La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 29 de septiembre de 2022

SUEÑOS DE ESTÍO, por Tomás Sánchez Rubio.

 


Cada verano mi alma persevera

o bien se obstina insurgente

en soñar con estaciones

de andenes tristes, lejanos puentes de piedra

y despedidas a los pies de una escalera.

 

Cierto miércoles de siesta, me pareció distinguir

a una anciana en el anochecer de los años,

yendo despacio hacia las infinitas vías

del último tren de su vida.

De tanto en tanto, se volvía para mirarme

con una sonrisa triste y dulce como

las naranjas de mi niñez,

de fina cáscara y olor marchito.

 

Una madrugada plomiza,

realmente vi brotar una flor ajada

entre dos ojos de un puente abandonado,

parecido a aquel donde conocí

a mi primer amor verdadero.

Diría que me miraban fijamente sus cuencas vacías

con todo un ceño fruncido,

a la manera de esas brujas de cuentos

que capturaban infantes incautos

o abandonados en el bosque

por papás menesterosos;

hechiceras que los engordaban,

pero nunca llegaban a comérselos,

porque algo pasaba en el último momento:

una sórdida refriega, una salvación inesperada,

un arrepentimiento a tiempo…

 

Una noche soñé que mentía diciéndole a alguien

que nuestro cariño viviría para siempre;

que se me detenía en la comisura de los labios

un adiós que olía a hierba

recién cortada, pero con el sabor amargo

de todo jarabe que palia

el antiguo inevitable dolor que nos marca

la frontera entre la corta niñez

y la larga existencia de adultos

 ─falsamente─ responsables.

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