Inmóviles y ciertos sueñan: en la noche, cuando el museo cierra, una ráfaga de deseo les lleva el cálido olor del nido: temblor y algarabía.
Mientras, en horas de visita, turistas, escolares, cielo imposible,
templo azul, lumbre fría de pantalla: nada importa, salvo ocultar el nocturno
secreto que alimenta su belleza.
Pensar en la noche de los objetos. Olé!
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