"Aún no son
cadáveres y están muertos de miedo…"
Almudena Grandes
Almudena Grandes,
tú los habías reconocidos,
habías mirado en los ojos
los hombres vencidos
por el miedo de vivir la vida.
Sabías reconocer
los muertos en vida
y describir la pobreza,
extrayendo de las palabras
nuevas vibraciones,
acoplando las emociones
a una violencia mágica
para salvar la belleza de una fine trágica
y erigir en la cima de un orgasmo verbal
una estatua espectral
para recordar los cadáveres deambulantes.
Tú habías reconocidos
los hombres despiertos dormidos
que describen en modo humillante
la humanidad que acompaña el hombre
a través de una ciudad inerte,
llena de calles que conducen a la muerte.
Desde la tibia hamaca de la generación
tus palabras como una canción
todavía se abren en un sonoro abanico,
son palomas azules de auroras bellas,
traen nuevas estrellas,
enredadas en el pico.
****
No, Almudena Grandes,
no puedes morir,
porque tus palabras llenan de esperanzas
el minuto para todas las muertes.
En tus palabras
los símbolos navegan
en hondos océanos
de sensibilidad,
agitan el mundo azul
con un bando de palomas,
obras del milagro cercano
del "yo" que habla al "tú",
donde todo funciona
en torno al diálogo que mantiene
la voz que sirve de aleros
a aves insoñadas
que abren puertas cerradas
a palabras tatuadas
en la eternidad que habla
todavía con tu voz.
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