"El exilio, cualquier exilio, es el comienzo de otra
historia".
Narcoticé los vértigos
hasta no conseguir disimularlos,
hasta hacer evidente
unas alas quebradas
con querencia a la tierra.
La cita a ciegas fue con el abismo,
con la mano de aquel niño invencible,
conquistador de cúspides e higueras
al que tuve que asirme
para no despeñar mi cobardía
víctima de la voz que envuelve al eco
con esa adrenalina reseca en la garganta.
Mi destino es tan viejo como el mundo al que odiáis,
como esa oración en la culata
a la que recurrís
solo cuando el cansancio os desmantela.
Dicen que soy el ángel que os guarda
pero he de advertiros que no tengo un buen día.
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