Puedo agregar que todos los planes que tenía para mi vida nunca se llevaron a cabo. Mi padre era abogado y desde temprano yo pensaba trabajar en su bufete. Como ya ves, mi vida ha sido muy diferente.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de aria final?

Un universo, ya que trata de esos años turbulentos de un país latinoamericano después del período colonial, pero antes de la república. Se entrelazan las historias de muchos personajes, con sus propias aspiraciones y modos de enfocar la realidad, incluyendo al coronel Froilán Garmendía, una de las figuras centrales de la novela, y a Víspero, su hijo ilegítimo. También podemos ver las pugnas por el poder entre las diferentes facciones que quieren lograr el control de la nación.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Podría responder de muchas formas, pero creo que el tema principal, el que subraya toda la trama, es que no podemos escapar nuestro destino. No importa cuánto nos esforcemos para lograrlo. Por ejemplo, el coronel Froilán Garmendía nunca aspiró a convertirse en el hombre más influyente del país, pero circunstancias ajenas a su voluntad lo moldearon en el hombre en que se convirtió. En cierto modo, yo me puedo identificar con el coronel.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde tu primera publicación hasta esta última? 

Creo que ha sido una progresión muy lógica. Al salir de Cuba me abrieron la maleta y me despojaron de todas mis pertenencias de valor, incluyendo un reloj que mi madre me había regalado cuando entré en la escuela secundaria. Lo que no pudieron robarme, sin embargo, fue ese patrimonio cultural que compartimos los hispanohablantes. Después de llegar a los Estados Unidos empecé a leer con seriedad la literatura española y la latinoamericana. Fue entonces que escribí Saga, mi primera novela en español. Mi segunda novela Secret Memories (Recuerdos secretos), está en inglés, pues ya para entonces había cursado estudios superiores y me había empapado bastante de la cultura anglosajona. A través de mi carrera como escritor bilingüe he tratado de alternar (no mezclar)los dos idiomas y las dos culturas. Soy afortunado de sentirme muy cómodo en ambas lenguas.  

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Tres tristes tigres, de Cabrera Infante. (Él recibió el Premio Cevantes hace unos años.) En realidad lo he leído muchas veces, pero supongo que de vez en cuando regreso a sus páginas pues esa novela nos remonta a La Habana de los años cincuentas, y me hace sentir nostálgico, aunque todos sabemos que no se puede volver al pasado.

 

y ahora qué ¿algún nuevo proyecto?

Actualmente trabajo en una nueva novela pero todavía es demasiado temprano para comentar sobre ella. Como sabes por experiencia propia, son proyectos de años. También me gustaría regresar a España para promocionar un poco Aria final. Siempre me siento como en mi casa cuando visito el país que todos los latinoamericanos consideramos como la madre patria.

 

Quiero agregar que tengo un sitio en la red, www.carlosrubio.com y que todo lo referente a mi carrera literaria se encuentra allí. También hay una página de contacto, por si alguien tiene alguna pregunta o comentario.

 

 

 



 




Entrevista a Miguel Arnas Coronado, autor de La novena.

 



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Háblanos un poco de ti.

Nací en Barcelona. Vivo en la provincia de Granada desde 1980. Me dedico a escribir más o menos desde la misma fecha, aunque mi profesión ha sido la de profesor de Enseñanza Secundaria. Mi primera novela publicada lo fue en 2003, por el Ayuntamiento de Granada, y su título, Bajo la encina. Luego, conseguí los premios Ciudad de Guadalajara, por Buscar o no buscar, y Francisco Umbral de Majadahonda por La insigne chimenea. Todo eso no me significó ser más leído por el público, sino la satisfacción de ser considerado por algunos de mis amigos. Lo importante es la alegría de haber creado esos mundos, esos personajes. Tengo 9 novelas publicadas y dos libros de poemas en prosa. No está mal para ya una larga vida. Sin embargo, he escrito, si los números no se me dan mal, 13 novelas más inéditas. El deleite está en esos amigos que me consideran, en quienes me dicen “oye, qué bien está tu novela, la he disfrutado”. Dar goce siendo leído produce la misma complacencia que el amor bien hecho, que la convivencia grata.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La novena?

Música, mucha música. Es un intento de aunar las estructuras musicales con las narrativas. Si es fallido o no, lo dirán mis lectores. De momento ya algunos de ellos me han dicho que he tenido éxito en ese intento. Kundera le recriminaba a Hermann Broch que en su trilogía Los sonámbulos no hubiese un nexo que uniera sinfónicamente la obra. Me parece que yo sí lo he conseguido con esa narradora, Gusti Rodero, que escucha una y otra vez la 9ª beethoveniana porque es lo único que calma a su marido, enfermo de Alzheimer. Y he intentado seguir la estructura de esa sinfonía, con sus cuatro movimientos que simbolizo en lo heroico, lo orgiástico, lo bucólico mezclado con el dolor y la muerte, y por fin, Europa, con las virtudes y defectos que la caracterizan. Para ello he utilizado la historia de dos familias, los López Pedrosa y los Rodero Pedrosa, que concentran esos defectos y virtudes, más la misma historia española desde principios del XX hasta hoy, y la historia europea, por supuesto.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Creo que está en lo anteriormente dicho. Me parece que las descripciones de la vida fabril, de la transición española desde el 75, del terrorismo que marcó aquellos años, de la abulia, el consumismo, la corrupción, todo ello visto desde las vidas secundarias de personajes que no ocupan lugares importantes en la vida ni política, ni social, sino pertenecientes a esa intrahistoria de la que hablaba don Miguel de Unamuno. Más la misma vida de Beethoven coincidiendo con aquel estreno de su última sinfonía, y la maldición que a partir de entonces parece haber marcado a algunos compositores: Schubert, Bruckner, Dvorak, Mahler, etc., que compusieron sus novenas sinfonías y murieron poco después. Y también reflexiones sobre la música. Todo ello ensamblado o armonizado con enlaces entre los diferentes temas, en forma de pequeñas cavilaciones como en el sinfonismo ocurre con los llamados puentes.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

De aprendizaje. A escribir se aprende escribiendo. Y leyendo mucho. El escritor debe saber de todo. No le está de más una formación científica, además, claro, de literaria, filosófica, social, etc. Pero sigo aprendiendo. No se acaba nunca. Uno termina de aceptar un texto para ser publicado cuando ya lo tiene el editor maquetado y en imprenta, y aun entonces, se le ocurre alguna que otra corrección que ya no será posible. Lo mismo pasa con la formación como escritor y como persona: solo termina con la muerte, y aún, porque más allá no sabemos si continúa, que si no…

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Soy muy ecléctico en mis lecturas. Leo lo que pillo. De lo último leído, pienso en dos libros de Milan Kundera: El arte de la novela, y Los testamentos traicionados. El checo era músico también, de modo que me es de gran inspiración. Pero se mezclan Gabriel Miró, Gueorgui Gospodínov, un búlgaro que me ha gustado mucho, Ernesto Sabato, Kertész, etc. En mi vida he leído con devoción a Unamuno, Eugenio Trías, a María Zambrano, a Juan Goytisolo, a Cortázar, Sarduy o Cabrera Infante, Baricco, Mankell, Calvino, Lowry (quien, por cierto, conoció a su primera esposa en Granada), Bulgákov, Joyce, Pérez Galdós, Pynchon, Mann, Céline o Kafka. Me ha aficionado la ciencia, la Kabalah, la mística y la historia de las religiones, la Historia y Nietzsche. Así de “enfollonado” soy.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Me dejo llevar. Desde la novena, escribí dos novelas en las que el personaje central es un viejo (no un anciano aún, sino lo que se llama un hombre “mayor”) que vive solo. Me siguen obsesionando las estructuras musicales y en una de ellas he imitado el tema con variaciones. Con esas novelas que tengo inéditas debería dedicarme a corregirlas, pero me da una pereza… Porque lo peor de este oficio es corregir: cuesta tanto como arrancarse un apósito pegado, es pesado como transportar sacos de 50 kilos, uno está ciego para lo propio, por eso lo ideal es dejarlo reposar durante años y que quede como si lo hubiese escrito otro. He empezado alguno nuevo, sí, pero lo voy a dejar hasta corregir del todo lo que publicaré con la Academia de Buenas Letras de Granada el año próximo. A lo peor no escribo nada más y me dedico a dejar a punto esas 13 novelas sin publicar o desecharlas todas o algunas, ya veremos. La vida da muchas vueltas…

PRESENTACIÓN “NUEVA YORK INSIDE” DE ANTONIO LARA RAMOS, por Carmen Hernández Montalbán.

 



Revista Ahorateleo

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por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"

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Nueva York Inside, tras los pasos de Federico es la última obra publicada de Antonio Lara Ramos. En ella se rememoran sus vivencias en la mega ciudad que también dejó honda impresión en numerosos escritores y artistas que le precedieron en su visita. Uno de ellos, el más señero por ser de Granada y servir de subtítulo del libro fue Federico García Lorca.

Nueva York es la ciudad que más impronta ha dejado en todo el siglo XX, por sus dimensiones, por su simbología de ciudad moderna, por sus rascacielos y grandes avenidas, por su cosmopolitismo que el cine, desde sus inicios nos ha hecho llegar, dejando en nuestra memoria fotogramas grabados a fuego, como si fuera un lugar para todos familiar y con la impresión de haberlo ya transitado.

Pero los viajes, como cualquier otra experiencia, nunca son iguales y, aunque se visite repetidamente una ciudad o un lugar, de cada viaje nos quedan impresiones muy diversas, debido a las condiciones, el contexto, el estado de ánimo en el que se desarrollan. Como no es lo mismo viajar al Nueva York de principios del siglo XX de Federico, en plena crisis del 29 en la que la bolsa cayó en picado; una de las crisis más graves de la historia contemporánea, que viajar al Nueva York de principio de siglo XXI, cuyo paisaje urbano ha quedado modificado por acontecimientos como los del 11-S, el atentado terrorista que destruyó las “torres gemelas”.

Es inevitable encontrar paralelismos entre el viaje realizado por Federico y el realizado por Lara Ramos. Cuando Lorca llega a esta ciudad le estaban esperando un grupo de amigos, poetas e intelectuales hispanos. También cuenta, en este, con nexos hispanos familiares y otros improvisados y circunstanciales como son Edgardo el taxista o Guadalupe, la mujer hispana con la que coincide en el barrio de Hoboken. Otro paralelismo, tal como el propio Lara apunta es que ambos, el poeta y él, realizaron el viaje en momentos anímicos frágiles.

Hay algo que se puede observar en esta vivencia; Antonio, en cada capítulo nos ilustra sobre la historia y acontecimientos que envolvieron un día esos lugares por los que va pasando y sus reflexiones nos contagian el deseo de mirar las cosas con detenimiento, no quedarnos sólo con el asombro de lo que puede ver el turista, sino que invitan a una experiencia más sensorial y a mismo tiempo mirar el trasfondo de las cosas.

Con Nueva York Inside aprendemos, filosofamos, nos emocionamos y sentimos, a través de la lectura esa nostalgia del Nueva York de Federico y de todos los Nueva York que la historia ha ido configurando.

Es una narración impecablemente escrita, encontramos en Antonio no sólo un excelente cronista sino al filósofo, al escritor, al profesor de historia… que escribe con el corazón, con la libertad de pensamiento que siempre lo distingue.

Enhorabuena.

FRÁGIL FORTALEZA, por Marina Tapia.

 



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            “Sobrevivir en la fragilidad”, de Dori Hernández Montalbán, es de esos libros que te invitan a reflexionar acerca de la actitud ante la existencia y de nuestra relación con la poesía. Editado por Aliar Ediciones este 2014, recoge de forma cuidada y estética los últimos poemas de una creadora muy activa en distintas disciplinas como el teatro y el cine, además de la escritura.

            Tal como nos dice la autora en su nota preliminar, “escribir como un acto de supervivencia y también como un acto de resistencia”. Quizás estas palabras reflejen con bastante precisión uno de los argumentos centrales del libro: el análisis −desde la lírica− del acto de alumbrar palabras y nuestra simbiosis con el mundo. También añade Dori: “y a pesar de ser testigos de la vida y de la belleza, no podemos ver con claridad aquello que todo ser humano debería poder apreciar: la rosa, la belleza que nos rodea, la esperanza, la luz que no hallamos si no es momentáneamente y como un reflejo caprichoso de la naturaleza”.  En el poemario se subraya la importancia de ver, pero no sólo la cara luminosa o estimulante de la realidad, también sus reveses ya que “no estaría completa la rosa sin espinas”.

            El libro se compone, en general, de poemas de largo aliento, distancia en la cual la autora se maneja cómodamente, imprimiendo a los textos gran fuerza y haciendo que el lector no pierda la atención. Buen ejemplo de ello son sus interesantes piezas “Obsidiana”, “El animal que me habita”, “Orden y concierto” o “Escribo con una aguja”.

            Hay un trasfondo de volver a lo esencial, de conectar con la naturaleza, con la tierra que nos alumbró, un sutil mensaje ecológico en el conjunto.

            Muy sugestivo el poema “Mandala del poeta enamorado”, en el que se encadena una sucesión de imágenes para trasladarnos a un espacio sensorial interior: sueños de una góndola bajo la lluvia que luego será una mujer acunada por el amor cumplido, para volver a transformarse en mandolina, y mutar finalmente en besos o amapolas mecidas por el viento. A través de lo plástico y de fogonazos de elementos potentes, Dori describe muy bien la fiebre de la poesía, que devora a los que la practican.

            Mandalas, diosas, enigmas, señales hechas con ceniza, ofrendas de frutos equinocciales: todo un universo de símbolos, de un misticismo casi pagano, que crea un ambiente muy intenso y que trasmiten al lector un mundo poético bien delimitado.

            La figura de la rosa, ampliamente citada como un símbolo asociado a la lírica y a lo esencial por distintos creadores, como Huidobro: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! / Hacedla florecer en el poema”; Carmen Conde: “¡Una rosa, la Rosa, que me nace a mí sola / acompañando dulce mi desterrado sueño!” o “La rosa incómoda” de Ángela Figuera Aymerich: “A esto hemos llegado, amigos, / a que una fresca rosa nos lastime la mano”. A través de esta simbólica flor, Dori Hernández Montalbán vuelve a redefinir el oficio y el compromiso de la escritura, y lo hace en varios textos a lo largo del libro. Cito algunos versos: “Tu pupila aún no puede ver −la rosa− / espera a que pase esa nube de desconcierto”, “la rosa germina en buena tierra”.

            En la primera parte, Dori allega elementos que van cercando el discurso, que lo acotan, va definiendo poco a poco la idea central de este grupo: tomar conciencia de nuestra mirada, del ver,    don imprescindible para desarrollar la escritura. En la segunda parte, felizmente titulada “Manual de supervivencia”, la voz poética manifiesta una postura activa y decidida para realizar cambios y coger brío para la vida “Voy a vaciar los armarios de ropas / que solíamos ponernos cuando éramos otros / porque ya no encajan como antes en nuestros cuerpos”. “Para ver si me hallo” es la consigna “desnuda y verdadera”. El bello poema titulado “Plantar un jardín”, ahonda en perfilar la actitud que favorece ese avance por medio de dos símbolos: la silla y el cultivo de un jardín. A través de esa quietud-activa, se puede observar los pequeños cambios, se puede aguardar las señales y se fortalece la voluntad y la resistencia, puede el ser humano consolarse por ser expulsado del paraíso y, también como sugiera la autora, de la poesía.

            El cuestionamiento de la utilidad de los poetas se desarrolla muy bien en “¡Qué ironía!”. Un texto con una carga de sátira y profundidad muy bien armonizadas: “Los poetas no servimos para nada / porque somos gente rara, / porque tenemos el don de la premonición, / el don de la inoportunidad, el don de la rebeldía, / y somos el espíritu de la contradicción”.

            Os invito a leer “Sobrevivir en la fragilidad”, a dejaros envolver en el pétalo de sus hojas, a hacer vuestros los últimos versos que Dori Hernández Montalbán nos regala, “Las palabras solo brotan en el poema / por eso nunca te rindas, / aunque tengas que inventar de nuevo el mundo / y nombrar las cosas jamás nombradas”. Sigamos pues nombrando a través de cada poemario que leemos nuevos espacios de percepciones. ¡Estáis invitados!

 

Marina Tapia

Entrevista a Enrique Villagrasa González, autor de Fosfenos.

 



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Háblanos un poco de ti.

Pues soy una persona normal, que no le gusta el deporte, menos aún el fútbol, que solo sabe leer y escribir sobre lo leído. Recuerdo haber nacido con un libro en una mano y un lápiz en la otra, no vine con un pan debajo del brazo, lo siento: fue en Burbáguena, Teruel, en 1957; y a los 8 años leí por primera vez El Quijote y la Biblia, que por aquel entonces estaba prohibida en España, se estudiaba y leía Historia Sagrada. Los que tienen una edad como yo lo recordarán.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Fosfenos?

Las personas lectoras de Fosfenos (Huerga y Fierro) encontrarán que aquí está mi vida y su poesía, con muchos ecos y muchas voces, con muchas lecturas, con muchos versos repetidos en una forma y en otra, una estructura y otra, siempre necesarias por y para la unidad temática. Es un libro de libros muy descriptivo, pienso, de lo que es el proceso de escritura, o al menos del mío. Y es, tal vez, un tanto, mucho o poco, místico, revelador y contundente. Ahora, las personas lectoras tienen la palabra. ¡Gracias! Y no dejen de leer el prólogo del gran José Luis Rey.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 El condimento es sencillo: la poesía es mi vida y mi vida es la poesía y ella será mi muerte. Escribir con y en la verdad y de la manera más sencilla y humilde.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 Desde Arpegios (Biblioteca Atlántida, 1983) hasta este Fosfenos han pasado muchos años y muchas historias. Soy como una noria en un gigantesco parque de atracciones, si me paro a pensar en ello: esa es mi trayectoria. Creo, pues, que hay de todo y para todos los gustos y todo aderezado con infinitos sabores. No es nada del otro mundo, seguro que somos legión en esta tragicomedia que nos ha tocado en suerte.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 El último libro que he leído, recién acabado, es una novela en catalán, Terres mortes (Anagrama, 2021) de Núria Bendicho Giró. Un libro que tenía guardado para leer en mi jubilación, como tantos otros. Se sabe que leo poca novela. Y lo elegí en una librería de Tarragona por curiosidad, al ver que era una historia polifónica de y sobre una persona muerta. Y las anteriores también fueron novelas: Música en la oscuridad (Seix Barral) de Antonio Iturbe y la reedición de Llamando a las puertas del cielo (Institución Fernando el Católico-Diputación de Zaragoza) de Antonio Ansón. Y antes que eso, la propuesta de lectura de poesía para este verano, muchos libros leídos, para la revista Librújula (librujula.com).

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Pues sí, ya estoy enfrascado en un nuevo libro de poesía que se titulará En la esquina del verso. No tiene editorial todavía. Y preparando como cada año el IV Encuentro de poetas del Jiloca, en Burbáguena, mi pueblo. Y mil gracias por acogerme en vuestras páginas de Ahorateleo.

 

 

 

Todo acaba en Marcela de Sergio Barce, por José Luis Raya Pérez.

 



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Creo recordar que existe un ranking de los mejores inicios de la novela de la Literatura Universal, siempre encabezado por Tolstoi, Cervantes, Gabo o Nabokov. Cuando tengo un libro en mis manos me fijo en ese primer capítulo, no tanto como lector sino como escritor. He escrito extensos artículos sobre cómo incentivar a la lectura y he dado unas cuantas charlas. Recordemos el dicho “la primera impresión es la que cuenta”. A través de esas líneas es cuando el lector medio y no tan medio decide si debe continuar. Esto es fundamental para afianzar y recuperar a los lectores remisos que andan pegados a sus móviles y sus innumerables trampas.

Cuando cayó en mis manos “Todo acaba en Marcela” de Sergio Barce, supe que esta novela corta podría entrar en ese exquisito ranking. Desde sus primeros párrafos el autor perfila una historia que te va envolviendo hasta que no puedes dejar de leer. La trama te atrapa, los personajes principales y secundarios empastan muy bien con lo que quiere contar y el lenguaje fluye como un río caudaloso limpio y fresco, pero al mismo tiempo negro y turbio como la terrible y magnética historia que nos narra. En las primeras líneas asistimos al sangriento asesinato de Marcela a manos de su ex novio, cruel y sanguinario como él solo. Ella deja de existir en los primeros párrafos -no estoy destripando nada-; sin embargo, como la Rebecca de Hitchcock, es la protagonista absoluta.

Una señal de identidad de la estructura de dicha novela es la unificación de la narración, descripción y diálogo. Esto no se prodiga en exceso pero impele verdaderamente a una lectura fluida y briosa como un torrente. A mí siempre me ha disgustado el uso y abuso de los guiones de los diálogos. Aquí no hallamos ninguno. Todo está imbricado en los mismos períodos oracionales. Creo que, incluso para el lector convencional, resulta beneficioso. Dicho esto, podría ser una magnífica lectura para los centros donde se imparte bachillerato, ya que condensa todos los alicientes que favorecen la rica y beneficiosa lectura, esto es, novela breve, uso correcto y apropiado de la lengua y el lenguaje, trama adictiva, personajes bien dibujados y combinación correctísima de de los ingredientes de la novela negra y policial. Además, se desarrolla en Málaga.

Son muchos y buenísimos los autores malagueños que voy descubriendo año tras año. Todos ellos de excelsa prosa y laboriosa narración. Entre ellos destacaría, sin duda, Antonio Soler. Hay que recordar a nuestro -recientemente desaparecido- Pablo Aranda. La nómina es extensísima e interesantísima: Miguel Ángel Oeste, Juan Madrid, Rafael Ábalos, Carlos Sisí, Muñoz Rengel, García Maldonado o el famosísimo Javier Castillo entre otros muchos. A Barce lo descubrí cuando fue galardonado con el Premio de la Crítica de Andalucía. Con esta última novela se consolida como uno de los grandes narradores malagueños.

Todo acaba en Marcela de Sergio Barce no da tregua al aburrimiento. Es de esas novelas que se leen en dos tardes por su dinamismo, intriga e interés. El malo malvado, el villano de toda la vida, llegas a cogerle tal asco que lo encerrarías de por vida bajo una alcantarilla. Una de las cosas que más me ha sorprendido de Barce es su versatilidad para adaptarse al género en cuanto a los códigos utilizados. Conocía a otro Barce desenvolviéndose excelentemente en otra estilística, no en vano sustenta numerosos premios y reconocimientos. Esta novela (corta) es ideal para un viaje o para llevársela a la playa y desconectar y para saborear algo parecido al cine negro, pero en Málaga.

Entrevista a Raimundo Iáñez Alcalá, autor de Baladas y leyendas.

 



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Háblanos un poco de ti.

Nací en Granada en 1956, Huétor Santillán, Granada, hace unos cuantos años.

El teatro, la poesía, la pintura, hicieron surcos en mí desde pequeño. Trotamundos de trasero inquieto. He Trabajado en mil cosas y he metido las narices en otras tantas, he pertenecido a esa generación que fue la consecuencia de la gran consecuencia, he luchado y me han pegado algunos palos en los ochenta, huyendo en las manifestaciones, siempre me he implicado en la lucha por defender nuestros derechos.

He pertenecido desde muy joven a grupos culturales: teatro, poesía, pintura y lectura.

Integrado en grupos de teatro, involucrado como actor y director de mis propias obras.

He tenido la oportunidad de exponer como pintor desde los años ochenta.

Me considero un descarado pensador, un profundo sentimental y he vivido muchas vidas, y todas han dejado huella en mi persona.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Baladas y leyendas?

En mi último libro Baladas y leyendas se puede percibir todo lo que antes he explicado, aparte de una lucha por mis recuerdos y un entramado de experiencias e inquietudes. Es un libro dedicado a mi abuela, una jabata y una luchadora empedernida; de ella he aprendido la entrega y el empeño en los momentos más importantes de mi vida. Historias de antiguos personajes, reales, experiencias y realidades, y otros que ella me contaba de antaño que chisporroteaban en vidas y copias del corazón.

Balada del jinete herido.

Balada que no tengo.

Balada de un sueño oscuro,

Balada para un alojamiento.

Etc.

Un engranaje de versos que cuentan historias donde le tiempo se encarga de engendrar el aparato del olvido, como una misteriosa mano de otros tiempos que ha querido mantener en secreto estas historias que martillean en mi cabeza en continuo empeño. Además de un sin complejos de una niñez dura que marca las arrugas del rostro. Sobre todo, el recuerdo, las vivencias de muchas vidas que no tengo el valor de olvidar en esta mente complicada, en esta cabeza que no para... el amor, el deseo, la soledad, la vida, un pasado que pesa en mis espaldas.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta la última?

Escribo desde muy pequeño, conservo poemas desde los once años. El paseo de los recuerdos fue mi primer libro editado, patrocinado por el ayuntamiento de Huétor. Un homenaje a mi niñez y a las vivencias en mi pueblo.

En El vértigo de la caída desnudo mi sensibilidad y profundizo en mi espiritualidad, y en los recuerdos del corazón.

Silueta ya sin nombre es un regreso a mi interior, un recorrido por mis venas, donde desgrano unos sentidos del destino enredado en la motivación de los deseos más íntimos.

(Los tres últimos en Baker St. Ediciones).

En la trayectoria que no para de buscar un sentido interior a miles de preguntas que profundizan en el interior de mis deseos y en un equilibrio de esta sociedad, pero sobre todo el equilibrio de mis fantasmas.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

El último libro que he leído ha sido Mariana Pineda a muerte, de Juan Carlos Friebe y anteriormente, El peso de las mantas de Alicia Choin Malagón.

 

¿Y ahora qué? ¿algún nuevo Proyecto?

Tengo en el cajón un nuevo libro de poesía y relatos que pronto verá la luz; una nueva obra de teatro con textos míos y una nueva exposición de pintura que se llama Bailad, Bailad, Malditos que está en gira.

 

Tengo que dar las gracias a la revista Ahorateleo y a Carmen, con toda la fuerza de mi corazón por interesarse por este humilde personaje.

Entrevista a José Iniesta, autor de Un tigre sin selva.

 



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ISSN  2952-5721


Háblanos un poco de ti.

 No sé, nunca me habían propuesto esto y no sé por dónde empezar. Solo se me ocurre daros algunos esbozos de lo que soy, pinceladas de mi vida. Mis orígenes son humildes, mas el niño que aún vive en mí tuvo una familia unida que no fue pobre en el amor y que le supo desvelar misterios, valores y preguntas que delimitaban los territorios del bien y del mal. Me crie en un barrio pobre de las afueras de Valencia, pero aquel lugar tenía sus paraísos, estaba rodeada por una fértil huerta ya desaparecida, un jardín de las delicias que me acercó a los árboles y los cielos, al trabajo de la tierra y el paso de las estaciones, al fluir de las aguas en las acequias, a las ranas y los pájaros, a las siembras y los oficios, al enigma absoluto del sol y de las noches. Allí aprendí muchas cosas que aún perduran y que moldean lo que soy. Allí fue donde mi mirada sobre el mundo fue más libre y atenta, y donde aprendí a silbar y a cantar la vida.         Después crecí y encontré mi refugio en las palabras, amé y sufrí, caí y me levanté muchas veces, como todos, y tuve suerte en mis aventuras, en mis entregas. Ahora mi familia y la luz de la tierra son mi ganancia, y en soledad lo escribo y balbuceo, lo proclamo para tener un lugar donde apoyarme, y tengo conciencia de mi ignorancia. Sé que no soy nada, y celebro esta suerte de existir con sus episodios de dicha y de dolor, y tengo grandes temores con la deriva del hombre y sus batallas, con su destrucción. Escribir para mí es como encontrar mi oración y lanzarla al aire, como estar más cerca de la verdad y tener conciencia del camino.

 

  

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Un tigre sin selva?

Podemos encontrar un libro diferente a lo que he escrito, versos que no hablan desde el yo y que claman entre la frontera del teatro y de la poesía. De algún modo este libro es un grito del mundo en defensa de la vida, es el rugido de un tigre acechado al que le están privando de sus selvas, es el ala rota de un pato que no puede volar. En otro lugar ya dije que “Un tigre sin selva, es una rara avis dentro de mi poesía, y creo que extrañará a mis lectores, marca diferencias en mi viaje, y a mí mismo me sorprenden sus paisajes devastados y su furia. Su aliento no es celebratorio, es trágico porque el mundo va a la deriva, porque la naturaleza está al borde del colapso, y el hombre parece olvidar que es nuestra verdadera madre, y que lo que destruimos nos destruye. El hombre no debería destruir lo que no puede crear, la tierra no es nuestra, las guerras son el mayor de los desprecios a la vida.”              Entre sus páginas se puede encontrar una escritura en libertad y una voz desesperanzada con las usuras y destrucción del hombre, una palabra salvaje que ama la vida y que la defiende con uñas y dientes. También escuchareis voces donde la inocencia y la locura nombran la verdad de una rosa y sus espinas, los jardines abandonados.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 Yo creo que en su honestidad y su apuesta, en el respeto y amor que le tengo al oficio de la escritura, en la textura final de poema trágico donde parece que nos habla el mundo maltratado. En uno de los fragmentos que escribí para el prólogo de Un tigre sin selva digo lo siguiente, y creo que ello lo contesta:          “Es siempre posesión cantar la vida. Un tigre sin selva son dos escritos sobre el mismo temblor, dos maneras de lanzarnos al vacío, sin redes; y ambas funden sus metales en un clamor único, comparten fervor y misterio. Todos los personajes son uno solo, no existen, y su aventura es un viaje al corazón de las tinieblas.          Nada más, no es un canto de esperanza. Son hambre y palabras juntando los pedazos del cántaro roto de la vida. Es la voz del mundo, y mi propio canto hablando con la voz de mi padre muerto: el murmullo sucio del río que nos arrastra hasta la desembocadura.          Una oración rebelde, nadie la escucha, lanzada a la infinita oquedad del universo. Un cante jondo en medio del fragor de las batallas. Crónica del asombro, nunca plenitud. En fin, el insensato deseo de querer cantar el misterio que somos, la belleza del mundo antes de la catástrofe, un algo indestructible semejante a la armonía que rige el caos de los astros en la noche.           Un verbo universal nacido del centro oscuro mismo del amor y las entrañas.”

 

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 Soy el mismo poeta de siempre, me reconozco en todos mis libros. En todos ellos palpita la misma necesidad de querer desvelar ese arcano que es nuestra vida, la misma voluntad de querer hacerlo bien, hasta donde mi oficio alcance. Sin embargo, con el tiempo, he aprendido algunas cosas, se han producido algunos cambios, creo. Una apuesta por la claridad, que no quiere decir que lo que se expresa sea sencillo, y un abandono del barroquismo de mis primeros escritos. También una búsqueda por encontrar la música que le pertenece a cada poema, a cada libro que la vida y el destino me regala. Un acercamiento a la realidad y una mirada distinta y serena en la contemplación del mundo y sus catástrofes. También un desprendimiento sucesivo del yo, un alejarme de mi propio existir para derramarme en los paisajes que miro, en los viejos caminos que ando, en las leves nubes que se alejan; de tal forma que el hombre que soy acaba diluyéndose y reconociéndose en cuanto le rodea, en la luz que lo abarca, en la oscura noche que lo acoge. Descubrimiento, gracias a la escritura, de que dentro y fuera no existen, de que somos más allá de nosotros, de que nuestro temblor está unido, con qué alianza, a la naturaleza. Y es desde aquí, desde este lugar del alma, que llego a este libro distinto, a este tigre sin selva que soy, a estos versos rebeldes en la frontera.

 

 ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 Si tengo que ser sincero, el último que estoy leyendo es una antología de José Corredor- Matheos que tiene por título Sin porqué. Es un poeta al que conozco bien, quiero decir, al que he leído en otras ocasiones con atención y sintiendo una profunda alianza. Su poesía me interesa porque ahonda con extrema claridad en la vida, y equilibra bellísimamente lo contemplativo y lo pensativo, la realidad y las emociones; y todo ello con un algo que apunta a lo sagrado, a lo místico, a esa materialidad que nos vincula con el hallazgo y el misterio. Esta poesía me interesa enormemente, y su luz siempre nos guía: la belleza austera y la palabra justa para trascender desde el barro que somos, vuelo para un cuerpo lastrado a la tierra, pasos que tienen conciencia del camino y de la luz, del cansancio y las caídas, de la lejanía que somos.

 

 Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Sí tengo algún proyecto nuevo, la verdad. Tengo algunos libros acabados desde hace un tiempo, y alguno de ellos no tardará mucho en publicarse, aunque no os diré dónde por no adelantarme a las circunstancias, y por si acaso estas no llegaran a buen puerto. Se trata de un libro de haikus que llevará por título Un montón de piedras, y otro de poesía breve volcada en las soleares flamencas que se publicará algo más tarde, y cuyo título no os digo por mantener la sorpresa. En fin, como veis estoy entregado a la poesía, a la vida en las palabras. Gracias por darme espacio.