El gris pálido del horizonte descubre un busto de
piedra,
esbelto se ciñe de luna negra.
Luminosa oscuridad, dulce belleza, cristal agudo
latente en el fulgor del huero cosmos.
Crepita la quietud, no prestan oídos las cigarras,
ni los cansados grillos avivan los sentidos.
El camión de la basura hace su trabajo,
aborrezco las ratas, las pardas, las negras, todas me
asquean.
Fetidez cotidiana, la pituitaria amarilla se eriza,
se estira, rastrea el postrero aroma de los jazmines,
perviven borrosos rasgando el ocaso.
Se agota de vez en vez la botella,
entretanto cuerpos amantes acarician tinieblas.
Amanece, despunta la palabra en el verso, escribo.
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