Peregrino,
¿adónde vas por esta senda?,
¿a quién
buscas por este camino
alejado del
mundanal ruido?
Peregrino,
¿cuáles son tus plegarias
y cuáles tus
miedos más íntimos?
¡Dímelo, sin
reparos, al oído!
“Vengo desde
Roncesvalles
arrastrando mis pies como puedo
y estoy deseando llegar a Monte do
Gozo
para ver a Compostela
y darle rienda suelta a mi espíritu.”
Peregrino,
¿qué pretendes encontrar
tan lejos de
tu casa
y tan perdido,
por estos santos lugares?,
¿por qué
persigues quimeras
y admiras tanto
la aventura de los mapas?
Peregrino,
¿cuándo dejarás de darle cuerda
al horizonte
y cuándo alcanzarás
la lejanía de los relojes?
Peregrino,
¿cómo es que vas tan pensativo
bajo estos
cielos encapotados?
¡Buen
Camino, peregrino!
Y en la
Catedral de Santiago nos veremos,
Dios
mediante, allá, donde la estrella brilla
y donde nos
aguarda la indulgencia plenaria
y el cobijo
del deber cumplido.
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