La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 29 de septiembre de 2022

LOS SIETE PECADOS CAPITALES EN FÁBULAS, por Carmen Hernández Montalbán.




(Soberbia)

Un león con arrogancia

y frunciendo el entrecejo,

soberbio dijo a un espejo:

a feroz nadie me alcanza.

Una pulga distraída

fue a clavarse en su pellejo,

y una enfermedad terrible

lo postró y le dio templanza.

Firmemos una alianza,

dijo el león al bichejo.

 

(Gula)

Una serpiente pitón

de apetito desmedido

vio pasar a un elefante

y aprovechando un descuido

lo engulló de sopetón.

¿Con este tendré bastante?

Se preguntó, insatisfecha.

La asaltó un dolor punzante,

agudo como un cuchillo,

al cabo, dijo maltrecha:

nunca pensé que un colmillo

Me causara indigestión.

  

(Lujuria)

Una mantis religiosa

de esbeltas piernas zancudas

al macho llenó de dudas,

su belleza peligrosa.

De efluvios engalanada,

alborotó su concupiscencia

derrotó si resistencia

no resistió a su celada.

Camuflada en la maleza

sin otro lecho que una rama,

con destreza, aquella dama

le hizo perder la cabeza.

 


(Pereza)

Un oso tras la hibernación

despacio se despereza

sacudiendo la cabeza

con pausada rotación.

Cuatro meses ha pasado

en un sueño extraordinario,

sin mirar el calendario

ni la esfera del reloj.

Pasa un rebaño de ovejas,

despacio las va contando,

sus párpados se van cerrando

empujados por sus cejas.



(Avaricia)

Una hormiga acumulaba

comida en el agujero

Por allí pasaba un grillo

que le dijo lastimero:

por caridad señora,

¿no tendrá un grano de trigo?

¡No quiero cuentas contigo,

gandul, anda y labora!

Entonces llegó el invierno,

 Y un aguacero tremendo

partió en dos el hormiguero,

el grano se fue al infierno.

 

(Envidia)

Una mona que en un circo

se coló en el camerino,

vio como una equilibrista

se maquillaba con mimo.

Resuelta, dando un brinco,

se sentó junto a la artista

e imitándola, celosa,

su cara llenó de afeites.

Cuando hubo terminado,

por la puerta entró un payaso.

Más me parezco a este, acaso…

dijo apretando los dientes.

 

 

(Ira)

Un toro gigante entraba

airosamente al tendido

el banderillero aguardaba

oculto en el burladero.

Le salió al paso atrevido,

portando las banderillas

y se las clavó en el lomo,

con mucha gracia y salero.

Visiblemente molesto

el toro comenzó a bufar

cuando vio llegar al diestro,

poniéndose de rodillas.

Tu no me las clavas más,

dijo embistiendo furioso,

el diestro salió corriendo,

viendo venir al coloso.

 

  

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